Reseña Audiencia 13 – 2 de febrero de 2021

 

En la décimo tercera audiencia del debate oral con modalidad virtual del Juicio Brigadas Banfield, Quilmes y Lanús, escuchamos el testimonio de contexto de Stella Maris Segado, quien en el año 2011, como Directora de la Dirección Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Defensa presentó un informe en la causa, sobre la estructura represiva y el rol de la inteligencia del Ejército.

La audiencia comenzó puntualmente con la presentación y el recorrido profesional de la testimoniante de contexto. Stella Maris Segado es técnica y licenciada en políticas públicas, especialista en archivos. Fue convocada a declarar en esta causa debido al informe sobre la estructura represiva y el rol de la inteligencia del Ejército que presentó en 2011 como Directora de la Dirección Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Defensa. Aunque se especializó en Zona 4, considera que las funciones y la organización del ejército ha sido igual para todo el territorio nacional, permitiéndole interpretar la documentación aunque no haya trabajado específicamente la Zona del 1er Cuerpo. La síntesis que propuso en su testimonio, buscó explicar de lo general a lo particular; su investigación está basada en documentos oficiales como reglamentos, documentos del ejército, leyes y decretos.
“Mi presentación va a intentar mostrar dos cuestiones. Por un lado, cómo el ciclo de inteligencia forma parte de toda una estructura de inteligencia. Y también hablar sobre el Sistema Nacional de Inteligencia, su conformación y su funcionamiento”. En su testimonio Segado explicó qué quiere decir o qué implica que la estructura de inteligencia sea un sistema: la conexión entre las partes, el conjunto ordenado de normas y procedimientos, la doctrina y la reglamentación de inteligencia.
La testimoniante explicó, entonces, que el ciclo de inteligencia es la secuencia de actividades necesaria para la obtención o formulación de inteligencia. Las fases que lo componen son planificación, reunión de información, procesamiento, interpretación o elaboración y difusión. Aunque éstas se presentan idealmente como consecutivas, en la práctica no es un proceso lineal y el ciclo puede empezar en cualquier fase. Además, señaló que es importante distinguir información de inteligencia: la primera es la materia prima de la segunda y ésta es un proceso de análisis intelectual, en el cual es fundamental la valoración de la información, de la fuente.
La primera fase del ciclo, la planificación, se basa en reunir indicios y antecedentes, determinar la información que se busca y los medios que se utilizarán para conseguirla. La reunión de información se realiza a través de diversas fuentes, ya sean abiertas o cerradas, personas, lugares, actividades, cosas o medios sociales. El procesamiento, la tercera fase, es el momento en que se compara para confirmar, es decir, se valoriza la información. En la interpretación o elaboración son los analistas los que crean el producto real de inteligencia; es cuando se traduce la información y se provee inteligencia confiable. Por último, la difusión se da a través de distintos documentos como informes o actas.
A medida que explicaba la teoría, la licenciada Segado utilizó la Orden de Operaciones 9/77 para dar ejemplos concretos. En el caso de la planificación de las operaciones, se pueden ver en esta Orden los requerimientos de inteligencia donde se solicita información sobre las capacidades de las organizaciones y donde el pedido de información apunta a obreros y estudiantes. Así mismo, en relación a la reunión de información, pueden verse las operaciones de ejecución de blancos ya sean planeados o de oportunidad. En esta Orden “queda claro cómo se materializaba el ciclo de inteligencia en un objetivo concreto: es el producto de la reunión, valorización y proceso de la información disponible”. Por otra parte, Segado mostró a través de un archivo de la DIPPBA, en el que solicitaban los antecedentes de una persona que había sido detenida, cómo “la reunión de información tiene un circuito dentro del sistema, dentro de lo que se conoce como comunidad informativa”.
A continuación, la testimoniante desarrolló cómo estas fases del ciclo estaban dentro de las estructuras del Sistema Nacional de Inteligencia. Explicó que cada nivel de inteligencia tenía concordancia con un nivel de conducción y que cada plano de la inteligencia incluía al nivel inferior. “Por encima de todo se encuentra la inteligencia estratégica nacional, que incluye a la estratégica militar que incluye a su vez a la operacional que incluye a la táctica; en estos niveles podemos ver que hacia abajo, bajan órdenes y hacia arriba, sube información”. Pensar dependencia orgánica, dependencia técnica y dependencia operacional.
La Inteligencia Estratégica Nacional es la que se elabora para facilitar la definición de los objetivos de la política y los planes generales de un Estado. Puede verse en la Orden de Operaciones 9/77 cómo la estrategia nacional desplegada por el PEN desde el 24 de marzo 1976 permitió un “vuelco de las posibilidades de las FFLL frente al accionar de las organizaciones subversivas”. El nivel de conducción que le corresponde es la Central Nacional de Inteligencia, que formula la Doctrina Nacional de Inteligencia y mantiene un enlace funcional y técnico con la organización de Inteligencia. El objetivo de la CNI es planificar, coordinar y centralizar las tareas y actividades de Inteligencia.
Como derivado de esos objetivos de la política, se encuentra la Inteligencia Estratégica Militar. En este ámbito, con la conducción de la FFAA, la inteligencia se desarrolla para facilitar la elaboración de los planes relativos a las operaciones de nivel estratégico. Este nivel implica también la organización y articulación con las diversas áreas y subzonas.
La Inteligencia estratégica operacional es la que se elabora para permitir la organización y ejecución de acciones para el cumplimiento de una misión. Tiene a cargo a las Unidades de inteligencia: el Batallón de inteligencia 601 que daba apoyo al Comando en Jefe del Ejército y podía operar en todo el país, y los Destacamentos de Inteligencia que operaban a órdenes de la unidad donde se encontraban emplazados.
Otras unidades del Ejército también tenían Jefes o Secciones de Inteligencia y se comunicaban con el sistema general a través de un canal fijo. Sin embargo, se diferenciaban de dos modos respecto a las unidades mencionadas.
Al interior de estos organismos existían secciones de ejecución, grupos de apoyo con personal especializado, contrainteligencia y secciones especiales. Segado definió las actividades de contrainteligencia como medidas hacia adentro de la misma fuerza para neutralizar la filtración de información y, hacia afuera, en relación a la seguridad frente a la fuerza enemiga. “Cada vez que una sección de ejecución planificaba una operación, también se planificaba la ejecución de contrainteligencia, son dos secciones que trabajan de manera paralela y conjunta”. Por otra parte, las secciones especiales de inteligencia, eran diferentes a las de ejecución y contrainteligencia: se basaban en actividades como la infiltración o la acción psicológica.
La Inteligencia Táctica, según el reglamento militar, es el conocimiento de las capacidades y debilidades del enemigo para apoyar a la conducción superior. Como último eslabón, se encuentra en el territorio y su producción de información pierde valor rápidamente; esa producción es realizada con intensidad durante las operaciones y es de aplicación inmediata: interrogaban y salían a buscar otros blancos en el mismo momento, de lo contrario la información ya no servía. Como ya hemos mencionado, Segado resaltó la utilidad recíproca entre inteligencias, la principal diferencia es el nivel donde se produce y es utilizada. En la Orden de Operaciones 9/77, hay ejemplos de información obtenida por la inteligencia táctica sobre el PRT-ERP y Montoneros: “pérdida de prestigio”, “falta de información a las bases”, “dificultad en los reenganches”, “desmoralización de sus cuadros”, etc.
Luego de un cuarto intermedio, la testimoniante contestó algunas preguntas. La fiscalía le consultó si el Sistema de Inteligencia que se describió a lo largo de su testimonio fue algo generalizado en todo el país. Segado afirmó que, al igual que la organización de las Fuerzas Armadas, el Sistema se replicó en todo el territorio nacional. A su vez, fue consultada por los grados de responsabilidad que existían en los distintos niveles del Sistema, a lo que respondió que todos los ámbitos de inteligencia tenían las mismas responsabilidades, ya que “nada podría hacerse si no está la otra parte”.
Luego se explayó sobre las funciones de inteligencia de los Destacamentos y sobre la preparación de los agentes para las acciones de inteligencia, como la infiltración en grupos. Y respondió a la pregunta de la fiscalía acerca de las relaciones entre las distintas fuerzas, técnica y organizativa, explicando que cada Destacamento respondía al Jefe de Zona.
Ante la pregunta sobre qué vínculos tenían los Destacamentos con la fuerza policial, señaló que en los grupos operativos estaban todos juntos. Cada uno con una función asignada, pero todos operaban juntos.
El abogado Emanuel Lovelli, perteneciente a la querella de Abuelas de Plaza de Mayo, la interrogó acerca del vínculo con el sistema de inteligencia uruguayo. Segado explicó que el vínculo se dio en el marco del Plan Cóndor e indicó que la SIDE tenía delegados en todos los país, en tanto que Fuerzas Armadas agregados militares en las embajadas que dependían de la Jefatura de Inteligencia. En particular en el caso de Uruguay, tanto el Ejército como la fuerza naval de ese país sostuvieron relaciones con la inteligencia argentina y han entregado detenidxs.
En el marco de la temática de los vínculos con la inteligencia uruguaya, el Juez Ricardo Basílico, le mencionó dos apellidos, Gavazzo y Cordero, a los que la testigo identificó como dos oficiales, el primero de la Armada y el segundo posiblemente del Ejército de ese país que participaron del intercambio de prisiones y en operaciones y sobre los cuales recordó haber leído en distintos testimonios.
La abogada querellante Florencia Tittarelli le consultó en relación a cuánto se ha sabido de los archivos del Batallón de Inteligencia y de los Destacamentos. En respuesta, la testigo señaló que en ambos casos se encontraron documentos en los archivos de inteligencia de la Prefectura Naval y de la DIPPBA, hoy en poder de la Comisión Provincial por la Memoria. Vale decir como resultado de la distribución de la documentación a través de la comunidad informativa. Y que mientras ella trabajó en el Ministerio de Defensa no se encontraron archivos del Batallón. Sin embargo, señaló que tiene entendido que durante los años noventa se habían encontrado durante un allanamiento archivos en el séptimo piso del Ministerio, donde funcionaba inteligencia, que la documentación quedó en custodia en el lugar y que ocurrió un incendio que destruyó toda la información.
Pedro Griffo, abogado de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación, le preguntó si el sistema de inteligencia descrito era preexistente a 1976 y si su funcionamiento podría extenderse por lo menos hasta el año 1974. Segado relató que el Sistema de Inteligencia fue creado por ley en el año 1966 y funcionó por lo menos hasta 1984, año hasta el cual los principales lugares de conducción estaban ocupados por personal militar y el Jefe de la SIDE – y por ende de la CNI – debía ser un Oficial Superior, de Comando. Recién a partir de 1984 hubo por primera vez un Secretario de Inteligencia civil y un Jefe de la CNI que era civil. No obstante ello, señaló que en 1979 se generó una nueva estrategia de inteligencia, lo cual resulta interesante porque puede observarse un cambio general en toda la estructura de inteligencia del Ejército, que definió como un nuevo paradigma y del cual refirió que se sigue estudiando.
El juez Esteban Carlos Rodríguez Eggers indagó respecto al Acta Acuerdo entre Suárez Mason y Camps en torno al funcionamiento de las Zonas de Defensa 1 y 4 y la posibilidad que ella haya generado la instalación de una sección permanente del Batallón 601 en la jurisdicción de la segunda de ellas. La testigo señaló que la zona 4 no tuvo un Destacamento de Inteligencia hasta el año 1978, con lo cual debería haber contado con una colaboración de la Jefatura II y del Batallón 601.
En segundo lugar le consultó, en relación al funcionamiento del doble canal (Técnico y de Comando) que caracterizó el funcionamiento de las unidades de inteligencia y en relación al funcionamiento de la Orden 9/77, si era probable que existiera un canal directo entre el Destacamento de Inteligencia 101 y el 201 o si el contacto entre ellos se encontraba mediado por el B Icia 601. La testigo señaló que si bien el canal de Comando tiene que subir, ello no quita que pudiera existir colaboración o pedidos de información entre unidades, con la precaución de pensar que por razones de contrainteligencia había información que las unidades no iban a dar en un mismo nivel, pero sí a través del comando.
Por último le preguntó si la Directiva del Comandante 604/79 replicó la Orden Operativa 9/77 o si aquella fue una continuación de la segunda y en relación con ello, si era posible que ese tipo documentación pudiera contener eufemismos, o términos y/o secciones no explicitados o expresados en forma genérica. Para dar respuesta a ello Stella Segado refirió inicialmente que toda documentación replica una parte de las órdenes y directivas anteriores, ya sea como fuente o para dar cuenta de la continuidad de su vigencia. En segundo lugar señaló que en el área de inteligencia muchas órdenes no son escritas como medida de contrainteligencia y que la interpretación del documento debe entenderse en el contexto de una orden oral.
Se pasó a un cuarto intermedio hasta el día martes 9 de febrero, a las 9:30. Se escuchará el testimonio de contexto de Stella Calloni, convocada por la querella de Justicia Ya.

Link La Retaguardia:

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