Reseña de la audiencia del 23 de noviembre de 2021

    En la cuadragésima novena audiencia del debate oral con modalidad virtual del Juicio Brigadas Banfield, Quilmes y Lanús, escuchamos la declaración testimonial de Horacio Matoso y Hugo Marini, sobrevivientes del terrorismo de Estado.

    El primer testimoniante de la jornada fue Horacio Matoso, médico psiquiatra, quien fue secuestrado la noche del 8 de octubre de 1976 de su domicilio en Ringuelet a sus 25 años, cuando era estudiante de la Facultad de Ciencias Médicas y militante estudiantil en la agrupación guevarista Juan José Cabral. Horacio comenzó su declaración explicando sintéticamente su secuestro, en el que un grupo de personas con caretas ingresó violentamente en su casa y lo subió a un auto. A continuación, mencionó los lugares en los que permaneció ilegalmente detenido y, a lo largo de la audiencia, la fiscalía fue solicitando detalles de ese recorrido.

    En primer lugar y luego de un viaje de media hora, fue llevado a la División de Cuatrerismo de La Plata que identificó como un lugar de tortura y donde no logró reconocer a nadie. El día 13 de octubre, los subieron a un colectivo de la Policía de la Provincia de Buenos Aires -muy largo con una puerta detrás-, hicieron una parada en lo que estima era la Escuela Vucetich, en el Parque Pereyra, para subirlos a un camión. El viaje fue de otros 20 o 30 minutos, llegaron a su segundo lugar de detención que, a partir de las descripciones que leyó con el retorno de la democracia en el Nunca Más, reconoció como Puesto Vasco y donde permaneció hasta el 30 de octubre. Las marcas o señales que le permitieron identificar posteriormente el lugar fueron el tren, que paraba cerca porque llegaban a escuchar la campanilla; la disposición de las dos celdas, con un patio grande de pasto en el medio; y el hecho de que escucharon una llamada telefónica donde se afirmaba que el espacio había funcionado como una comisaría.

    En este sitio pudo comunicarse con las demás personas que se encontraban en su situación y se enteró que el grupo había estado también en la División de Cuatrerismo: Mendoza Calderón o “El piura”, Mario Salerno o “El dueño” de Arquitectura, un arquitecto de apellido Fernández, su esposa y otro amigo de él , Nilda Eloy, Graciela Jurado, Inés Pedemonte, Irene o “La Changuita” -esposa del “Chango” Diaz- y Marlene Kegler Krug o “La Cuñata”, una mujer de origen paraguayo. Horacio contó que en esa celda donde pudieron conversar y se enteró los nombres de lo que más se habló, para matar el tiempo, fue del viaje a Europa que habían hecho hacía pocos meses Fernández y su amigo, del que no logró acordarse el nombre.

    De acuerdo al testimonio de Nilda Eloy en el juicio Circuito Camps, se trata de Gustavo Javier Fernández Galán y Cecilia Hebe Coda mientras que el amigo sería Roberto Abel Rivelli.

    A fines de octubre, entonces, fueron trasladados de noche en un viaje de 20 minutos, en un auto los varones -él, Salerno y Mendoza Calderón- y en otro las mujeres -Eloy, La Changuita y Jurado-, al tercer centro clandestino de detención en el que estuvo Horacio: la Brigada de Investigaciones de Lanús con asiento en Avellaneda, conocido como El Infierno. En el viaje les permitieron a las mujeres sacarse las capuchas y pudieron reconocer  que estaban en la Avenida Mitre de Avellaneda; esto fue clave para la identificación de la locación que, aclaró, también pudo reconocer con los años, en particular intercambiando datos con otros sobrevivientes. En este lugar de 5 calabozos estrechos, de puerta ciega con una ventanita, Horacio estuvo hasta fines de diciembre de 1976. La madrugada siguiente al traslado, a Horacio y a Mario Salerno los movieron de la celda hacinada en la que estaban a una de al lado, donde se encontraron con el “Pingüino” que ya estaba ahí y el “Colorado” que llegó un tiempo después que ellos y afirmó haber estado en la ESMA; el testimoniante afirmó que se conocían entre ellos, que entablaron una conversación y que venían de zona Oeste.

    Luego de esto los devolvieron a su calabazo original, al cual llegaron otras cuatro personas del Oeste, de la zona de San Justo a los pocos días: José Rizzo, obrero de CEGELEC; Santos, trabajador de la fábrica Yelmo; Ricardo Chidichimo, meteorólogo; y Gustavo Laffleur. En el caso de que alguno fuera liberado, Laffleur les había dado la referencia de la Iglesia Stella Maris donde ellos tenían una militancia social. Además Santos les había dado direcciones de su casa, por el camino Vergara, pasando el cementerio israelita. En otro de las celdas, la tercera, dejaron a dos personas más que llegaron con este grupo, y el testimoniante recordó que una noche uno de esos compañeros avisó que “Chiche se murió”; Laffleur le dijo a Horacio que era un joven que había sido operado de apendicitis y supusieron que había sido torturado en esa herida. Volvió a hacer hincapié en que Chiche y el otro compañero que dio aviso eran conocidos de Rizzo, Santos, Chidichimo y Laffleur.

    Con este grupo entablaron algunas conversaciones y en una oportunidad les comentaron de “El Colorado” y “El pingüino”. Con sorpresa, Laffleur les dijo que el 30 de octubre había salido la noticia en el diario La Razón del asesinato de “El Colorado” o “El Gordo Luis”, el responsable de la columna Oeste de Montoneros. Esto le dio la pauta a Horacio de que el grupo lo conocía de antes. Con el tiempo, el testimoniante conoció los destinos de sus compañeros de celda: Rizzo fue fusilado en La Tablada, Santos cree que también fue asesinado, Laffleur y Chidichimo continúan desaparecidos. También se incorporó a su relato el nombre de Jorge Congett, “El abuelo”, que en su momento en la Brigada no lo había escuchado y especula que podría haber sido el compañero de celda de Chiche.

    Cuando ya no estaban más los compañeros del Oeste, ni Salerno, Jurado o  la Changuita, llegaron a Avellaneda otros compañeros, esta vez de Quilmes, de la fábrica SAIAR-RHEEM: Luis “El sapo” Jaramillo, Pérez y Carrizo. Con quien Horacio compartió más tiempo y conversaciones fue Jaramillo: de origen chileno, con una formación muy integral, era relojero, pianista y le gustaba la alquimia. Es importante señalar es que dada la extremada persecución que sufría en la fábrica, Jaramillo pidió un retiro voluntario y cuando fue a cobrarlo una patota lo secuestró: el dato clave es que quien comandaba el operativo había estado el día anterior en SAIAR con el jefe de personal, Martínez Riviere. Horacio explicó que estuvo en contacto con la familia de Jaramillo y colaboró con el EAAF para su identificación, sus restos fueron hallados en 1990 en el Cementerio de Avellaneda. Por otra parte, sobre Pérez, militante del Partido Comunista, no tenía muchos más datos porque no compartieron celda. Acerca de Carrizo pudo aportar que sobrevivió, pero seguía detenido al momento de su liberación por lo que no conoce la fecha exacta.

    Otras personas ingresadas con posterioridad que recordó fueron la esposa de Martínez, -se refiere a Diana Wlichky- que estuvo en el calabozo de Nilda o en el de al lado y que casi inmediatamente fue trasladada. Además un muchacho jóven de Temperley, del barrio La Paloma. Sobre las condiciones de vida en el centro clandestino, señaló que para comer solo les dieron unos panes en una oportunidad. Acerca del acceso al agua, detalló cómo lo lograban gracias al esfuerzo y la valentía de Nilda Eloy que iba alcanzándoles de beber en un zapato que cargaba en una pileta frente a los calabozos. Con respecto a los guardias de la Brigada, que eran “tres cabos”, señaló que sólo en algunas ocasiones se encontraron con presencias de mayor rango. Ante las preguntas señaló también la especificidad de las violencias ejercidas hacia las mujeres.

    “Hasta ese momento estuve en calidad de secuestrado- desaparecido” explicó el testimoniante cuando contó que fue trasladado desde Avellaneda el 31 de diciembre. En cuarto lugar, fueron llevados junto con Nilda Eloy a la Comisaría 3era de Valentín Alsina, donde la situación de detención era distinta y considera que allí se le dio “una primera libertad”; permaneció otros tres meses ahí en Lanús. Estuvo un tiempo en la Unidad 9 de La Plata y para abril de 1977 pasó a disposición del Poder Ejecutivo Nacional: estuvo detenido en Caseros y de nuevo en la Unidad 9 hasta 1982, año en que salió en libertad vigilada casi hasta la vuelta de la democracia. Horacio cerró su testimonio explicando que no necesita ninguna certificación porque pasaron tantos años que ya se jubiló y “saludo a todos los que merecen ser saludados”.

    La segunda y última declaración de esta audiencia fue la de Hugo Marini, secuestrado-desaparecido de la casa de sus padres en Chacabuco el 11 de enero de 1977. El caso de Hugo se trató en el juicio Circuito Camps. Aquí fue convocado para dar cuenta de las personas caso de este juicio a las que vio en la Comisaría 5ta de La Plata.

    En un primer momento, el testimoniante explicó brevemente el recorrido por distintos centros clandestinos de detención al que fue sometido: estuvo una semana en la Brigada de San Nicolás, fue trasladado a Arana y a fines de enero lo llevaron a la Comisaría 5ta de La Plata hasta el 30 de marzo de 1977. A lo largo de la audiencia y a partir de las preguntas de la fiscalía, Hugo fue ampliando este relato, detallando con quiénes compartió cautiverio y toda la información que pudo recabar durante esos meses.

    En un comienzo, señaló que compartió cautiverio con Juan Carlos Abachian, conocido como “El Armenio”. Era estudiante de Derecho pero Hugo cree recordar que trabajaba en un taller de chapa y pintura, tenía una hija llamada Rosario, había jugado al Rugby, era de Mar del Plata y había sido secuestrado en diciembre de 1976, en febrero de 1977 se encontraron en la Comisaría 5ta. Hugo supo de su paso por Arana porque Abachian les contó que en una oportunidad había logrado escaparse de allí pero fue herido y capturado nuevamente; el testimoniante llamó la atención que cuando lo encontró en la 5ta tenía heridas de bala en proceso de cicatrización en una pierna. Otra cosa que había conversado con “El Armenio” es de su paso por la Brigada de Investigaciones de Banfield porque Hugo solía preguntar por Liliana Irma Ross, una compañera de su grupo, y Abachian le dijo que creía haber escuchado su nombre en el Pozo de Banfield.

    A partir de esto, el testimoninate detalló quién era Liliana y cuál fue su destino. La conocían de Chacabuco, era amiga de la novia -actual esposa- de Hugo. Explicó que en Chacabuco no eran cercanos y tampoco tenían una militancia compartida aunque por aquel entonces él participaba del Movimiento de Integración y Desarrollo de Frondizi. Cuando vinieron a La Plata, entre los años 1972 y 1973, el Centro de Estudiantes de Chacabuco fue un espacio que los reencontró; en 1976 Hugo fue elegido vicepresidente del Centro, junto con Pepe Casino, otro compañero desaparecido, que era presidente. Liliana también participó durante esos años pero con el tiempo tuvo mayores responsabilidades en la JUP y ya no era parte de la Comisión del Centro. Al momento de su desaparición, Liliana tenía alrededor de 21 años, había trabajado con el padre Zaccardi en un grupo católico, junto con sus compañeros habían fundado una biblioteca, le gustaba cantar y era la pareja de Adalberto Rosetti. Hugo contó que todos los compañeros participaron de un festejo y un brindis en honor a esa unión y fue en ese contexto que Liliana les contó que estaba embarazada de aproximadamente 3 meses. Fue secuestrada el 10 de diciembre de 1976, en el 2011 el EAAF identificó sus restos en el Cementerio de San Martín y determinó que había sido asesinada en febrero de 1977 en un falso enfrentamiento en Ciudadela, su embarazo no llegó a término.

    Ante la consulta por otras personas con las que compartió cautiverio, Hugo recordó que en Arana estuvo con Jorge Dimattía; con un suboficial de la Policía de la Provincia que cree recordar se llamaba Ramírez; Jorge Nici, un chico de City Bell que vivía en su casa; otro chico que no recuerda su nombre pero trabajaban en Automotores de la Policía de la Provincia; tres chicos muy jovencitos de Villa Elisa, uno de ellos recuerda que le decían “cepillo”; un muchacho coloradito, trabajador de SIAP que cumplía años el 29 de enero.

    De la Comisaría 5ta recordó al “Canario” Bagger un estudiante de Medicina; Juan Carlos “el Oso” Arrazola, de Cinco Saltos, también estudiante de Arquitectura; Guillermo Almarza, pareja de una muchacha de apellido Campi; Guillermo Araquistain, estudiante de Arquitectura, hijo de un oficial o suboficial de la Armada, había sido dibujante y trabajaba para la Editorial Columba, por otro compañero que recuerda como “Pulgar o Pulgarcito” y que también estuvo en la 5ta, se enteró que había sido liberado y llevado al Hospital Naval a recuperarse; Federico Baccini, un sacerdote que cree recordar era de Avellaneda; Juan Alberto Benitez, formoseño; Juan Carlos Bobadilla, le decían el “Negro Carmona”, Hugo cree que estudiaba Derecho, también estaba su compañera “Perica” Troncoso; José Alberto Cassino, presidente del Centro de Estudiante de Chacabuco, también había sido del grupo Parroquial y estaba también su esposa Clarissa García, con quien se había casado pocos días antes del secuestro; “El Mancha”, Miguel Castro Sotelo, estudiante de Medicina que jugaba al rugby; Luis Alberto Ciancio Alegre era militante del PCML, de Berisso, jugaba al fútbol en Gimnasia, había estado su compañera, Patricia Dillon pero no estaba en el mismo momento en el que estuvo Hugo; Carlos De Francesco, oriundo de Gonzalez Chavez, era químico; Elena de la Cuadra; Ricardo Díaz Anselmi, de La Plata; Roberto Nando Falivene, estudiante de periodismo, le gustaba mucho la fotografía, tenía dos hijos que extraño mucho; Mario Feliz, también químico; Gabriela Gooley; Patricia Etchansky y su esposo Francisco Simón; Gabriel Diademarco, le decían “Petardito” su caso era un poco raro porque lo habían secuestrado por poner un petardo en lo de un vecino; Miguel Ángel Iglesias; Miguel Laborde, también del grupo de químicos; Héctor Maldatti, le decían “Sam” y era del PCML; Miguel Odorizio, de Concordia, era responsable de la UTN y estaba también su compañera, Inés Menescardi o “Fini”; Leonardo Montesinos, de Tres Arroyos, estudiante de Medicina; Inés Ortega de Fosatti, sobre la cual recordó el día tan intenso del nacimiento de su hijo Leonardo; Juan Carlos Peralta, “el indio”, era estudiante de Derecho y venía de Contralmirante Cordero; Mauricio Reboredo, hijo del Juez que en aquel momento era “el abogado de calle 6”, un chico muy joven que había tenido una militancia secundaria muy importante; Eduardo Ricoy, “Coco”, era estudiante de Económicas, había sido herido y detenido en un operativo que realizaron en Ioma; Cristina Villarreal, a quien liberaron el mismo día que a Hugo; Diana Wlichky de Martinez, que estaba embarazada y su niñe que debió nacer en mayo-junio de 1977 continúa desaparecide; y después estaban los chicos, menores de edad, José Sabino Abdala y María Eugenia Gattica Caracoche. Hasta aquí son personas que vio o escuchó, con los varones compartió celda y a las mujeres llegó a escuchar que charlaban con sus compañeros desde una mirilla en las contadas oportunidades que se acercaban al baño.

    En la Comisaría 5ta también vio a Adriana Calvo, que tuvo a su hija Teresa en un auto y fue llevada posteriormente a la Brigada de Investigaciones de Banfield; una vez que ambos fueron liberados, Adriana le contó que allí estuvo con Patricia Huchansky, Simón, Mario Mercader, Anahí Fernandez, Odorizio, Menescardi, Bobadilla y Troncoso. Hugo también explicó que con el tiempo se enteró de otros que estuvieron en el mismo momento que él en la 5ta, pero que no llegó a ver porque estaban en otra celda y era otra patota la que los vigilaba. Algunos de sus compañeros si lograron recordarlos y los han nombrado en otros testimonios: Fossatti, Baratti, Bonafini y algunos más. Acerca del papel que han cumplido los sobrevivientes explicó que “en algún momento yo me quise olvidar de todo, después traté de acordarme. Es una lucha interna esa”.