Reseña Audiencia 32 – 29 de junio de 2021

    En la trigésimo segunda audiencia del debate oral con modalidad virtual del Juicio Brigadas Banfield, Quilmes y Lanús, escuchamos la declaración testimonial de los hermanos Filemón y Fabio Acuña, casos de este juicio, que permanecieron secuestrados en el Pozo de Quilmes en noviembre de 1975 y prestaron testimonio por primera vez en esta oportunidad.

    El primer testimonio de la audiencia fue el de Fabio Acuña. Fabio pertenecía a la Prefectura Naval, como cabo segundo, y fue secuestrado el 26 de noviembre de 1975. La noche del 25, cuando salió de su trabajo, tomó un colectivo en la zona del Luna Park. Allí se dio cuenta que lo seguía una persona. Lo siguió hasta su casa en Gutierrez, cerca de la rotonda de Alpargatas. 

    Unas horas después, en la madrugada del 26 de noviembre, entró a su casa un grupo que se identificó como parte de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, todos vestidos de civil. Fabio se encontraba en su casa, con su hermano Filemón Acuña y una vecina del barrio. Los vendaron y los trasladaron a un “lugar de tortura”; no sabe cuántos días estuvo allí, pero fueron varias semanas. Nunca pudo saber a qué lugar fue llevado en primera instancia. También se encontraban secuestrados en el mismo CCD un abogado, en muy mal estado de salud; los hermanos Blanco, y los hermanos Canale, oriundos de La Plata. 

    Luego de algunas semanas, fueron llevados a la brigada de Quilmes, donde estuvieron secuestrados durante aproximadamente 30 días. Allí recibió la visita de otro de sus hermanos, que se enteró dónde estaban por una persona que trabajaba en la brigada de Quilmes, y vivía en su barrio. Ellos se encontraban en el tercer piso de la Brigada, donde los agentes que los custodiaban estaban de civil. Respecto a las condiciones de detención, contó que comían los restos de la comida de los presos comunes y llegaron a pasar varios días sin comer. Allí también se encontraban los hermanos Blanco. 

    Posteriormente fueron trasladados a la comisaría 8va de La Plata, junto con otras personas que se encontraban en el tercer piso de Quilmes, vendados y esposados. Más tarde los llevaron a Campo de Mayo, donde estuvieron en una caballeriza. Allí no tenían vendas, sino capuchas, y estuvieron aproximadamente una semana secuestrados.  

    El siguiente lugar al que los transfirieron fue la cárcel de Devoto. Relató que en ese momento fueron “blanqueados”, y alojados en un pabellón para presos políticos. 

    Allí estuvo hasta enero de 1976, cuando los trasladaron a la Unidad 7 de Chaco, donde estuvo 5 años privado de su libertad. Los malos tratos recibidos desde el avión que los trasladó, el “Tango 2”, le dejaron consecuencias en su salud hasta el día de hoy. Recordó que la U7 “era más un campo de concentración que una cárcel. Los cinco años que estuvimos ahí estábamos totalmente aislados. No teníamos comida ni agua. Nos cortaron las visitas. De los 60 kilos que tenía, llegué a pesar 40”. Primero las visitas eran detrás de un vidrio, y sus familiares eran muy maltratados. En el año 78, les cortaron totalmente la posibilidad de recibir visitas. 

    A partir del mes de marzo de 1976, recibió la visita de jueces del juzgado Nº 3 de La Plata, y de un fiscal, quienes lo acusaron de “Tenencia de propaganda”. Periódicamente, recibían la visita del Ejército. A su vez, muchos de los presos fueron fusilados por el Ejército. Acuña recordó a los fusilados en Margarita Belén. 

    En 1981 fue trasladado a una cárcel de La Plata, donde estuvo un mes y salió en libertad, el 20 de noviembre de ese año. Pasó a estar en libertad vigilada, durante los siguientes 7 meses. Tenía que constatar su presencia cada 24 horas en la comisaría del lugar, y recibía las visitas de los policías. Vive desde ese momento en el paraje Tres Mojones. 

    Recordó que a la Prefectura lo iba a visitar su prima, Dionisia Cano, que también desapareció. Nunca supo qué pasó con ella. Provenía de una familia muy humilde. 

    Cuando estuvo en la U7 de Chaco, un oficial de Prefectura fue a avisarle que lo habían dado de baja de la fuerza, y le hicieron firmar un papel. Ya en libertad, intentó ingresar nuevamente a Prefectura, pero no lo aceptaron porque le dijeron que “se portó mal en la cárcel, en el campo de concentración. Yo me relacionaba con todos, porque luchaba por mi integridad. Luchaba por no quebrarme, y es una lucha que llevo hasta ahora, no quebrarme, no partirme en varios pedazos. Y esa es la lucha permanente que yo estoy teniendo ahora”.

    La querella de Justicia Ya, le preguntó cómo fue su vida luego del secuestro. “Con el tiempo recibí las consecuencias”, dijo Fabio, refiriéndose a los problemas de salud que tuvo a causa de los golpes recibidos. “Es como que te faltara un pedazo que te sacaron de la vida”, describió. Tuvo que empezar de nuevo, y le costó mucho encontrar un trabajo estable. Trabajó en construcción, o haciendo changas. No le permitieron reingresar a Prefectura. “Fue injusto conmigo, pero a pesar de todo sigo luchando”, reflexionó, “esto es lo que me mantiene en pie, junto con mis vínculos familiares”. 

    El segundo y último testimonio de la jornada fue el de Filemón Acuña, hermano de Fabio y sobreviviente del terrorismo de estado; al igual que la anterior, esta declaración es importante para pensar la represión activa y el funcionamiento de los circuitos represivos previos al golpe de estado del 24 de marzo de 1976. Al momento de su detención-desaparición, Filemón trabajaba en una planta de Peugeot cercana a dónde vivía y tenía militancia política.

    El testimoniante comenzó relatando las circunstancias de su secuestro: la noche del 25 de noviembre de 1975, a sus 25 años, se encontraba en su domicilio en la localidad de Guitiérrez, partido de Berazategui, con su hermano Fabio, su compañera María Rosa Ortiz y una pareja vecina. En horas de la madrugada del día 26 “entraron como una banda”, 6 o 7 personas armadas, vestidas de civil que no se identificaron y robaron muchas cosas: lo interrogaron en el lugar y lo trasladaron a un destino desconocido junto con Fabio y María Rosa. 

    Por comentarios supuso posteriormente que esta primera locación fue la Comisaría de Lanús o de Banfield. En este lugar fue sometido a tormentos e interrogatorios, mientras era acusado de ser parte de actividades subversivas. Allí también escuchó a otras personas siendo torturadas. Luego de algunos días recluido e interrogado lo llevaron a un calabozo desde donde todavía podía distinguir los movimientos del lugar; su hermano y María Rosa no fueron sometidos a interrogatorios.

    Los trasladaron a la Brigada de Quilmes donde permanecieron alrededor de una semana. Pudieron reconocer ese sitio porque las condiciones de detención cambiaron: aunque comían poco y espaciado, les sacaron la venda. Recordó que en este lugar estuvieron con los hermanos Blanco, Leonardo y Néstor, “con quienes estuvimos detenidos juntos muchos años”, los hermanos Canale y una pareja de uruguayos. Más adelante se encontró con los Bogordoy en La Plata y sacaron la conclusión de que habían estado juntos en Quilmes, ellos eran la pareja de uruguayos que recordaba. Aunque no pudo reconocer nombres o apodos del personal que allí operaba, sí reconoció que eran policías y recordó al comisario Ramayo.

    Cuando los trasladaron a la comisaría 8va de la Plata fue con personal policial uniformado, estaba junto con Fabio y María Rosa pero también había otras personas que no recuerda. Solo pasaron un día ahí y fueron llevados a Campo de Mayo por personal del Ejército: pudieron reconocer este lugar porque la venda se las pusieron recién en la entrada. Permanecieron pocos días incomunicados pero con comida. Finalmente los llevaron a Villa Devoto y fueron puestos a disposición del PEN: “Esto fue para el 15 de diciembre del 75, calculen los días que estuvimos incomunicados, secuestrados, sin que se supiera nada de nosotros”. En ninguno de los lugares en los que estuvo luego del primer centro lo volvieron a someter a interrogatorios.

    En Devoto el régimen era semi abierto, salían en los recreos al patio y había pabellones llenos de presos políticos. En un traslado masivo en avión fueron llevados a la Unidad 7 del Chaco, en Resistencia, hasta 1980. En ese penal fue donde pasaron más tiempo detenidos; tenía un régimen más bien abierto, con recreo casi todo el día, los encerraban solo de noche hasta el 24 de marzo de 1976. “Cuando asumieron los militares en el 76 nos cortaron todo tipo de visita y de contacto con el exterior”. En el año 77 el juzgado de La Plata le abrió una causa: lo acusaron de tenencia de propaganda. No tuvieron comunicación con su familia hasta después del mundial ‘78, cuando la Comisión de DDHH de la OEA visitó la Argentina: “El régimen cambió, fue más abierto hasta que nos trasladaron a todos a la Unidad 9 de La Plata”. 

    En abril de 1982 le otorgaron la libertad vigilada durante un año en Formosa, donde vivió con sus padres. Eso le impidió viajar aunque tampoco tenía medios económicos para movilizarse, “económicamente estaba muy mal al salir de la cárcel (…) tenía pocas posibilidades de trabajar con la policía constantemente encima mío. Conseguía un trabajo y la policía le decía al empleador que yo era un sujeto peligroso, subversivo. Me impidió trabajar”. Al salir de la cárcel se enteró que María Rosa fue liberada en el 79, pero nunca más tuvieron contacto. Leyendo listas de desaparecidos se enteró que otro trabajador de Peugeot, Souto de apellido, también fue víctima del terrorismo.

    La audiencia continuará el 13 de julio a las 9 hs. con las declaraciones de Paula Badell Acosta, Esteban Badell Acosta y Miguel Hernández.