Juicio Brigadas Banfield Quilmes Lanús. Reseña Audiencia 76

     

     

    Pozo de Banfield: centro clandestino previo a la dictadura cívico-militar

     

     

    El funcionamiento de la Brigada de Investigaciones de la Policía Bonaerense de Banfield como centro clandestino de detención, tortura y exterminio desde años antes al golpe cívico-militar quedó en evidencia de forma contundente a partir de los testimonios de sobrevivientes que esta semana declararon en La Plata.

    Los testimonios de Dalmiro Suárez, su hermana Nelfa y Silvia Negro, y de Victoria Moyano Artigas, nacida en cautiverio en lo que sería conocido como Pozo de Banfield, dieron cuenta del funcionamiento de esa repartición de la Bonaerense como centro clandestino desde 1974, es decir en los últimos años del gobierno democrático encabezado por Estela Martínez de Perón. Dos años antes del golpe cívico-militar, los testimonios ya ubicaban al comisario mayor Juan Miguel Wolk, imputado en este juicio, en esa Brigada de la Bonaerense. También ubicaron al ex jefe de la Bonaerense, Ramón Camps, en operativos de secuestro.

    Sus declaraciones ante el Tribunal Oral Federal Nº1 de La Plata en el marco de la audiencia número 76 del juicio por los delitos de lesa humanidad perpetrados en las Brigadas de Investigaciones de la Bonaerense en Banfield, Quilmes y “El Infierno” de Lanús, que tuvo lugar el martes pasado, dieron cuenta de la vinculación que existía en la etapa previa al golpe entre Banfield y otros centros clandestinos como Puente 12, Coti Martínez, Coordinación Federal, Brigada de San Justo y Brigada de Quilmes, que funcionarían a pleno después del 24 de marzo de 1976, como quedó demostrado también en otros juicios pos delitos de lesa humanidad en el marco de un genocidio como el Juicio Circuito Camps.

    “Soy santiagueño. Mi familia toda es santiagueña. Mi papá Santos, mi mamá María Alejandra y cinco hermanos: Omar Geralio, Nora Fidelia, Nelfa Rufina, yo y mi hermano menor Arístides Benjamin”. Así comenzó su testimonio con voz pausada Dalmiro Suárez, el único hijo varón que sobrevivió al genocidio. Su madre, una mujer de origen campesino de un pequeño pueblo llamado Pozo Hondo, “terminó siendo una activa Madre de Plaza de Mayo”, aseguró.

    Su padre había sido hachero de La Forestal, trabajador en la zafra en Tucumán y activista gremial. Fue en Tucumán donde nacería su primer varón, Omar. Era una familia donde se hablaba de política, de luchas, de reclamos sociales. Yrigoyenistas primero y muchos de ellos peronistas después, en los años 60 se fueron a Buenos Aires en busca de trabajo.

    El mayor, Omar, se quedó en Santiago para terminar la escuela técnica. Tiempo después se vino al Conurbano y empezó a trabajar en la Municipalidad de Quilmes. Primero empezó a militar en Acción católica, luego en el peronismo y más tarde en la JP y Montoneros, contó Dalmiro de forma presencial.

    Dalmiro nació en 1952. Veinte años después, la masacre de Trelew, perpetrada el 22 de agosto de 1972, marcó un punto de inflexión. Para entonces, Dalmiro ya estudiaba bioquímica y era amigo de Carlos Hold y de Enrique Pocchetti, ambos permanecen desaparecidos. También estaba Laura Donato, la compañera de Hold. “Ahí empezó nuestra militancia más firme. Yo comencé a militar en el PRT. Después empezaron Ari y Nelfa. Laura, Carlitos”… agregó.

    El asesinato del abogado y diputado Rodolfo Ortega Peña en julio de 1974 por parte de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) fue otro episodio que no olvidarán porque hubo represión y detenciones y “ficharon a mucha gente que luego aparecería en las listas de las Tres A”, sostuvo.

    En octubre, su hermano Ari, que tenía 20 años, moría asesinado en una acción del PRT. “A partir de ahí la seguridad nuestra ya no era posible”, contó y dijo que los otros hermanos “decidimos irnos de mi casa”.

    El 13 de noviembre fueron detenidos en su casa de Bernal él, su hermana Nelfa, Rosa Delfina Morales, que estaba embarazada. Su compañero, Jacinto Saborido, había sido asesinado junto a su hermano Ari. También estaba María Esther Alonso, la pareja de su hermano Ari y Víctor Manuel Taboada.

    Ahí mismo lo llevaron a lo que más tarde sabría que era la Brigada de Quilmes, donde “me obligaron a abrir la boca, me metieron un aparato y supe qué era cuando hicieron la primera descarga eléctrica”. Allí vio al “coronel” y dijo que años después identificó dos fotos: Anibal Gordón y a Rodolfo Almirón.

    La tortura en Quilmes fue permanente. Junto a él apareció detenido Victor Manuel Taboada, el marido de Nelfa. Y también María Esther Alonso, la compañera de su hermano Ari.

    El relato de Dalmiro Suárez dio cuenta de la conexión que existía entre varios centros clandestinos. De Quilmes los llevaron a Puente 12, donde él y Víctor fueron literalmente colgados de ganchos en las paredes. “A Víctor lo torturaron con muchísima saña. Fue tremendo. Tremendo”, aseguró y contó la violencia mayúscula que se apoderó de sus torturadores cuando “Víctor se presentó como sargento del ERP”.

    Lo volvieron a llevar a Banfield. Alí supo que estaba su hermana Nelfa. A Víctor también lo llevaron allí. Supo que hasta el 16 de noviembre, Víctor estaba vivo.

    “Me entero de que Víctor Manuel lo habían encontrado muerto en una celda. Yo pensaba que había muerto en Puente 12 por la tortura”, contó antes de referirse al encubrimiento que rodeó la muerte de su cuñado.

    “El 16 de noviembre de 1974 a las 20hs entra el oficial Félix Madrid y hace el recorrido y dice que Victor Manuel estaba en su celda vivo. El 17 de noviembre a las 7 de la mañana Carlos Zamudio que es un agente dice que cuando llega a la celda de Víctor Manuel que no se mueve, Madrid le comunica a su superior Juan Wolk. El 18 de noviembre, trasladan el cadáver al hospital de Avellaneda para la autopsia”, agregó.

    Su hermana Nelfa brindó detalles luego en la misma audiencia asegurando que tiene un certificado de defunción pero no tienen el cuerpo. Dalmiro indicó que el cadáver fue secuestrado de la morgue por un grupo de civiles y un uniformado.

    De Banfield, Dalmiro mencionó a Silvia Negro, a Nelfa, y a Susana Mata, pues las tres estaban embarazadas. También recordó a Lucía León, a Nélida Ramos, Alejandro Barry, María Esther Alonso y Jorge Saravia.

    Dalmiro Suárez permaneció en Banfield hasta el 27 de diciembre. De allí fue trasladado a la Unidad 9 de La Plata donde estuvo hasta 1978. Las mujeres fueron llevadas a la cárcel de Olmos.

    Estando preso en la U9 la persecusión a su familia se acrecentó. Su esposa, Olga Lutiral y su hermana Nora fueron secuestradas. Igual que su hermano Omar.

    . A Omar le decían “El Chino”. “De mi hermana Nora y de Olga y de Víctor Manuel seguimos sin saber nada”, sostuvo.

    Según un sobreviviente del Pozo de Quilmes alguien llamado “El Chino” estuvo también en ese centro clandestino. Esa misma persona reconoció posteriormente a su hermano en una foto. Alcídes Chiesa también dijo que lo vio en Quilmes.

    “La familia quedó reducida a mi hermana y yo que sobrevivimos. Y a mi sobrino, el hijo de Nelfa, que nació en la cárcel de Olmos”, contó con la voz apagada Dalmiro, “El negro” Suárez, que retomó unos versos del poeta Roberto Santoro, militante del PRT desaparecido, para quien “el recuerdo es una aguja que teje y desteje permanentemente”.

    El 18 de octubre de 1983 recuperó la libertad.

    “Yo ya no estoy esperando que se haga justicia después de 48 años

    de espera”, sostuvo Suárez antes de volver a reclamar por Carlos Tachela, Roberto Leonardo, Alfredo Manachian, Carlos Hold y Elena Rinaldi, que fueron detenidos e integran las listas de desaparecidos.

    La hermana sobreviviente

    Nelfa Suárez tenía 24 años y Víctor Manuel Taboada tenía 27 años.  Se casaron en 1973. El militaba en el PRT y era combatiente del ERP. Poco antes de enterarse de que estaba embarazada, él viaja a Tucumán para formar parte de la Compañía Monte.

    “Como era un embarazo de riesgo, a él le permiten volver a Buenos Aires para compartir conmigo”, pero en esos días, asesinan a su hermano Arístides y estando en Bernal, en noviembre de1974, los detienen.

    “Ya era una época bastante álgida. Los grupos parapoliciales estaban actuando. Se sabía que había detenciones y hasta desapariciones”, afirmó ante el Tribunal.

    A ella y a Delfina las llevaron a la Comisaria de Bernal.

    Da allí la llevaron a Banfield y de ahí a la cárcel de Olmos, donde recordó claramente a una partera, a la que identificó como Hilda Delgadillo. “Me decía que me cuidara y que me alimentara mejor porque el embarazo venía difícil”. Más tarde sabría que esa partera “fue desaparecida en la U8 de Olmos”.

    Insistió para que la llevaran a la Maternidad de La Plata porque sabía que estaba pasada de fecha de parto. Tuvo a su hijo Víctor Benjamín por cesárea.

    Su familia la visitaba en la cárcel de Olmos y le comentaban que “se veía que se estaba armando algo peor. Era todavía un gobierno pseudo-demodrático”, recordó, antes de contar el endurecimiento de las condiciones carcelarias tras el golpe y su traslado a la cárcel de Villa Devoto. Tiempo antes, había logrado sacar de Olmos a su hijo, que ya estaba con su abuela materna.

    El 4 de febrero de 1977 secuestran a su hermana Nora y a su cuñada Olga y poco después su madre le cuenta que su hermano Omar estaba desaparecido.

    Salió en libertad en 1983, cuando su hijo ya tenía 8 años.

    Estando en la casa de sus padres fue citada por el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Adolfo Gabrielli. Fue acompañada por un abogado de la Liga por los Derechos del Hombre.

    Al brindar precisiones sobre el encubrimiento que rodeó el asesinato de su marido y la desaparición de su cadáver, Nelfa Suárez recordó que aquel día “Gabrielli empieza con un interrogatorio y me amenaza que no me olvide que estoy con libertad vigilada y que ‘todavía somos gobierno. Que sepa que me están vigilando en mi domicilio. Y entre todo esto me dice que tengo 48 horas para ir a buscar el acta de defunción de Victor Manuel Taboada al Juzgado Nº2 de La Plata”.

    “Le pregunto dónde está el cadáver y me dice ‘a no sé, búsquelo’”, agregó antes de precisar que así hizo y que en el acta de defunción figura el domicilio de los “represores que habitan la Brigada de Banfield”. El acta precisa que Victor Manuel había fallecido “por un infarto de miocardio” y llevaba la firma del “Dr. Marchión”.

    Nelfa Suárez aseguró que una sola vez un seguridad de Banfield le confirmó que Taboada estaba también ese centro clandestino.

    Graciela Di Lauro fue otra sobreviviente que le dijo que estando también allí había escuchado que “Victor Taboada se les había quedado en la tortura”.

    Nelfa Suárez concluyó su extensa declaración con un poema de Julio Gallardo, sobreviviente, que entre sus versos dice “fuimos pasión y grito, rebeldía acumulada de frustradas generaciones anteriores (…) quizá volamos muy cerca del sol (…) ocurrió en un gran país del siempre jamás (…)” y con la consigna “¡30 mil desaparecidos presentes, ahora y siempre!”

    “Para nosotros no ha habido demasiada justicia”

    “Han pasado 48 años, son muchos años, desde la vez que nos detuvieron. Y pasaron 20 años entre la declaración de la Conadep y el primer juicio. Son muchos años. Quizá en algún momento todo esto tenga una resolución. Mucha gente ya no está. Por ejemplo la mamá de Roberto …. Para nosotros es importante que exista la justicia. Para nosotros no ha habido demasiada”, afirmó Silvia Nieves Negro, detenida un año y medio antes del golpe cívico-militar por un grupo civil armado que se “autodefinió como Triple A”, según relató esta sobreviviente que perdió a su compañero, Roberto Leonardo y muchos otros jóvenes compañeras y compañeros.

    Roberto tenia 23 años y ella 25. Tenía un embarazo de dos a tres meses.

    La madrugada del 14 al 15 de noviembre de 1974 Silvia estaba junto a otros cuatro compañeros en una casa en la calle Colombia de Lanús. “Entraron con armas y gritaban. Eran muchos. Con los años reconozco al que dirigía como (Ramón) Camps”, sostuvo el martes ante el TOF Nº1.

    Primero los llevaron a la Comisaría 1ª de Lanús y esa misma noche a la Brigada de Banfield, donde estuvo hasta el 5 de diciembre. Nelfa también estaba embarazada. Había otras dos chicas embarazadas: Delfina Morales y María Esther Alonso, que daría a luz a mellizas.

    Durante su relato, Silvia fue contundente al afirmar que la persona que escuchaba quejarse en una celda posterior “era Víctor Taboada. Había ingresado el mismo día que nosotros. Después del 16 no se lo escucha más. Evidentemente el fallece en el Pozo de Banfield porque cuando la familia vuelte para traer alimentos les dicen que él no estaba ahí”.

    “Y a los pocos días aparece como muerto en un enfrentamiento. Cuarenta y ocho años después sabemos que murió en el Pozo de Banfield”, sostuvo Silvia Negro, que refirió al Tribunal una serie de recortes de diarios de aquel entonces en los que se afirmaba que Víctor había sido detenido con toda la familia Suárez el 15 de noviembre.

    Junto con Silvia, que cuando fue detenida estaba en cuarto año de Medicina, estaban Laura Franchi, Alejandro Barry, Susana Matas, Lucía León. Dalmiro Suárez, María Esther Alonso y Nelfa Suárez, y atrás Victor Taboada. Esos son los que mas recuerdo.

    Después de llevarla a declarar en un juzgado en La Plata en diciembre, la legalizan en la cárcel de Olmos, de donde salió al año siguiente para dar a luz a su hijo. Y en 1976 la trasladan a la cárcel de Devoto.

    Silvia declaró también ante la organización humanitaria internacional Amnistía Internacional en noviembre de 1976 y denunció que fue secuestrada junto con Alfredo Manachian, Roberto Leonardo, su compañero y padre de su hijo y Carlos Tachelas. “A ellos se los lleva el grupo de civil y nunca figuran como detenidos”. Por Dalmiro Suárez pudo saber que Carlos Tachelas estuvo secuestrado también en Puente 12 y que estaba “en muy mal estado”.

    “Yo declaro en Amnistía que esas tres personas no aparecieron más”, afirmó.

    “En Banfield nos sacaron las vendas y nos hacen una causa legal por tenencia de armas que había supuestamente en la casa”, precisó. Luego interrogada por la fiscal Ana Oberlín indicó que en reconocimientos fotográficos en juicios anteriores al actual reconoció a Wolk y lo ubicó en el Pozo de Banfield aunque en aquel momento no sabía su identidad. “

    Roberto Leonardo integra la lista de 1070 desaparecidos italianos en la Argentina.

    María Victoria Moyano Artigas, nieta restituida

    “El Pozo de Banfield fue un centro clandestino del Plan Cóndor y no empezó en el 76, empezó antes”, sostuvo de forma rotunda María Victoria Moyano Artigas, hija de María Asunción Artigas y de Alfredo Moyano, ambos desaparecidos, que recuperó su verdadera identidad a los 9 años.

    Hoy esa beba que nació en cautiverio en Banfield tiene 43 años. En todo este tiempo se dedicó no sólo a escuchar el relato de sus abuelas sino que investigó por su cuenta, leyó testimonios, cruzó información, reclamó documentación al Estado uruguayo y reconstruyó de alguna manera los pasos de sus padres para reivindicar su memoria en busca de verdad y justicia.

    “Mis padres se conocieron en Uruguay. Ambos eran militantes obrero estudiantiles”, indicó antes de referirse a la persecución que la dictadura uruguaya y en especial de José Nino Gavazzo, jefe de inteligencia militar en ese país.

    “La familia Artigas fue perseguida de conjunto. Los hermanos de mi mamá fueron víctimas de la dictadura: Alberto, Rubén, y Dardo”, indicó.

    Sus padres, ya perseguidos y encarcelados en Uruguay, se casan y los primeros días de enero de 1974 viajan a la Argentina. Su madre pidió el estudo de refugiada ante el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

    Al momento de su secuestro en su casa de Berazategui María Asunción tenía 27 años y Alfredo 22. Ambos militaban en el Movimiento de Liberación Nacional (MLN). En 1975 fueron víctimas de un primer secuestro, del que también fue víctima su abuela paterna, Enriqueta Santander. En su casa de Palermo fueron detenidos por personal uruguayo.

    “Estuvieron tres días en la Brigada de San Justo”, sostuvo, dejando en claro, una vez más, que ya para entonces había reparticiones de la Bonaerense integradas en un plan represivo. “Mi madre reconoce a Gavasso porque era el que había ido permanentemente a su domicilio” en Montevideo.

    “Esa detención fue parte de un operativo que llevaron adelante fuerzas conjuntas uruguayas y argentinas”, afirmó la sobreviviente que mencionó un memorándum desclasificado por la secretaria de Derechos Humanos de Uruguay del cual presentó una copia al Tribunal.

    “Lo que quiero decir es que para llegar a San Justo a la desaparición de mis padres hubo una persecusión previa, secuestro, tortura desde al menos 1975”, enfatizó.

    Tras ese primer secuestro del que fueron liberados, sus padres continuaron militando hasta diciembre de 1977 cuando son detenidos en Bernal luego del secuestro en Montevideo del dirigente montonero Oscar De Gregorio.

    Ese operativo contra los Grupos de Acción Unificadora (GAU) en Uruguay desembocó en la persecusión de los GAU en la Argentina, como quedó planteado en este juicio en numerosas audiencias anteriores.

    Sus padres son secuestrados el 30 de diciembre de 1977. Mas de una veintena de integrantes del MLN cae por esos días en diferentes puntos de Buenos Aires.

    “Mis padres estuvieron en el Circuito Camps… en Coti Martínez, Brigada de San Justo, Quilmes y Banfield. Mi madre estaba embarazada de mí, pero no lo sabía” y se dio cuenta al llegar al Pozo de Banfield, según le relataron a ella los sobrevivientes Adriana Chamorro, Eduardo Corro, Washington Rodriguez y Diego Barreda.

    “Quien confirma su embarazo es María Antonia que era médica. Estuvieron hasta distintas fechas. Sabemos que sistematicamente fueron llevados a Quilmes para ser torturados, pero eran devueltos a Banfield. Mi madre le contó a Adriana Chamorro que ya habia habido embarazadas que habian tenido sus hijos en Banfield como Aida Sanz, Yolanda Casco y que les habian quitado a las nenas”.

    Según la reconstrucción y los relatos a su padre se lo llevan en uno de los tres grandes traslados que se producen desde Banfield en mayo del 78. “Mi padre nunca pudo saber de mi nacimiento porque fue trasladado antes”. María Victoria nació en agosto de 1978.

    “Adriana me contó que durante el embarazo mi madre sufria ataques de nervios que podían ser ataques de epilepsia. Y que al Pozo de Banfield venía un médico de pelo ondulado y bigotes que había visto en la Brigada de San Justo.

    “A mi no me cabe duda de que esa persona era (Jorge) Vidal. Quien firma además mi partida de nacimiento y la de Paula Logares un mes antes”, sostuvo.

    En Banfield se apropió de ella el represor Oscar Antonio Penna que era el comisario de la Brigada de San Justo “y me regala a su hermano”.

    Sus abuelas, Enriqueta y Blanca Artigas, se enteraron de su nacimiento por Adriana Chamorro y Eduardo Corro. Gracias a su maestra de primer grado, Olga Fagundes, Abuelas de Plaza de Mayo recibió una denuncia sobre una nena que podia ser hija de desaparecidos. Allá fueron con su reclamo de justicia y el respaldo del juez Juan Ramos Padilla.

    El 27 de diciembre de 1987, el juez me dice que hay una familia biológica que me está buscando. Y el 31 de diciembre me convoca para conocer a mis abuelas.

    “Hoy tengo 43 años. Con mis 9 años pude valorar profundamente el esfuerzo que hicieron mis abuelas por encontrarme y por buscar a sus hijos. Encontrarme a mi no sustituia a sus hijos”, afirmó María Victoria Moyano Artigas.

    Sin embargo alzó su voz al considerar que “estos juicios son fragmentados, con pocos imputados, muchos se mueren, nos cuesta mucho saber la verdad, las abuelas han investigado un montón, los más jóvenes tratamos de investigar y llegamos acá y nos preguntamos qué vamos a saber, cuánta justicia vamos a tener”, agregó antes de precisar que declaró en muchos juicios y subrayar que “el Pozo de Banfield fue un centro clandestino del Plan Cóndor y no empezó en el 76, empezó antes”.

    “Hasta aquí fue muy difícil que en estos juicios se valoraran los delitos cometidos en niños. Nosotros buscamos justicia, pero también verdad”, sostuvo María Victoria, haciéndose eco de numerosos reclamos en ese sentido por parte de muchos sobrevivientes y familiares que han declarado en este debate oral y público.

     

    Por Gabriela Calotti

    Las audiencias pueden seguirse por los canales de La Retaguardia y La CPM.

    Más información en el Blog de Apoyo a Juicios UNLP