Audiencia del 22 de febrero de 2022

    La persecusión genocida contra el movimiento obrero en las fábricas SIAM y Peugeot

    Los casos de trabajadores en SIAM-SIAT de Avellaneda y de la planta de Peugeot de Alpargatas que fueron víctimas de la represión en 1977 fueron mencionados en el juicio a través de los testimonios de Roberto Tedoldi y Sergio Maly.

    Roberto Tedoldi, fue convocado por ser compañero del barrio y de militancia de Alfredo Patiño declaró el martes ante el Tribunal Oral Federal Nº 1 de La Plata. Se emocionó al hablar de su amigo “Patiño” y recordó cuando comenzaron a trabajar en SIAM. “Con Alfredo nos conocíamos antes de entrar a trabajar en SIAM, del barrio, en Lanús. Un día un compañero de la comisión interna de SIAM nos invita a entrar a trabajar ahí”, explicó Tedoldi en la audiencia número 56 de este juicio que se lleva a cabo de forma virtual por la pandemia de Coronavirus.

    Durante el testimonio surgieron otros nombres de integrantes de la fábrica son casos en este juicio, en particular los de Carlos Robles y Américo Aguero. Alfredo Patiño fue secuestrado el 11 de agosto de 1977. Carlos Robles y su esposa Martina Concepción Espinoza, el 13 de septiembre de 1977. Américo Aguero y su compañera Eva Gómez el 4 de octubre de 1977.

    El testigo refirió que junto con Carlos Robles entraron en la fábrica “a fines de 1961”. “Eramos todos peronistas”, sostuvo. Ya en la fábrica se enteraron de los conflictos y se agruparon políticamente. Hizo hincapié en la persecución que emprendió contra ellos la “burocracia sindical” cuando ya eran orgánicos de Montoneros y luego de la Columna Sur. “Al mes y algo de estar en la fábrica, desde la comisión interna inventan un conflicto para parar la fábrica (…) Por propia intuición nos pusimos al frente del conflicto”, relató antes de precisar que la patronal mandaba a los trabajadores a pintar, a hacer arreglos en la planta de Valentín Alsina, es decir tareas que no eran propias de esa fábrica. Las “caras visibles” de este conflicto fueron Roberto y Alfredo Patiño pero también otros gremialistas que eran parte de la fábrica antes que ellos ingresaran: Cisneros, del Partido Comunista, Agüero, que cree recordar estaba cerca del socialismo, y otro grupo de delegados históricos.

    “Yo hacía trabajo político- territorial y en la fábrica, como tenía tremendas ganas de cambiar la historia estaba en todo, participaba de todo. El problema más grande que teníamos era la seguridad”. A lo largo de esos años, se vincularon con Descamisados y con la organización Montoneros, desde donde –sostuvo- “se lanza la propuesta de la Juventud Trabajadora Peronista” (JTP). No tardaron en llegar las “listas” de trabajadores que había que perseguir, armadas entre “la burocracia sindical y la fábrica”. “El de Personal manejaba muy bien a la comisión interna y al cuerpo de delegados. El fue quien hizo la lista junto con éstos”, sostuvo Tedoldi.

    En enero de 1976 se van de la fábrica Patiño, Robles y él y empiezan a buscar trabajo porque tenían varias bocas que alimentar. “Yo tenía una nena y Patiño tenía a sus tres chicos. En Lanús conseguimos trabajo en la fábrica de cables”. Tiempo después, Patiño y otros compañeros de SIAM, entraron a trabajar en Molinos Río de La Plata, contó Tedoldi, quien en abril de ese año supo por dos compañeros que Patiño había sido secuestrado “y lo habían fusilado a dos cuadras de la cancha de Banfield”.

    Alfredo Emilio Patiño, “el flaco” o “Tito”, tenía 31 años, era un cuadro gremial de Montoneros y fue secuestrado el 11 de agosto de 1977. Estuvo en cautiverio en el Pozo de Quilmes y luego fue asesinado. El testimoniante supo, ya en democracia, que “Patiño y Robles” habían estado en ese centro clandestino de tortura y exterminio de la zona sur. La fiscalía le consultó por otros integrantes de la JTP del barrio, en particular si recordaba a “Batitú”. Tedoldi contó que era también un referente del barrio. “Batitú” era el apodo de Pedro Alberto Ortiz, secuestrado el 6 de julio de 1977.

    Tedoldi concluyó su declaración como testigo agradeciendo al Tribunal y exhortándolos con la voz entrecortada a que “descubran la verdad (…) mataron a mis compañeros” y resaltó la importancia de que se sepa lo sucedido.

    Alberto Maly, desaparecido durante un año

    “Mi papá trabajaba en la sección de estampado, en la parte de mantenimiento eléctrico. Estampado es donde hacen la carrocería (…) El se encargaba del mantenimiento de las prensas”, explicó al Tribunal su hijo mayor, Sergio que por entonces estaba haciendo el servicio militar en Campo de Mayo. La planta de Peugeot estaba en Alpargatas. Ellos vivían en Plátanos. Según detalla el propio Alberto en su testimonio en los Juicios por la Verdad en julio de 2004, había liderado el movimiento fabril de noviembre de 1975, en el que los trabajadores de las plantas automotrices realizaron una huelga por reclamos salariales. Las negociaciones continuaron incluso luego de que el Ejército interviniera la fábrica; su papá y otros 12 compañeros habían sido elegidos delegados para “hablar con los militares que habían tomado la fábrica porque había un paro”, según explicó el testimoniante al hacer referencia al clima que se vivía en esa planta.

    Alberto Maly llevaba más de 10 años trabajando en Peugeot. “A todos los que estuvieron en esa comisión se los llevaron y varios continúan desaparecidos”, sostuvo Sergio que mencionó que uno era el “ingeniero Guidi” y otro era Fiore , creo que eran de Berazategui”. Se refería así a Enzo Fiore y Jorge Guidi, también casos de este juicio. También mencionó a otros que sobrevivieron y luego reencontraron en Europa: los hermanos Favazza y Santos Boria Su declaración fue guiada por Luz Santos Morón, una de las abogada querellantes del colectivo Justicia Ya.

    Su padre tenía 44 años cuando el 16 de septiembre de 1977 una patota irrumpió en su casa en Plátanos donde estaba su madre, María Angélica Agüero y su hermano menor. A su padre lo torturaron todavía “estando en casa” y a su madre la obligaron a cocinarles. Lo secuestraron durante un período breve y cuando regresó mostraba claras evidencias de haber sido sometido a tormentos. “Justo esa semana no me dejaron salir del cuartel”, precisó el testimoniante que era conscripto, por lo que supo lo ocurrido a la semana siguiente al volver a su casa, y no tuvo mejor idea que llamar a Campo de Mayo y avisar lo ocurrido. “Me dijeron que me quedara en mi casa. Al rato apareció la policía con una camioneta (…) más tarde unos soldados se lo llevaron al cuartel” donde estuvo hasta diciembre en los calabozos.

    Los represores obligaron a su padre a tenderle una trampa a Eduardo Rosen, un muchacho al que había ayudado para entrar a trabajar en Peugeot. Sergio explicó que Rosen era militante montonero y cree recordar que era de Ezpeleta. En esta oportunidad, también fue emboscada la esposa de Rosen, que el testimoniante no reconoció como tal pero era Susana Beatriz Pugliese. Susana murió en el lugar. Posteriormente, durante su secuestro, Maly vio el cuerpo de Rosen sin vida en un pasillo del centro clandestino de detención, la Brigada de Investigaciones de Quilmes.

    Recordatorio Página/12, 2019

    Maly le contó su hijo de los diferentes tormentos a los que eran sometidos. Por ejemplo, los sacaban de su celda y los hacían formar fila, algunos compañeros eran apartados y nunca más volvían a verlos. En un intercambio con un represor Maly supo que cuando se los llevaban era “al avioncito, los tiraban al río”. Según sus propias conjeturas, los detenidos eran tirados al mar desde aviones en el IMPA (sigla de las viejas Industrias Metalúrgicas Plásticas Argentinas donde ya a fines de los ’70 funcionaba la Escuela de Aeronáutica de Quilmes).

    Sergio relató que durante el secuestro de su padre, fueron con su madre a las comisarías y a la iglesia Stella Maris a preguntar por él, hasta que un hombre que levantaba quiniela les avisó que había compartido cautiverio con Alberto Maly en la comisaría de Valentín Alsina. “Inmediatamente nos apersonamos en la Comisaria. Después de ir dos o tres veces, un policía bajo cuerda nos dijo ‘vayan al regimiento 3 de La Tablada’. Me presenté como soldado y me dejaron pasar. Ahí conocí al capitán Juan quien gestionó la libertad de mi papá”. Ese mismo militar, de quien nunca más supieron nada, “le hizo un certificado de desaparecido” a su papá que quería volver a trabajar en Peugeot.

    En las charlas posteriores que pudo tener con su padre, cuando éste “nos contó que había estado en el Pozo de Quilmes (…) me contó de la tortura (…) que cada tanto los hacían salir de su celda, formar fila y elegían gente que se la llevaban y no los volvían a ver nunca más”. Maly supo que estaba en Quilmes porque desde el tercer piso se veía una parte del techo del hospital de esa localidad. Allí, Alberto Maly estuvo en cautiverio con Alcides Chiesa, sobreviviente fallecido el 10 de abril de 2017. En Valentín Alsina estuvo con un matrimonio paraguayo de apellido Rúa.

    En septiembre del 78 su padre apareció en una lista de detenidos que pasaban a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN). Lo vinieron a buscar y se lo llevaron a la Unidad 9. “Se comió un año más”, sostuvo su hijo. La familia se fue del país en 1979. “Estando en el exilio tuvimos tiempo para charlar de todo lo que había pasado y para poder asimilarlo”, contó. Su papá falleció el 12 de febrero de 2006 y su mamá el 10 de febrero de 2016.

    La próxima audiencia será el martes 8 de marzo a las 8: 00 hs. Se trata de la primera audiencia con modalidad semipresencial, ya que las partes y los testigos estarán en la sala de audiencias, con público reducido.

    Nota original: Gabriela Calotti

    Aportes: Programa de Apoyo a Juicios UNLP