Reseña de las audiencias del 26 de octubre y 2 de noviembre de 2021

    En la cuadragésima quinta y cuadragésima sexta audiencias del debate oral con modalidad virtual del Juicio Brigadas Banfield, Quilmes y Lanús, escuchamos la declaración testimonial de Ernesto Borzi, hijo de Oscar Borzi quien fue detenido-desaparecido el 30 de abril de 1977. “Cacho” era delegado gremial en la fábrica de vidrio Saric y militante de la JTP.

    Ernesto Borzi, sobreviviente del terrorismo de estado y trabajador de la educación, extendió su declaración testimonial en dos jornadas. Comenzó explicando los hechos por los cuales declaró: el secuestro de su familia y posterior secuestro de su papá, Oscar Borzi, el 30 de abril de 1977. Oscar era obrero metalúrgico y delegado gremial de la fábrica Saric y militante de la JTP. Ernesto llamó la atención a la diferencia entre los recuerdos de un niño de 7 años, como era él en aquel entonces, y las investigaciones y conjeturas en las que trabajaron durante los últimos 44 años en su búsqueda por Verdad y Justicia.

    Hizo hincapié en que existieron diversos hechos que construyeron un contexto de persecusión. El 20 de abril por la tarde un amigo de Oscar, padrino de Ernesto, le avisó que el Ejército había irrumpido en Saric y se habían llevado al delegado gremial Norberto Vidal. El día 22 de abril estaban festejando el cumpleaños de la madre de Ernesto en su casa de Avellaneda con toda la familia (abuelos, tíos y más) y dos extraños que se bajaron de un camión de recolección de basura en la esquina de la casa dijeron que iban a sumarse al festejo, “Cacho” los identificó como policías. Esa misma noche el jefe de seguridad de Saric, Eugenio Manuel Folledo, se presentó en la casa de los Borzi diciendo que necesitaban a “Cacho” en la fábrica por un problema en la producción; Oscar se negó a presentarse pero todo le resultó muy sospechoso.

    En relación a los días previos al secuestro el testimoniante explicó que su padre estaba seguro que lo estaban siguiendo. Durante esos días también escucharon ruidos extraños, movimientos de personas en las inmediaciones de su casa. En una oportunidad incluso tocaron la puerta y se identificaron como policías que buscaban a Oscar. En esos días fue liberado Vidal, el delegado gremial que había sido secuestrado “Cacho” quiso visitarlo pero se negaban a recibirlo. En una oportunidad fue con su hijo menor, Vidal le abrió la puerta y le contó ahí mismo que lo sometieron a tormentos interrogándolo por “los montoneros de la fábrica”.

    Toda esta escalada persecutoria terminó el 30 de abril de 1977 con el operativo que hicieron en la casa de los Borzi, donde la familia estuvo privada de su libertad durante horas y Oscar fue secuestrado y desaparecido. El testimoniante describió esa noche con mucho detalle: golpearon la puerta aproximadamente a las dos de la mañana afirmando ser del Ejército Argentino, abrieron la puerta lastimando a Oscar en el pecho, reduciéndolo a golpes, el grupo de asalto tomó la casa y empujó a Juan Manuel, el hermano más chiquito, tirándolo contra una pared porque no se separaba de su padre. Ada, su madre, también fue violentada. En el año 2006, en contexto judicial, Juan Manuel pudo contar por primera vez que había presenciado los tormentos a los que fue sometido Oscar.

    Esa noche Ernesto no se despertó y a la mañana siguiente empezó a ver la casa toda desordenada, notó que faltaban cosas, “como si fuera una mudanza, no me explicaba lo que estaba pasando”. Cuando estaba saliendo del baño, lo agarraron del cuello, lo redujeron y lo encerraron en su habitación; les dijeron “ustedes de la pieza no salen, de ahora en más van a hacer lo que yo digo, no hablan, no se acercan a la ventana”. Durante este primer momento, ni Ernesto, ni Luis, sabían nada sobre su padre, su madre o su hermano menor Juan Manuel.

    Cuando se encontró con su otro hermano y su madre, todos lloraban, imaginando que todo terminaría cuando llegara su padre. A Ada la hicieron cocinar pero para los secuestradores, los chicos solo recibieron mate cocido y pan duro; ella trataba de no separarse en ningún momento de Juan Manuel, el menor. Durante toda la jornada, Ernesto llegó a contar 18 hombres: a uno lo reconoció por verlo en el barrio en los días anteriores fingiendo ser un botellero; a otro también lo había visto, en bicicleta con un overol. El testimoniante explicó que esto le dio la pauta de que no solo estaban siendo vigilados, sino que sabían concretamente la dinámica de la casa.

    Durante la mañana se acercó un vecino a preguntar si pasaba algo porque había escuchado ruidos raros, Ada lo atendió a través de la puerta para tranquilizarlo. En otra oportunidad escucharon el rastrojero de un amigo de la familia pidiendo por Cacho, como no obtuvo respuesta también se fue. Otra vecina, una mujer muy mayor, desde el interior de la casa les gritaba “Ada, ¿qué pasa en tu casa? Vení acá y contame qué pasa”. En el barrio todo el mundo se había dado cuenta que algo extraño estaba pasando.

    Cuando estaba cayendo el sol, hombres que no se encontraban desde el primer momento del operativo, empezaron a entrar a la habitación donde estaban los tres hermanos y Ada. Ernesto distinguió a uno de los hombres, que le hacía preguntas bien personales, porque se lo notaba utilizar otro tipo de lenguaje, tenía ropa arreglada, estaba perfumado, Ada había imaginado que era un doctor. Estas personas le dijeron que a Oscar no iban a verlo nunca más, la amenazaron para que no haga la denuncia con secuestrarlos a todos. En ese momento les avisaron que iba a llegar una persona muy importante y que todos tenían que mantener la vista en el piso cuando entrara en la habitación. Escucharon ruidos, frenadas de autos, portazos y conversaciones en las que discutían su destino; Ada les contó con el tiempo que en ese momento Oscar estaba en el piso del comedor, herido y atado. 

    El testimoniante explicó que no pudo evitar mirar a las personas que entraron, que se encontró con miradas amenazantes y con el tiempo los reconoció como Camps y Bergés. Explicó distintos momentos de su vida en el que estos represores salieron en noticias o fueron mencionados por familiares. Cuando finalmente los represores se fueron de su casa, robaron todo lo que tenían al alcance. Se tuvieron que ir en colectivo a Monte Chingolo, a la casa de los abuelos paternos para avisar lo que había sucedido con Oscar. Ernesto explicó que en un momento dado escucharon autos que llegaron con violencia y su madre se asustó mucho porque no había cumplido con lo que prometió de ir a la casa de su madre, estaba convencida de que irían a buscarla.

    Luego del secuestro, estuvieron 15 días con su abuelos mientras familiares y amigos de la familia los acompañaron y ayudaron. Convencieron a Ada de hacer la denuncia a pesar del miedo. Sin embargo, Ernesto también deslizó en su declaración cómo su familia hacía mención del hecho de que Oscar fuera militante peronista como un problema. Pasaron una temporada en la casa de sus abuelos maternos y sus familiares emprendieron la búsqueda de Cacho. Antonio Eduardo Ibarra, su tío y compañero de fábrica de Cacho, se presentó en la Brigada de Investigaciones de Lanús preguntando por Jorge Cutrone. Cuando logró ubicarlo lo citó en una pizzería en el centro de Avellaneda y le preguntó por Oscar. Cutrone no lo ubicaba al principio hasta que dijo “ah, la casa de los tres nenes” confirmando que había estado en el operativo. En ese momento le confirmó que Oscar Borzi estuvo 15 días en la Brigada de Investigaciones Lanús y fue sometido a tormentos, luego lo trasladaron a la comisaría de Caraza en Lanús y ya no tuvo más información.

    El testimoniante relató con detalle la vida luego del operativo de secuestro de su padre. El tiempo que les tomó volver a su casa por el miedo de lo que habían vivido, se sintieron constantemente vigilados y perseguidos luego de eso. Durante estos días, un amigo de Oscar se acercó a Ada para contarle que otros compañeros estaban siendo secuestrados en La Plata. También hizo referencia a otras instancias judiciales -como los Juicios por la Verdad- y de investigación en la búsqueda por reconstruir la historia de su padre. Por ejemplo, recibieron información de parte de un policía del barrio, de apellido Ramirez, que fue contactado por su tío Norberto y les confirmó que Oscar había estado en la Tablada pero que si alguien le preguntaba él negaría todo.

    Los padres de Oscar decidieron ir a averiguar a La Tablada, esperando encontrarlo allí. Tuvieron un intercambio con quien era el jefe de ese lugar, el teniente Minicucci. Ernesto explicó con detalle esta interacción, donde esta persona les negó todo y jugó con ellos. Ernesto señaló conmovido la lucha incansable de su abuela paterna en relación a la búsqueda. En este punto, la audiencia 45 debió concluir, sin tiempo para la declaración de Juan Manuel y Luis Alejandro, los hijos menores de Oscar Borzi.

    El testimonio de Ernesto continuó durante el resto en la audiencia 46, quedando pendientes nuevamente las declaraciones de sus hermanos para el martes 9 de noviembre. En esta segunda oportunidad, el juez Basilico le solicitó al abogado Pablo Llonto que se encauce la declaración, ante lo cual el testimoniante argumentó sentirse avasallado en su derecho considerando que es la primera vez que pudo hablar en 44 años. Fue así como el testimonio se extendió durante varias horas más, describiendo los detalles de la vida de la familia luego del impacto del terrorismo de estado y el contexto de aquellos años.