Audiencia del 15 de marzo de 2022

     

    En el regreso a las audiencias de modalidad virtual, declararon les hermanes de Patricia Huchansky y Santiago Cañas

     

    El daño irreparable del terrorismo de Estado

    Santiago Cañas, secuestrado en agosto de 1977 en La Plata, fue visto en el Pozo de Banfield. Desde entonces está desaparecido. Su hermana María Angélica había sido secuestrada en abril. Su madre María Angélica Blancá y su hermana María del Carmen, fueron asesinadas durante un feroz ataque contra su casa por fuerzas conjuntas que usaban esa práctica como “disciplinamiento social”.

    “Vengo aquí a hablar de mi hermano, Santiago Enrique Cañas, Tito, mi hermano querido, que fue visto en la Brigada de Investigaciones de La Plata y luego en el llamado Pozo de Banfield”, comenzó diciendo el martes Martín Horacio Cañas, testigo en este juicio por los delitos de lesa humanidad perpetrados en las Brigadas de la Policía Bonaerense de Banfield, Quilmes y Lanús, con asiento en Avellaneda.

    Según Martín, el menor de los cinco hermanos Cañas-Blancá, el secuestro de Santiago, ocurrido el 2 de agosto de 1977, “fue producto de la afrenta que significó para la dictadura militar y sus mandamaces y cómplices la interferencia televisiva a la pelea de box por el título mundial entre el feminicida Carlos Monzón y el colombiano Rodrigo Valdés con la emisión de una proclama que le decía al pueblo platense que ‘Montoneros estaba presente en los barrios’”.

    En efecto, el 30 de julio de 1977 Santiago Cañas junto con Daniel Mariani realizan la interferencia de la pelea por el título mundial. La hacen en bicicleta. “Posiblemente fue Santiago quien conducía la bicicleta. Interfieren Canal 2 y Canal 13 y pasan una proclama”, precisó el testigo en la audiencia número 58 ante el Tribunal Oral Federal Nº1 de La Plata que volvió a funcionar de forma virtual.

    En el último tramo de su exposición, Cañas presentó un resumen de una investigación que realizó años atrás junto a María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, fallecida el 20 de agosto de 2018, y Cristina Dithurbide, hermana de Mirta Noemí Dithurbide, Mimí, asesinada el 22 de noviembre de 1976 durante el asalto de fuerzas conjuntas a una de las tres “casas emblemáticas” de la ciudad de La Plata pertenecientes a la organización Montoneros.

    En el primer tramo de su exposición, Cañas enumeró cronológicamente, los golpes que su familia sufrió meses después de instalada la dictadura cívico-militar.

    “El 29 de julio de 1976 son secuestrados Roberto Castagnet, Julia Pozzo y su hermana Patricia Pozzo. “Yo militaba con Roberto en la JUP en la UTN y Julia militaba con mis hermanos Angélica y Santiago. El 22 de agosto del 76 es secuestrada mi prima Maria Blancá y luego es dejada en libertad. En su encierro pudo tener contacto con Julia Pozzo, no estaban muy seguros si fue en La Cacha o en Arana”, precisó Cañas.

    “El 15 de abril de 1977 es secuestrada mi hermana María Angelica. Ella militaba en la UES y el 20 de abril es allanada la casa de quien era mi suegra, Adelina Alaye” que allí vivía con su hija (María del Carmen), y con Angélica” Cañas.

    El 3 de agosto, al día siguiente del secuestro de su hermano, fuerzas conjuntas, que incluían militares, policías, gendarmería, civiles de la Concentración Nacional Universitaria (CNU, bandas paraestatal de ultraderecha peronista armada) y hasta bomberos, llevan adelante un cruento ataque contra la casa de su madre, ubicada en 134 y 39. Su padre logra recuperar a las dos criaturas que estaban en esa casa, Ernesto, su nieto y Cecilia Porfirio, de año y medio.

    Nieves Luján Acosta, sobreviviente del genocidio, aseguraría ante la justicia haber visto a su hermano Santiago en la Brigada de Investigaciones y luego en el Pozo de Banfield, explicó el testigo.

    El ataque a tres casas emblemáticas

    Durante su declaración, Martín Cañas explicó que a raíz de la relación que tenían en aquellos años su hermano Santiago y Daniel Mariani, el hijo de Chicha, que permanece desaparecido al igual que Diana Teruggi, su compañera y madre de Clara Anahí, él y Chicha decidieron analizar los ataques a tres casas emblemáticas en las que funcionaban las áreas de Documentación, Prensa y Taller de la organización Montoneros en esta ciudad.

    “En la madrugada del 22 de noviembre del 76 hay un ataque en la casa de 63 entre 15 y 16, numero 1043, conocida como Documentación. Son asesinados “Chingo”, Adolfo José Berardi, estudiante de Ciencias Económicas y “Marisa”, Isabel Gau de Berardi que estaba embarazada casi a término y estudiaba Biología”, precisó Martín Cañas, antes de indicar que el hijo de ambos, Nicolás Berardi “Bichicuí” pudo ser recuperado por su abuelo..

    Ese mismo día “es atacada la casa de 139 entre 47 y 49, en Gambier, que es conocida como “Taller”. Allí fueron asesinados “Amalia ” que era Nélida Aída D’ippólito, responsable de la columna de La Plata; “Peter” Enrique Tomas De Simone; “Manuel,” Miguel Angel Tierno, y “Malena” o “Cristina2 que era Maria Graciela Toncovich. Tambien son asesinados, Leandro, Raúl Montes y Mimí, su compañera, Mirta Noemi Dithurbide”, mencionó.

    El 24 de noviembre del 76 es atacada la casa de 30 entre 55 y 56, la casa de “Prensa”. “Ahí son asesinados, “Didí” Diana Esmeralda Mariani de Teruggi, ” Abel”, Roberto Porfirio (…) “Conejo”, Daniel Mendiburu; el “Colorado”, Juan Carlos Peiris y suponemos que podía haber estado Alberto Oscar Bossio, el Negro”, puntualizó.

    Cañas precisó que a través de dicha investigación llegaron a la certeza de que el “cañonazo que vuela la ventana que da a la calle” de la casa de 30 no fue efectuado al inicio del operativo sino al final. “Ese cañonazo tuvo un efecto propagandístico. Fue un hecho para que escuchara en toda la ciudad. En esa época era una ciudad baja, con pocos edificios, en un terreno plano, entonces el sonido viaja fácilmente”, explicó.

    “Una de nuestras hipótesis de trabajo fue que estos operativos realizados en forma desproporcionada buscaban el sometimiento de la población, el terror, el terrorismo de Estado”, sentenció.

    Su madre María Angélica y su hermana María del Carmen Cañas de Valiente fueron asesinadas durante el ataque a la casa materna.

    “Ahí las fuerzas intervinientes fueron el Regimiento VII de Infantería, la Comisaría 4ta de La Plata, Gendarmería Nacional; el BIM 3 (Batallón de Infantería Mecanizada), Policía Federal, el Servicio de Inteligencia del Estado y la CNU, posiblemente haya partidipado Néstor Beroch”, indicó Cañas, antes de mencionar la presencia durante el ataque del coronel Roque Presti, del general Ramón Camps, del director de Investigaciones de la Bonaerense, Miguel Osvaldo Etchecolatz, entre otros.

    El testigo subrayó que “el ataque desproporcionado” fue “un arma de control social utilizando a nuestros familiares como excusa para el disciplinamiento social” y precisó que “tanto en la casa de mi madre, como otras, el operativo terminaba con un gran incendio. Un incendio borra huellas”, sostuvo.

     “La gran ferocidad en los ataques buscaba que toda la población se enterase de que había un operativo”, afirmó el testigo. “Su objetivo político era que la gente de la ciudad escuchara detonaciones de todo tipo de armas, inclusive cañones. Su objetivo propagandístico era instalar el miedo, es decir el terrorismo de Estado”.

    “Nuestra familia, Tito, Angélica, yo, Carmen, éramos militantes de base. No éramos gente que estuviera a nivel elevado en Montoneros ni mucho menos. Éramos una familia sensible ante la situación. Entonces a nosotros nos usaron para domesticar al pueblo”, aseguró.

    “Después del ataque a las tres casas (…) las fuerzas represivas creían que ya toda la resistencia en La Plata estaba acabada. Entonces la interferencia fue muy importante porque se demostró que todavía había presencia en La Plata” y por ese motivo “la represión fue desmedida para tratar de domesticar a la población”, precisó.

    “Toda la familia fue destrozada”, sostuvo Cañas que luego de vivir en varias ciudades del noreste del país, se exilió en Francia. “Mi vida cambió. Mi vida fue otra”.

    Patricia Huchansky y el recuerdo de Adriana Calvo

    Patricia Huchansky era peronista y trabajaba en el Policlínico platense. Tenía 27 años. El 7 de febrero de 1977 fue secuestrada en su casa en City Bell. Sus hijos pequeños quedaron a cargo de unos vecinos que horas más tarde le contarían lo ocurrido a su esposo, Carlos Francisco Simón, secuestrado antes de que terminara el día.

    “Tuvimos la suerte que no tuvo otra gente de saber todo el circuito que recorrieron ellos porque Adriana Calvo y Miguel Laborde, sobrevivientes, lo primero que hicieron con sus hijos fue venir a Mar del Plata y querer conocer a mamá”, contó al Tribunal Mónica Huchansky, quien dos meses después del secuestro de su hermana Patricia había logrado exiliarse en Israel con su marido y sus hijos.

    Adriana Calvo, fallecida el 12 de diciembre de 2010, integrante de la Asociación Ex Detenidos-Desaparecidos, fue una figura fundamental en el juzgamiento del genocidio, por sus testimonios y por las investigaciones que la AEDD realizó sobre el Circuito Camps y particularmente sobre el Pozo de Banfield.

    Fue a través de ella como la madre de Patricia y años después su hermana, ya de regreso en Argentina, supieron cuál había sido su recorrido atroz.

    “Cada verano le pedía (a Adriana) que me contara lo que le habían hecho a mi hermana (…) el periplo que habían hecho: Brigada de Investigaciones de La Plata, Destacamento de Arana, Comisaría 5ta y Pozo de Banfield. Allí Adriana vio como torturaban a Patricia”, explicó Mónica.

    Ante el Tribunal también relató el estupor de su madre, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo en Mar del Plata, recibió hacia fines de los 80, una caja con huesos enviada por el Comando Legión Condor de esa ciudad acompañada con una nota según la cual “ahí estaban los restos de Patricia”.

    “Mamá lo denunció por todo el mundo”, sostuvo Mónica Huchansky antes de afirmar que los restos de Carlos, su cuñado, aparecieron. “No los de Patricia”.

    Supo por Adriana Calvo que “Patricia se despidió de Carlos en el Pozo de Banfield. A él lo dejaron bañar, le dieron colonia y ropa”.

    Al finalizar su testimonio, Mónica, recordó palabras de su madre que soñaba con que “algún día me entreguen tanta justicia como tanta verdad se ha depositado acá”.

    Nota original: Gabriela Calotti

    Aportes: Programa de Apoyo a Juicios UNLP