Erupción del volcán Cumbre Vieja en la isla de La Palma, España

Desde el domingo 19 de septiembre cuando erupcionó el volcán Cumbre Vieja, las imágenes y los diversos informes del estado de situación, generan preocupación e impacto en la sociedad. Sobre cuestiones científicas y sociales, dialogamos con la Dra. Gabriela Badi, docente e investigadora en Sismologia Volcánica en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad Nacional de La Plata.

Antes de analizar otros aspectos, consultamos a la Dra. Badi sobre la posibilidad de predecir una erupción. "Si el volcán está monitoreado con instrumentos, se va registrando la sismicidad que se produce cuando la lava intenta subir a la superficie dentro de la estructura del volcán. La sismicidad no se puede predecir, pero su ocurrencia y las características de los eventos permiten pronosticar una erupción.

La sismicidad -agrega el español Dr. Jesús Ibañez Godoy, colega de la Dra. Badi- es la respuesta del transporte de masa, por ejemplo, el magma que se va moviendo y va rompiendo. En La Palma hace aproximadamente un año y medio que había sismicidad profunda que marcaban presiones nuevas que podrían dar una erupción. Pero no siempre por una sismicidad luego hay una erupción.
Sobre lo que cabe esperar, habrá pulsos diferentes, esto significa días en que habrá baja actividad volcánica y otros en que aumentará. Es un pulso propio de un fenómeno natural.

"Cada volcán -agrega la Dra. Gabriela Badi- tiene sus propias características. A medida que se puede instrumentar mejor un volcán, pueden hacerse más estudios y entonces se averiguan más detalles de su comportamiento, tanto en la forma como en su evolución temporal.

En un volcán se registran distintos tipos de eventos sísmicos. Algunos están asociados a ruptura de rocas como los grandes terremotos destructivos pero con muchísima menos energía.
La sismicidad volcánica en sí misma no es peligrosa. También se registran eventos asociados a movimiento de fluidos dentro de los conductos volcánicos y en las fracturas en la estructura del volcán".

Sobre la duración promedio de la actividad volcánica, la Dra. Badi explica, "es difícil establecer la duración de una erupción. Te diría que imposible al menos hasta donde se sabe. Hay erupciones que pueden durar días, semanas y hasta años". En el caso de Cumbre Vieja estiman, dadas las estadísticas, que puede durar desde un mes a varios meses.

En estos años, la volcanología se entiende como una ciencia multidisciplinaria que necesita de la colaboración de un gran número de científicos con diversas técnicas buscando síntomas diferentes que permitan entender el funcionamiento de los volcanes en su entorno geodinámico".

Sobre la columna eruptiva, la Dra. Gabriela Badi agrega, "la columna eruptiva contiene gases que se expanden en la atmósfera. Una nube eruptiva consiste fundamentalmente de vapor de agua y gases como el dióxido de carbono y dióxido de azufre, aunque puede haber otros gases presentes en una concentración mucho menor como el cloruro de hidrógeno, el sulfuro de hidrógeno y el fluoruro de hidrógeno. Según su concentración, estos gases pueden ser peligrosos para la población, los animales, la agricultura y los bienes materiales también. Esta nube puede ser persistente si no hay suficiente viento y causar problemas respiratorios a la población y crear lluvia ácida".

En realidad los efectos de la lluvia ácida suelen darse en las inmediaciones del volcán y en forma localizada, por lo que a veces se camuflan con otros, como la caída de cenizas. Estas cenizas son material piroclástico que viene de piedra (minerales) y fuego.

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Crédito: Abián San Gil, fotógrafo de La Palma.

Volcanes de allá o acá

Sobre la posible similitud con volcanes de nuestra región, la Dra. en Geofísica Gabriela Badi, señala, "este volcán no se parece a alguno de nuestra región; por el contexto tectónico donde se encuentra -un conjunto de islas volcánicas- tiene características diferentes, emite un tipo de material como son las rocas de basalto. El comportamiento de la lava producida en La Palma se parece más al Kilauea.

El volcán Cumbre Vieja es un volcán levemente explosivo y con bastante efusividad, o sea, emite flujos de lava. Comparando con los de Kilauea que llegaban al mar rápidamente, estos son algo más lentos y también un poco más explosivos.
En Cumbre Vieja, pasaron de una velocidad de 700m por hora, a 400m y hace unas horas, a 4m por hora y tal vez ni lleguen al mar.

Nuestros volcanes, en vez de tener rocas basálticas tienen rocas más ácidas, eso significa que la lava es más viscosa y no fluyen tan fácil, por eso son más explosivos.
En Chile, el Nevados de Chillán o el Chaitén, generan domo, o sea, la lava forma un tapón. Los flujos de lava suceden en Nevados de Chillán desde hace varios años y no han alcanzado mucho más que 1 kilómetro. Van muy despacio".

Sobre el tipo de información que brindan estas erupciones, la Dra. Badi indica, "cada volcán que entra en erupción aporta información, nos sirven para estudiar, y ayudan a interpretar mejor las señales.
Pero además de analizar las señales y tratar de encontrar los signos precursores, esto es, los cambios que nos indican que viene la erupción, recopilamos toda la información y elaboramos estadísticas que ayudan a interpretar de forma más general, aquellos volcanes que por sus características se pueden agrupar.

La comunidad sismológica aprovecha toda información que surge de los volcanes para hacer interpretaciones que, de alguna manera, puedan generalizarse y ayudar a otros grupos a realizar su tarea".

Desde hace años, el área de volcanología de FCAG tienen estrecho contacto y colaboraciones con el Dr. en Geofísica Jesús Ibañez Godoy, catedrático del Depto. de Física Teórica y del Cosmos de la Universidad de Granada.

"Estamos en comunicación con Jesús, en estas últimas horas un grupo de sismólogos del Instituto Andaluz de Geofísica fue a Canarias a instalar equipos y colaboran también con gente del grupo de Teoría de la Señal y de Sismología Volcánica que lideran Jesús y Carmen Benítez. En estos momentos están incrementando sus esfuerzos en la generación de herramientas que puedan servir para el pronóstico de erupciones para los organismos que se dedican a ello. Hace años que implementan técnicas pero la idea ahora, es generar una herramienta de aplicación directa que veníamos charlando hace tiempo".

La Dra. Badi agrega, "llama la atención lo parecido que somos en lo que se refiere a la falta de capacidad de comunicación y coordinación entre la parte científica y la política, en lo que se refiere a la preparación de la comunidad para actuar en estas situaciones. Es imprescindible tener planes de emergencia, protocolos, entrenar a las autoridades y a la población para en la emergencia, cuando se requiere premura, poder tomar resoluciones y acciones claras.
La falta de simulacros con la población que vive próxima a un volcán y la multitud de voces a la hora de tomar decisiones, complica saber cómo hacer una evacuación.

El Dr. Ibañez Godoy me comentaba que la actividad sísmica que había el 11 de septiembre pasado indicaba un aumento preocupante, sin embargo el volcán erupcionó con un semáforo en alerta amarilla. Deberían haber empezado a evacuar de manera ordenada para que la gente pudiera llevarse su cosas principales pero se fueron con muy poco.
Allá y aquí, nos falta educación sobre los peligros naturales. Existen pocos protocolos para la toma de decisiones y planes de emergencia".

"Ante todo, es importante estar organizados para el desastre. La comunicación entre los investigadores y los organismos de gobierno no puede entablarse recién en la emergencia. Debe haber un diálogo permanente, un vocabulario común y un plan bien estudiado y preestablecido.
Las responsabilidades asignadas en ese plan deben respetarse para que cuando llegue el momento de usarlo todo sea más ágil. En la mayoría de las historias que se conocen de erupciones volcánicas muy destructivas los mayores factores de riesgo fueron la impericia y el interés económico/político".

Semáforos de alerta

"Se utilizan para tomar medidas en relación a las personas -evacuación, prevención de riesgos, etc.-, se establecen de acuerdo a la actividad característica del volcán pero siguiendo ciertos estándares de acuerdo a los estudios realizados en muchos volcanes. El semáforo tiene los colores típicos verde, amarillo y rojo. A su vez, existen niveles de alerta numerados
del 0 al 7, donde el 0 es el nivel de base, el 5 es erupción inminente, el 6 es la erupción y el 7 es la post-erupción, por mencionar algunos.

Tipo de escalas o registros que se tienen en cuenta para clasificar al volcán

La Dra. Badi explica, "por su forma, los volcanes se clasifican según la estructura que tengan. Cuanta más viscosa sea la lava, más grande será el edificio volcánico.

También se clasifican las erupciones según los materiales arrojados por el volcán y el grado de violencia asociado. Las erupciones, varían desde "tranquilas" o efusivas hasta "muy violentas" o altamente explosivas. Para cuantificar el grado de explosividad de las erupciones se ha propuesto un Índice de Explosividad Volcánica (IEV), que corresponde a una escala subjetiva del 0 al 8, la cual pretende asignar una magnitud relativa.

La Facultad de Cs. Astronómicas y Geofísicas y la investigación científica sobre volcanes

La Dra. Gabriela Badi detalla, "el grupo de sismología volcánica del Departamento de Sismología e Información Meteorológica de la FCAG ha crecido y ya tenemos investigadores formados. El Dr. Augusto Casas, por ejemplo, quien es docente de la FCAG y becario posdoctoral SEGEMARCONICET, está trabajando actualmente en monitoreo volcánico en el OAVV-SEGEMAR mediante interferometría de ruido sísmico y en pocos días inicia una estancia en la Universidad de Mainz, Alemania, donde va a trabajar en monitoreo de atenuación de ruido sísmico en volcanes.

Actualmente tenemos dos tesis doctorales en sismología volcánica en curso. La MSc. Verónica Martínez se encuentra implementando y ajustando técnicas de detección automática de eventos sismovolcánicos y caracterización del tremor continuo en volcanes andinos como el Complejo Volcánico Planchón Peteroa (CVPP) y el Volcán Copahue para mejorar la elaboración de alertas a través de la colaboración con el IAG-UGR y el OAVV.

La Geof. Victoria Olivera Craig está investigando en técnicas de caracterización y localización de eventos de largo período asociados a la dinámica de fluidos y la actividad superficial en volcanes. En particular está trabajando en colaboración con INSIVUMEH (el organismo responsable del monitoreo de volcanes en Guatemala) y VDAP (el Programa de Asistencia para Desastres por Volcanes del USGS) para colaborar a mejorar la elaboración de alertas en el Volcán de Fuego de Guatemala. Cabe aclarar que Victoria es sismóloga en el OAVV-SEGEMAR y está a cargo del análisis de las señales de las redes de monitoreo de ese organismo.

Por otro lado, tenemos cinco tesis de grado en curso en sismología volcánica: Mario Ruiz (FCAG) trabaja en monitoreo de cambios en el subsuelo volcánico mediante interferometría sísmica en el volcán Sierra Negra, Galápagos.

Natalia Rahmer (FCAG) trabaja en detección automática de eventos en el CVPP.

Celeste Novak Merquel (UNS) trabaja en atenuación sísmica de señales del volcán de Fuego.

Emilio Rodríguez Nievas (FCAG) está analizando la serie sísmica 2020-2021 en las Islas Shetland del Sur, en la región del Estrecho del Bransfield donde hay numerosos volcanes submarinos.

Eugenia Boero (FCAG) está empezando a trabajar en el estudio de la estructura profunda bajo el Vn. Sierra Negra mediante interferometría sísmica de telesismos.

Mientras tanto, varios estudiantes y geofísicos recientes esperan con ansias el momento oportuno para iniciar sus planes de tesis de grado o posgrado."

Fuente: Dirección de Comunicación Institucional de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas.