Reseña de la audiencia del 12 de octubre de 2021

    En la cuadragésima tercera audiencia del debate oral con modalidad virtual del Juicio Brigadas Banfield, Quilmes y Lanús, escuchamos la declaración testimonial de Bonifacia del Carmen, Juan Antonio, Juan Domingo y Víctor Hugo Díaz. En febrero de 1977 Victor Hugo fue secuestrado pero logró escapar; ese mismo año, en distintas oportunidades, los represores detuvieron ilegalmente y sometieron a tormentos a sus hermanes en busca de su paradero.

    La audiencia comenzó con el testimonio de Juan Domingo Diaz, quien dio detalles del operativo que vivieron en su casa en febrero de 1977. Grupos armados vestidos de civil ingresaron al domicilio en Villa España donde se encontraban sus hermanes, su mamá y su abuela. Llevaron a los varones al taller donde trabajaban, considerando que era en ese lugar donde “practicaban los actos de terrorismo”, fueron golpearon y atados; ese día secuestraron a Víctor Hugo. Más adelante se enteraron que esa misma noche logró escapar del Regimiento de La Tablada.

    Un mediodía volvieron las fuerzas represivas a su casa y entraron a la fuerza; pudo reconocer a tres de los represores que habían participado del secuestro de Hugo. El testimoniante relató que los golpearon a él y a su hermano Juan Antonio y se los llevaron encapuchados hasta lo que describió como una comisaría o alguna unidad policial -y no militar- en Avellaneda. En ese lugar fueron sometidos a interrogatorios y tormentos con el fin de averiguar el paradero de Hugo, pero ellos no sabían que había logrado escaparse. Fueron liberados a las pocas horas: los trasladaron en el baúl de un auto hasta una calle cualquiera donde les dijeron que caminaran sin mirar atrás, en ese momento estaban convencidos de que iban a ser asesinados. Hizo hincapié en lo joven que era, un estudiante secundario de 17 años, en que tuvo mucho miedo y que se apoyó mucho en su hermano Juan Antonio con quien tenía mucha afinidad.

    “Nuestra vida continuó así, con miedo cada vez que nos levantábamos pero continuó hasta octubre de 1977”. Ese día Hugo fue parte de un enfrentamiento con fuerzas militares del cual salió muy herido. Para ese momento se habían mudado a Espeleta. Cuando se enteraron del suceso rápidamente fueron a ayudarlo, lo trasladaron a una casa donde se encontraban sus compañeros. Ese mismo día lo secuestraron por segunda vez y junto con él se llevaron a sus hermanas mayores, Mari -Bonifacia- y Elvira, en un camión militar. Nuevamente los sometieron a grandes maltratos y tormentos para conseguir información sobre Hugo, a quien consideraban un gran peligro. Nuevamente fue liberado a las horas, en Berazategui; “mi sueño en Argentina era ser cardiólogo y hoy soy maestro mayor de obra, ya construí acá en Brasil 3 hospitales, los cardiólogos trabajan en ellos”.

    La segunda declaración de la jornada fue la de Juan Antonio Díaz, quien empezó su testimonio explicando que al momento del secuestro de su hermano Victor Hugo, en febrero de 1977, él tenía 24 años y trabajaba en su taller de muñecos de tela junto con su hermano Juan Domingo. Hugo se había incorporado hacía unos meses a ese trabajo. Juan Antonio viajaba asiduamente a Mar del Plata para llevar mercadería y explicó que al momento del Golpe Militar se encontraba en esa Ciudad.

    Contó que en una oportunidad cuatro hombres más o menos sospechosos habían interceptado a una de sus empleadas preguntando por la dirección del taller. En su momento imaginó que podría ser por un robo y decidieron hacer una guardia esa noche en el taller junto con sus hermanos y un amigo. Allí los encontró un grupo de civil armados con armas largas, los interrogaron para saber “en qué andaban”, separaron a Hugo y lo encapucharon. A los demás, Juan Domingo, el amigo “Cacho” y el mismo Juan Antonio, los ataron y los dejaron en el taller. A Hugo se lo llevaron, pudieron escuchar el ruido de dos autos. El testimoniante contó también dónde habían estado sus hermanas mayores: “Al rato llegaron Mari y Elvira y contaron que habían estado antes en casa, ahí hicieron toda la inteligencia”.

    Juan Antonio explicó que a las horas su madre le contó que la vecina de al lado de su casa, que tenía teléfono, había recibido una llamada y reconoció la voz de Hugo. En su momento no podían creer que fuera él, hacía pocas horas lo habían secuestrado, pero con el tiempo se enteraron que se había escapado de La Tablada. Al día siguiente, estaban almorzando en la casa familiar y sintieron que voltearon la puerta de una patada “ahí reconozco a uno, ya apuntándome con una itaca, me preguntaban dónde está Hugo, y yo les decía cómo voy a saber si se lo llevaron ustedes anoche (…) Ahí nos sacaron a nosotros -Juan Domingo y Juan Antonio- y dijeron ‘ustedes vienen con nosotros’. Mi hermana Elvira les preguntó dónde nos llevaban y le dijeron que si no aparecía Hugo se olvidaran de nosotros”.

    Los subieron a un vehículo, con las manos arriba sin estar vendados o encapuchados, los vecinos mirando. El recorrido le era familiar, conocía bien Berazategui, Quilmes, Avellaneda pero dieron muchas vueltas, agarraron Avenida Mitre recién antes de llegar a la calle 12 de octubre, ahí doblaron a la derecha y muy rápidamente llegaron a destino. “Por eso yo estoy bien seguro que nos llevaron a El Infierno”. Había un portón grande que llevaba a un galpón donde metieron la camioneta. Los interrogaron insistiendo sobre el paradero de Hugo en lo que reconocieron como una comisaría, donde había gente con uniformes de la policía bonaerense y otros de civil, trabajando. “Al momento en el que llegamos ahí ya había gente presa, se escuchaban gritos, puteadas”.

    Esa misma noche los subieron a un Falcon, anduvieron en el auto un tiempo hasta llegar a una calle de tierra donde los bajaron, los pusieron de espalda y los hicieron caminar. Por las características del lugar, de la escena, imaginaron que iban a ser asesinados, pero escucharon al auto alejarse. Cuando volvieron a su casa vieron que seguía vigilada por gente de civil con armas largas, al igual que cuando los secuestraron. Luego de eso trataron de volver a trabajar con normalidad pero sabían que estaban siendo seguidos de cerca, sentían preocupación sobre lo que iba a suceder. Una de las hipótesis acerca de la importancia que le dieron a encontrar nuevamente a Hugo es que “de La Tablada no se escapaba nadie”.

    El 17 de octubre de ese mismo año, Hugo fue partícipe de un enfrentamiento con los militares que lo dejó gravemente herido. Como consecuencia de eso secuestraron a sus dos hermanas y a Juan Domingo. Y como si todo esto fuera poco Juan Antonio tuvo un accidente automovilístico que lo dejó internado y sin ver durante más de un mes. Después de esto, en el año 1978 se fueron a Brasil, luego de un primer viaje lograron acomodarse para mudar a toda la familia. Juan Antonio volvió en el año 1982 a Buenos Aires pero algunos de sus hermanos se quedaron. Terminó su testimonio afirmando: “que esto siga adelante y que se pueda aclarar todo lo que pasó”.

    La tercera declaración de la jornada fue la de Bonifacia del Carmen Diaz, conocida por su familia como Mari quien tuvo varios problemas técnicos a la hora de dar su testimonio. Mari había sido militante peronista en una Unidad Básica de Villa España hasta 1976 cuando cesaron sus actividades a raíz de la persecución y las desapariciones. En febrero de 1977 se encontraba en su casa familiar, cuando al menos 8 autos rodearon su casa y un grupo de civiles con armas largas irrumpió en su casa llamando por ella y por su hermano Victor Hugo “Beto”, los únicos dos militantes de la casa. Hugo no se encontraba, estaba cuidando el taller de juguetes donde trabajaban con sus hermanos, porque había habido gente preguntando por el lugar y tenían la impresión de que iban a robarles. Con suma violencia, revolvieron y robaron todo lo que encontraron a su paso y se llevaron a Juan Domingo, uno de los hermanos menores, para que les indicara dónde se encontraba el taller donde estaba Hugo. En la casa quedó Mari, con otras dos hermanas, su madre y su abuela, fuertemente vigiladas. Cuando llegó el aviso de que ya tenían a Hugo, estos civiles armados se retiraron.

    Al mediodía del día siguiente, se llevaron a Juan Antonio y Juan Domingo a la Brigada de Investigaciones de Lanús con asiento en Avellaneda, “El Infierno”. Mari explicó que ella quería saber qué había sucedido con Hugo y que, de hecho, luego de los secuestros de Juan Antonio y Juan Domingo, la casa materna y todos ellos estaban fuertemente vigilados y perseguidos a la espera de que él aparezca. El 17 de octubre de 1977 Hugo estuvo en un tiroteo contra las fuerzas armadas y fue llevado a la casa de sus hermanas muy herido; les dijeron que necesitaba cirugía, ser internado, pero no podía ser llevado a un Hospital porque era militante Montonero, estaban persiguiéndolo. Habían conseguido un médico, que se dirigía junto con dos de sus hermanas a atenderlo en este domicilio, pero fueron detenidos en una comisaría de Berazategui por un día. Mari y Juan Domingo trasladaron a Hugo en un taxi hasta la pensión dónde él vivía, esa noche se lo llevaron a él y a Juan Domingo también pero luego los liberaron.

    “Ahí comienza la persecución total a toda mi familia”. Por el miedo se iban a Capital Federal a dormir en hoteles y volvían a trabajar a su ciudad. Un día volvieron a su casa y las fuerzas represivas estaban esperándolas, con su madre y su abuela. En esa oportunidad la secuestraron a ella y a su hermana Elvira durante un mes, desde principios de noviembre hasta principios de diciembre en el CCD La Cacha. Una vez liberadas lo único que pudieron hacer fue salir del país, sabían que si volvían a secuestrar a alguno, no volverían a aparecer. Cerró su testimonio diciendo “muchísimas gracias por seguir en esta lucha nuestra que es la de Memoria, Verdad y Justicia”.

    El último testimoniante fue Victor Hugo Díaz, conocido por todos como “Beto”, quien comenzó su declaración explicando que militaba territorialmente en Villa España desde 1973 con la Juventud Peronista. Después del Golpe las Unidades Básicas estaban cerradas, las reuniones políticas eran muy esporádicas y las hacían en domicilios particulares de vecinos y compañeros. Hugo seguía viviendo en su casa, en febrero de 1977 fue secuestrado, desde enero de ese año se habían llevado a cabo desapariciones de militantes en Berazategui. 

    Explicó las circunstancias de ese secuestro desde su perspectiva, relatando lo mismo que sus hermanos anteriormente. Que estaban cuidando su taller de muñecos de tela porque habían notado movimientos raros y pensaban que les iban a robar, un grupo de personas armadas irrumpió en el lugar y se lo llevaron. Fue trasladado en el baúl de un auto, en el trayecto tuvo la intención de escapar, pudo sacarse la capucha y cuándo llegaron vió un soldado y una puerta muy iluminada. Explicó que en ese lugar pudo ver una especie de clase de inteligencia, de interrogatorios y tormentos. Él mismo fue sometido a estas violencias que relató pormenorizadamente. Luego de eso, explicó las circunstancias de su escape: luego de las sesiones de tortura se hizo el inconsciente y lo dejaron en una habitación con un solo guardia que se quedó dormido, Hugo logró desatarse, enfrentar a ese guardia, quitarle el arma y amenazarlo para que lo ayude a escapar. Fue él quien le dijo que estaba en el Regimiento 3 de La Tablada.

    El testimoniante explicó cómo corrió por el Camino de Cintura, las reacciones de las personas, la ayuda y las miradas sospechosas, el colectivo que pudo tomarse hasta Plaza Miserere donde pidió el teléfono en un bar para comunicarse con la vecina y pedirle a su familia que se vaya de la casa. En ese punto Hugo se debatió sobre lo que debía hacer y decidió que iba a profundizar su militancia: sabía que ya no podía volver a su casa ni a su trabajo, que no podía usar sus documentos, no estaba en contacto con sus compañeros hace 3 meses pero de todas maneras volvió al barrio para encontrarse algunos ex compañeros que lo ayudaron. Uno de ellos, Rodolfo Fernández, trabajador de Luz y Fuerza fue de gran ayuda y quiso mencionarlo porque se encuentra desaparecido hasta el día de hoy. Una gran preocupación que tuvo durante estos meses fue conseguir información sobre su familia.

    El 17 de octubre de 1977, el día de la lealtad, la militancia de Zona Sur decidió emprender acciones de resistencia hacia el gobierno de facto, en su caso fue parte de una acción en solidaridad a la lucha de los ferroviarios en la que prendieron fuego un micro en las vías del tren. Luego de eso, la represión contraatacó, fueron parte de un enfrentamiento en el que falleció uno de sus compañeros, Arturo Sapag. En ese momento Hugo vivía con él y con María Cristina Barbeito y su hijito Pedro en una casa de Florencio Varela. El objetivo luego de la acción fue escapar de esa casa, pero las fuerzas represivas los interceptaron, María Cristina fue asesinada y Hugo fue gravemente herido pero logró escapar. En este punto también fue fundamental la solidaridad de vecinos que lo ayudaron para llegar hasta sus hermanas y compañeros y para encontrar un médico que pueda atenderlo. Para fines de 1978, principios de 1979, salieron con un grupo de compañeros a México para volver con lo que se llamó la Contraofensiva popular de Montoneros. 

    Otro punto sobre el que llamó la atención hacia el final del testimonio es la participación policial en el entramado represivo. Lo que queda por saber es dónde estuvieron Juan Domingo, Elvira y Bonifacia cuando los detuvieron luego del enfrentamiento en octubre del 77. Lo más difícil es que fue su familia la que vivió todas las consecuencias de la violencia. Eligió este momento para agradecerles: “la resistencia siguió en dos planos, quienes estaban organizados y la resistencia familiar (…) estoy orgulloso de ellos”. También agradeció a todo el pueblo, sin el cual no hubiese sido posible sobrevivir “y digo esto porque a veces no se conoce la reacción de las personas, y era esta, la solidaridad con la lucha”.