Reseña de la audiencia del 14 de septiembre de 2021

    En la cuadragésima audiencia del debate oral con modalidad virtual del Juicio Brigadas Banfield, Quilmes y Lanús, escuchamos la declaración testimonial de Oscar Solís, sobreviviente de la Brigada de Lanús, y Luis “Chito” Paredes, compañero de Jorge “Piura” Mendoza Calderón, detenido-desaparecido que también fue visto en ese centro clandestino.

    El primer testimonio de la jornada fue el de Oscar Solís, quien ya declaró en otras oportunidades. Comenzó su testimonio desde Shanghai, ya que cumple funciones allí como agregado agroindustrial de la Embajada. En 1976, era estudiante de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. De familia peronista de La Matanza, cuando ingresó a la Universidad fundaron junto con otros compañeros la Federación de Estudiantes Peronistas. En la madrugada del 17 de diciembre de 1976, luego de dar una materia en la facultad el día 16, sintió una frenada en la puerta de su casa, ubicada en José Ingenieros n°5869 en la localidad de La Tablada, partido de La Matanza. Rompieron la puerta trasera de entrada a la vivienda donde se encontraba Oscar junto a sus padres, su hermano, su hermana y una prima. Los secuestraron a él y a su hermano, Alberto Marco Solís. A su vez, sustrajeron cheques, joyas y relojes de su familia. La persona que comandaba el operativo, estaba vestido con ropa de fajina; lo describió rubio, de ojos claros, con el pelo casi blanco.

    Afuera de su domicilio, los dos hermanos fueron metidos en dos Falcon verde, y estuvieron circulando entre 35 y 40 minutos. Supone que tomaron la av. Gral Paz. Al cabo de ese lapso llegaron a un lugar donde se abrieron unos portones metálicos, y los hicieron bajar en un lugar de pedregullo. En este lugar fue sometido a tormentos e interrogatorios, le preguntaron por varias personas; aseguró perder la noción del tiempo. Lo trasladaron a una celda, ubicada junto a 5 calabozos. Luego de media hora lo llevaron a su hermano a la celda, en las mismas condiciones que él. Su hermano no estudiaba, “que en ese momento era prácticamente un delito” sostuvo; tampoco militaba. Allí estuvieron juntos tres o cuatro días, hasta que los separaron y cada uno por su lado empezó a compartir celda con otras personas. En un principio pensó que había “entre 15 y 18 personas en las otras celdas, después me di cuenta de que podía haber muchas más”. Con el tiempo pudo identificar este lugar como la Brigada de Investigaciones de Lanús con asiento en Avellaneda, “El Infierno”.

    Entre las personas con las que compartió cautiverio recordó claramente a Luis Jaramillo, empleado de la metalúrgica SAIAR; Jorge Rizzo, dirigente gremial en La Matanza, de quien le impresionó la delgadez siendo un hombre corpulento; y un muchacho de unos veintipico de años que se llamaba Rubén Ramos y trabajaba en la entonces fábrica Essex en La Tablada. Los tres permanecen desaparecidos. “Yo pasé pocos días como desaparecido y había bajado siete kilos. Creo que Rizzo, que tendría unos 45 años, habría bajado 40 kilos”, recordó Solís. Jorge Rizzo era su vecino. Los otros secuestrados les dieron nombres y direcciones, para que cuando salieran se pudieran contactar con su familia. Oscar también recordó a Nilda Eloy, que tenía solo 19 años; estaba en la celda del otro extremo, la número 7. Relató además las terribles condiciones higiénicas y alimenticias, en las que vivieron durante su secuestro: por ejemplo señalando que por el hacinamiento iban rotando para acercarse a la parte de abajo de la puerta para respirar un poco mejor.

    En este punto hizo hincapié en que los guardias temían ser vistos y recalcó que para ellos eran personal policial: “a diferencia de la gente que operó en el secuestro y para mí en la tortura, que eran militares, los que nos hacían la manutención dentro de este centro clandestino de detención eran policías”. También recordó que a uno de ellos lo llamaban “Salcedo”, por la voz parecida a la de un actor. Los sacaron a él y a su hermano, caminando por los pasillos de lo que reconoció como una dependencia policial hasta un vehículo al que los subieron y los taparon con diarios, “ahí realmente yo pensé que nos iban a matar, ahí ya estaba deseando que esto se terminara en algún momento” aseguró el testimoniante.

    Ahí los dejaron en un pajonal de Villa Dominico y les ordenaron contar hasta 100; “cuando terminó esto nos sacamos las vendas y las ataduras y nos pusimos a llorar. Cuando cuento esto siempre me emociono”. Pararon una camioneta, sin saber muy bien cómo explicar su estado: un hombre los levantó en la ruta, los llevó a su casa, les dio de comer y les permitió bañarse. Con mucha emoción explicó la actitud de esta gente en un momento en que había mucho temor, contó que estuvo muchos años en contacto con estas personas que los ayudaron. “Ya pasaron 45 años, pero claramente estas cosas se mantienen vivas, por lo mismo que uno siempre trata de colaborar con la justicia, que esto se sepa, buscar la verdad sin venganza y que se haga justicia”.

    Cuando salió, se enteró que durante los días de su secuestro, su padre había presentado Habeas corpus que salió negativo. A su vez, hicieron varias averiguaciones con contactos o conocidos. Una vez más remarcó la importancia de que todos los sobrevivientes puedan declarar, en nombre de los que permanecen desaparecidos y en ese sentido, manifestó la carga y la responsabilidad de sobrevivir cuando tantos otros no lo hicieron. En relación a las consecuencias y los impactos de estos sucesos remarcó el miedo de volver a sus espacios de estudio y sociabilidad, y cómo afectó a la sociedad de manera generalizada, generando un vaciamiento en la capacidad de intervención social o de militancia política de las generaciones que siguieron.

    El segundo y último testimonio de la jornada fue el de Luis Fernando “Chito” Paredes, amigo y compañero de militancia de Jorge Mendoza Calderón, a quien conocían como “el Piura” porque había nacido en esa ciudad de Perú el 19 de junio de 1943 en una familia de siete hermanos. En 1968, Mendoza Calderón vino a la Argentina para hacer sus estudios universitarios. Junto con Paredes integraban el Grupo de Cine Peronista que a principios de los años 70 se había formado en el Departamento de Cinematografía de la Facultad de Bellas Artes de la UNLP y que estaba conformado por alrededor de 40 personas. De hecho, Mendoza Calderón fue socio fundador del Grupo de Cine Peronista de La Plata, con el que filmaron muchos acontecimientos importantes entre el ‘72 y el ‘75.

    “Jorge era una persona muy amable, discreta (…) Con una educación muy tradicional. Era un provinciano que despertaba confianza. No lo recuerdo nunca haber levantado la voz ni siquiera en las asambleas de la Facultad de Bellas Artes (…) Yo lo recuerdo así, siempre con esa sonrisa que flotaba en sus labios”, aseguró Luis Fernando al describir a aquel compañero al que conoció cuando ingresaron a la carrera de cinematografía. “Con Jorge éramos militantes. Jorge empezó a militar en la FURN a principios de los años 70. Yo milité en el PRT y luego en la FURN. Luego seguimos nuestra militancia en la JUP y luego en el Partido Auténtico. Los dos fuimos miembros de Montoneros”, sostuvo el testimoniante. 

    La familia de Paredes había “adoptado” a Jorge. La noche de su secuestro, la madrugada del 5 de octubre de 1976, fue detenido en la vivienda que esa familia alquilaba en calle 66 bis entre 121 y 122 de La Plata. Varios vecinos pudieron ver que se lo llevaron junto con el hermano menor de Paredes que tenía entre 16 y 17 años. El testimoniante explicó que él mismo no se encontraba en el domicilio porque el 21 de septiembre había nacido su hijo Pablo, que falleció a los pocos días, y estaba acompañando a su pareja Norma, que había tenido al bebé por cesárea.

    Tras el operativo en esta casa se los llevaron a Caballería, en 1 y 60, según precisó Paredes. A su hermano adolescente lo soltaron horas después. En cambio a Calderón lo trasladaron a otros centros clandestinos del “Circuito Camps” entre los que se encuentran el Pozo de Arana y “El Infierno”. Esta información surge de testimonios de sobrevivientes que pudieron verlo en estos sitios, particularmente Nilda Eloy es quien lo reconoce en la Brigada de Investigaciones de Lanús, El Infierno.

    Tras el secuestro del “Piura”, Paredes estuvo cuatro años en la clandestinidad hasta que pudo exiliarse en Francia, ya en los años 80, donde permaneció 35 años. Según indicó, meses después de haber llegado a ese país presentó una declaración denunciando el secuestro de Mendoza Calderón en Amnistía Internacional y en organismos de derechos humanos franceses. Paredes fue presentado como sobreviviente en este juicio aunque no estuvo secuestrado en ningún centro clandestino.

    Al finalizar el testimonio, la Fiscalía le solicitó un listado del Grupo de Cine Peronista y una copia de su denuncia del secuestro y desaparición de Mendoza Calderón que presentó en Francia.