Litio: un tesoro escondido en la Puna Argentina

Considerado por los especialistas como el “oro blanco” o el “oro del siglo XXI”, el litio aparece hoy como una esperanzadora alternativa para reemplazar a los combustibles contaminantes, y alimenta los sueños de prosperidad de un puñado de países en cuyos territorios se asientan las mayores reservas mundiales de este mineral. Y la Argentina es uno de ellos.

El litio, el metal más liviano de la Tabla Periódica, fue descubierto en 1817. Más de 200 años después logró transformarse en protagonista excluyente de la actual revolución tecnológica a partir de su utilidad para el desarrollo de baterías para dispositivos móviles como celulares, tablets y laptops. Mineral clave en la fabricación de sistemas de almacenamiento de energía más eficientes, limpios y ligeros, dio un impulso vital a la aparición de vehículos híbridos y eléctricos. Ya no se trata del futuro; es el presente.

En este informe, #Investiga reunió a cinco especialistas de la Universidad Nacional de La Plata quienes ofrecen su mirada sobre el valor estratégico del litio para la región y abren el debate sobre los aspectos más cruciales de este fenómeno. Los límites a la explotación, la protección de los recursos naturales, la falta de legislación, y el rol de la ciencia local para la consolidación de políticas soberanas en torno a la explotación y desarrollo tecnológico.

Un recurso estratégico

En el norte del territorio argentino se asienta una de las mayores reservas de litíferas del planeta, lo que ubica a nuestro país en el cuarto lugar entre los principales productores de litio a escala global. Conforma, junto a Chile y Bolivia el denominado Triángulo del Litio, en cuya geografía sobresalen el Salar de Hombre Muerto de nuestro país, el de Atacama, en Chile y el de Uyuni, en Bolivia.

Como si se tratara de un territorio especialmente bendecido por la naturaleza, los salares de estos tres países concentran el 85% de las reservas de litio de fácil extracción del planeta. Sus cuencas salinas son también fuentes de potasio, boro, magnesio, además de sulfatos, carbonatos y cloruros de sodio, entre otras sales de interés económico.

Con más de 870.000 hectáreas disponibles para explotación –según datos del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS)-, las reservas nacionales de litio se concentran en tres provincias: Catamarca (Salar de Hombre Muerto, Salar de Antofalla), Salta (Salar del Rincón) y Jujuy (Salar de Olaroz, Salar de Cauchari). Se estima que allí se esconde entre el 10 y 12 por ciento del total de las reservas del mundo. Un verdadero tesoro de oro blanco sumergido en las entrañas de la Puna Argentina, que puede transformarse en una millonaria fuente de ingresos.

“El litio es un mineral que se encuentra en toda la tierra, es uno los metales menos escasos; de hecho, hay más litio que cobre encerrado en nuestra corteza terrestre”, afirma Guillermo Garaventta desde su laboratorio de la Facultad de Ingeniería. “La ventaja es que en nuestro país existe una enorme cantidad litio en los salares, lo que permite su fácil extracción. Eso explica que los ojos del mundo estén puestos en nuestras reservas”.

La Doctora Martina Gamba, investigadora de la Facultad de Ciencias Exactas y coautora del libro “Litio en Sudamerica”, explica que actualmente en Argentina hay dos proyectos extractivos, que se desarrollan en las provincias de Jujuy (Salar de Olaroz) y Catamarca (Hombre Muerto), y son explotados por Sales de Jujuy S.A, y FMC, respectivamente”.  Entre ambos emprendimientos se extraen alrededor de 40.000 toneladas al año. Jujuy produce unas 17.500 toneladas, y Catamarca llega a las 22.500. Esto representa más del 15% del litio a nivel mundial y ubica al país como el segundo exportador de carbonato de litio proveniente de salmueras.

Pero Gamba asegura que “la Argentina puede llegar hasta 130.000 toneladas al año si se avanza en los proyectos que están en desarrollo: Salar del Rincón (Energy), en Salta; Cauchari (Minera Exar), en Jujuy; Olaroz (Orocobre), en Jujuy. Además, hay unos siete proyectos que están en etapa de prefactibilidad: Pozuelos (Salta); Salar de Ratones (Salta), Mariana 1, 2 y 3 (Salta), Centenario (Salta) y Gallego Project (Salta), Antofalla (Catamarca), Sal de Vida (Catamarca) y Tres Quebradas (Catamarca)”.

Entre cálculos y proyectos, el futuro del oro blanco en nuestro país parece no encontrar su techo. Según estimaciones de distintos especialistas, se calcula que para el año 2022, la capacidad extractiva a nivel local podría alcanzar casi las 200 mil toneladas anuales, lo que equivale a quintuplicar la producción actual. La demanda es impulsada no sólo por el fuerte incremento en la fabricación de baterías de la mano de las grandes automotrices, sino por su utilidad en la industria cerámica, del vidrio, en la elaboración de grasas y aceites resistentes al calor, polímeros, elaboración de medicamentos, en aleaciones livianas junto aluminio y cobre -especialmente para la industria aeronáutica-. Además, es valorado como combustible nuclear en reactores de fusión nuclear (fusión de núcleos livianos), tecnología que aún está en desarrollo.

Se trata de datos alentadores, especialmente a la luz de la evolución del valor del litio en los mercados internacionales. Hace 15 años el precio por tonelada rondaba los US$ 1.500. Entre 2018 y 2019, el rango de precios osciló entre los US$ 10.000 y US$ 15.000 por tonelada.

Sin embargo, no todas son buenas noticias. Y así lo explica Gamba:

Bajo la legislación vigente, la exploración, extracción y comercialización está casi absolutamente en manos de privados transnacionales –con alguna mínima injerencia de alguna de las provincias como en el caso de Jujuy- sin tener el Estado Nacional ningún tipo de política o participación en la cadena de valor de algún derivado del litio.

En Argentina no hay un marco legal que regule la extracción del litio, coincide Garaventta. “En la actualidad se trata de un acuerdo entre privados donde las empresas internacionales extraen el litio y se lo llevan. Los salares en general son propiedad de particulares. El litio se extrae sin ninguna rentabilidad para el Estado; la única ganancia deriva de los impuestos que pagan las compañías por desarrollar sus actividades en nuestro país”.

En la misma línea, Isidoro Schalamuk, director del Instituto de Recursos Minerales (INREMI- UNLP- CIC) detalla que “el litio pertenece a la primera categoría en el Código de Minería, Ley 1919. Esto significa que los exploradores y explotadores de un salar pueden solicitar los derechos a explorar y explotar los recursos, pero no son dueños de los terrenos; tienen el derecho de explotar pagando una regalía o canon a la provincia en que se encuentra el depósito y una tasa a los dueños de los terrenos. Normalmente se acuerda con las poblaciones originarias”.

El Dr Arnaldo Visintin, investigador del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA), suma un nuevo componente al debate: América latina es un proveedor de la materia prima, pero es preciso que modifiquemos esa ecuación. Hoy tenemos una enorme posibilidad de vender el litio no sólo como materia prima, sino convertido en tecnología desarrollada en nuestro país”.

Visintin hace cálculos y asegura que “el carbonato de litio va a mantenerse en los rangos actuales de precio por 20 o 30 años. Pero esto no es nada comparado a las enormes ventajas que supone transformarnos en productores de baterías. Una batería de 60 kwt que necesita un auto cuesta entre 20 y 30 mil dólares –ejemplifica–. No sólo se trata de darle valor agregado al litio; es una oportunidad para generar trabajo a través del desarrollo de alta tecnología con sello nacional”.

Pero lo cierto, hasta el momento, es que el negocio del litio en Argentina se limita hoy a la exportación de dos productos primarios: el carbonato de litio (equivale al 93% de las exportaciones) y el cloruro de litio. Más allá del proceso de obtención del carbonato de litio de la salmuera, no existe ningún producto industrializado luego de este proceso primario.

Y es aquí donde los especialistas coinciden en la necesidad de avanzar hacia modelos similares a los implementados Chile y Bolivia, los otros dos vértices del triángulo de litio. En ambos países, el mineral es considerado un recurso estratégico, y el Estado –con diferentes esquemas- participa de las ganancias, promueve empresas nacionales y hasta desarrolla sus propios productos industrializados.

En términos de aprovechamiento del recurso natural, la Argentina aún tiene un largo camino por recorrer. Y en este escenario, la Universidad Pública, como generadora de conocimiento, puede desempeñar un rol preponderante.

Con sello UNLP

Hace casi una década, las investigaciones en torno al litio y su enorme potencial como fuente de energía comenzaron a ganar espacio en la Universidad Nacional de La Plata. Hoy, con el litio como uno de los ejes estratégicos de su política científica, la UNLP constituyó la denominada Mesa de Trabajo sobre Litio. Se trata de un espacio del que participan, entre otros, el Laboratorio de Investigación en Etnografía Aplicada (LINEA), el Instituto de Recursos Minerales (INREMI) UNLP-CIC, el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA) UNLP-CONICET, el Centro de Química Inorgánica (CEQUINOR) UNLP-CONICET, el Centro de Tecnología de Recursos Minerales y Cerámica (CETMIC),  el Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA), el Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM) UNLP-CONICET, en Centro de Investigación y Desarrollo en Ciencias Aplicadas (CINDECA) UNLP-CONICET, y el departamento de Geofísica Aplicada de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas.

La UNLP encabeza diferentes proyectos para lograr validar la utilización del litio como fuente de energía limpia y alternativa a los combustibles fósiles en nuestro país.

Uno de los primeros avances vio la luz en 2013, cuando el triciclo eléctrico desarrollado en los laboratorios de Ingeniería logró completar su primer viaje de larga distancia, uniendo las ciudades de La Plata y Mar del Plata, por ruta 2. Aquel vehículo, alimentado íntegramente con baterías de litio, superó así una prueba fundamental para evaluar su rendimiento y autonomía. El proyecto fue encabezado por el Ingeniero Guillermo Garaventta, a quien varios en la facultad apodan desde entonces como “el señor litio”.

Aquel triciclo eléctrico se convirtió en el primer vehículo de Latinoamérica alimentado íntegramente con baterías de litio. Un año antes, se había logrado hacer funcionar una motocicleta utilizando el mismo tipo de energía. Ambos prototipos fueron desarrollados en forma conjunta por investigadores INIFTA, de la facultad de Ciencias Exactas, de la Unidad de Investigación y Desarrollo- Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados (GEMA), de la facultad de Ingeniería; y de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC).

Pero sin dudas uno de los máximos logros en materia de desarrollo y aplicación de energías limpias se alcanzó en febrero de 2016, cuando el equipo encabezado por el propio Garaventta logró poner en marcha con éxito el Ecobus Universitario, el primer transporte cien por ciento ecológico de la ciudad de La Plata. El bus eléctrico fue ideado y gestado íntegramente en la UNLP, y desde entonces recorre –con dos unidades- las calles del bosque platense.

El Ecobus Universitario recorre las calles del Bosque

El Eco-Bus funciona íntegramente con baterías de litio desarrolladas en los laboratorios y talleres de la Universidad. Se trata de un avance sin precedentes para el sistema universitario nacional en cuanto a investigación aplicada para el desarrollo de energía no contaminante como alternativa a los combustibles fósiles.

El Ecobus tiene capacidad para unos 13 pasajeros sentados –no acepta pasajeros parados-. Cuenta con 4 asientos en los que caben tres personas, más una butaca individual ubicada junto a la del conductor. El vehículo es llamativamente silencioso y transita a una velocidad no superior a los 20 kilómetros por hora. La autonomía es de unas cinco horas, aunque el rendimiento de las baterías está sujeto a distintas variables como la velocidad y el peso de la carga del vehículo. El procedimiento para recargar las baterías es sumamente sencillo, ya que sólo requiere enchufar las celdas de litio a un tomacorriente.

Lo interesante de esta iniciativa es que, como no se trata de vehículos originalmente alimentados con litio, la facultad de Ingeniería se encargó de modificar diferentes aspectos de la mecánica e incorporar las baterías de litio que hacen funcionar el motor de manera limpia y sin efectos contaminantes.  De fábrica, estos pequeños buses se alimentan a través de baterías de plomo; es decir que, si bien cuentan con motores eléctricos no contaminantes, el plomo de las baterías sí resulta perjudicial para el medioambiente una vez que éstas agotan su vida útil y deben ser descartadas.

Finalmente, al Ecobus le siguió el Ecoauto, el primer automóvil eléctrico desarrollado por una universidad latinoamericana, e impulsado con baterías de litio. El vehículo, un VW Gol adaptado con materiales reciclados, se enchufa a un tomacorriente estándar y consume la mitad de energía que un aire acondicionado para recargarse, en un tiempo estimado de 5 horas.

Del proyecto participaron ingenieros y estudiantes avanzados de Aeronáutica, Mecánica, Electrónica e Ingeniería en Computación. Es un auto eléctrico puro, que no contamina. Su autonomía está entre 90 y 70 kilómetros, a una velocidad media de 70 kilómetros por hora.

Mientras explica con detalle sus proyectos, Garaventta insiste con un concepto que es clave: “No hay legislación de autos eléctricos en el país. Esto que hacemos acá es un desafío para nuestro staff político, para que vea que estamos en condiciones de hacer autos eléctricos. Que la Universidad Pública no pretende fabricarlos, pero sí informar a la sociedad para qué sirve un auto eléctrico, cuáles son sus ventajas, y por qué es necesaria una legislación y proteger el litio. No podemos seguir permitiendo que nuestro recurso mineral se vaya del país como carbonato, sino que se tiene que ir como batería hecha en Argentina”.

Formación superior

Uno de los aspectos fundamentales para el aprovechamiento del litio como recurso de valor estratégico para el Estado Nacional es el desarrollo de propuestas de formación académica y capacitación orientadas en esa dirección.

Por ello la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP dictará a partir del año próximo la Especialización en Geociencia y Tecnología del Litio, un posgrado dirigido a profesionales de las Ciencias de la Tierra y disciplinas afines. Su objetivo es lograr una capacitación profesional en relación con la prospección, exploración y explotación de minerales de litio procedentes de pegmatitas y salmueras ricas en elementos alcalinos y alcalinos-térreos, y que posibilite evaluar la factibilidad de desarrollar proyectos mineros sostenibles ambientalmente y que beneficien la matriz energética nacional.

El decano de la Facultad, Ricardo Etcheverry, señala que “hay un creciente interés nacional por el desarrollo de recursos energéticos renovables y no renovables, para lograr el autoabastecimiento nacional y una mejor calidad ambiental. Esto conduce a la necesidad de buscar y producir elementos y materiales de uso tecnológico en baterías para almacenar energías provenientes de estas fuentes, como es el caso del litio”.  

“Esto motiva la necesidad de capacitar profesionales en el área de producción de carbonato de litio, específicamente en nuestros salares del noroeste argentino, donde existen importantes recursos potenciales, que son foco de la intensa actividad prospectiva”.

 

Políticas sobre el litio en el triángulo latinoamericano

Lejos de una coordinación a nivel regional, los tres países del Triángulo del Litio despliegan en la actualidad políticas diferentes.

Por un lado, la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia concibe al litio como recurso estratégico. De hecho, el litio es uno de los nueve proyectos estratégicos del Estado Plurinacional y desde el año 2008 la estrategia boliviana de industrialización de los recursos evaporíticos contempla un proyecto de tres fases que va “del salar a la batería”.

Como parte de su estrategia, en 2017 el estado Plurinacional crea la empresa estatal Yacimientos de Litio Bolivianos, que a nivel piloto, ha completado el pasaje “del salar a la batería”, esto es, la extracción de carbonato de litio (de pureza grado batería); su transformación química a material catódico; el armado de las celdas y el ensamblado de las baterías. Parte de las baterías producidas en YLB están siendo utilizadas en sistemas fotovoltaicos en zonas rurales que no se encuentran conectadas al sistema eléctrico nacional. Bolivia posee el interesante desafío de consolidar este ecosistema científico-productivo en una escala mayor.

Chile, por su parte, en 1979 Pinochet a través del Decreto Ley 2886 declara al litio recurso estratégico del Estado, vinculado en aquel momento a su uso en energía nuclear. Esta condición le permite al Estado chileno generar contratos con empresas extractivas, donde algunas de las exigencias se vinculan con garantizar que parte del proceso de agregado de valor de la materia prima se realice en territorio nacional. Actualmente la explotación y exportación de carbonato de litio en Chile está en manos de las empresas Albermale y SQM, y explican más del 60% de la exportación mundial de esta sal proveniente de salmueras.

Entre las exigencias que contemplan los nuevos contratos firmados entre el Estado y las empresas en 2018, se destaca un aumento sustancial de la renta que recibe el Estado (ronda el 40%) y que el 25% del litio producido en el país debe venderse a precio preferencial a empresas que decidan realizar la producción de material catódico en territorio chileno. De esta manera, tanto Chile como Bolivia, aunque estrategias disímiles, cuentan con una política para con el recurso a nivel nacional.

En Argentina la situación es otra. Hay dos proyectos extractivos en la actualidad, en las provincias de Jujuy y Catamarca en manos de Sales de Jujuy S.A, y FMC, respectivamente. El volumen de producción de estos proyectos ubica al país como el segundo exportador mundial de carbonato de litio proveniente de salmueras. La provincia de Jujuy es la única de todo el país que declaró al litio recurso natural estratégico en el año 2011. Debido a esta decisión, la empresa provincial Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado (JEMSE) posee un 8,5% de las acciones de Sales de Jujuy S.A. Algunos proyectos de industrialización se han anunciado a la fecha, pero ninguno se ha concretado todavía en el territorio provincial.

La política de extracción del mineral en nuestro país está regida por el mismo conjunto de leyes que a nivel nacional rige la minería convencional y no se encuentra en vigencia ninguna política específica referida a la dimensión de la extracción e industrialización del recurso.

La política nacional del actual gobierno es la de fomentar la profundización y proliferación de los proyectos extractivos: el último de los informes del Ministerio de Energía y Minería refleja que debido a los más de 40 proyectos extractivos de litio a partir de salmueras en diferentes fases, la capacidad extractiva de Argentina se incrementaría de las poco más de 40.000 toneladas de 2018 a 195.000  toneladas, anuales hacia el 2022. Bajo la legislación vigente la exploración, extracción y comercialización está casi absolutamente en manos de privados transnacionales –con alguna mínima injerencia de alguna de las provincias como en el caso de Jujuy- sin tener el Estado Nacional ningún tipo de política o participación en la cadena de valor de algún derivado del litio.

Teniendo en cuenta además que la extracción del litio a partir de salmueras comporta la evaporación de grandes volúmenes de agua (del orden de los millones de litros por día) en zonas extremadamente áridas, donde habitan comunidades hace milenios, sostenemos que el valor del litio radica en una dimensión diferente a la minera.

Extracción y producción en la Argentina

En el año 1997 la empresa FMC inició su producción de carbonato de litio a parir de las salmueras del salar del Hombre Muerto en Catamarca. Recientemente, las empresas Orocobre y minera Exa dieron comienzo a la producción a partir de los salares de Olaroz-Cauchari, en Jujuy.

La extracción de las salmueras es un proceso relativamente sencillo. Se realiza a parir de bombeos de los primeros 50-200 metros de profundidad. Las salmueras bombeadas son acumuladas en pozas solares a los efectos de concentrar los contenidos de litio de las soluciones salinas, aprovechando la alta radiación solar de la región de la Puna. Las salmueras se mantienen en las pozas solares durante 18-24 meses hasta que la concentración de litio incremente varias veces los contenidos originales.

A partir del proceso de evaporación solar comienza a precipitar secuencialmente un conjunto de sales: en una primera etapa precipita básicamente el cloruro de sodio; luego precipitan sales de sodio y potasio, y en una tercera etapa  precipitan sales de  potasio y magnesio. El pre-concentrado, rico en cloruro de litio, es llevado a un proceso de purificación donde se le añade carbonato de sodio (Na2C03) para generar carbonato de litio (Li2C03). Este es el primer producto comercial.

Infografía sobre la extracción de litio en Argentina

El aporte del INREMI

En los años ochenta la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP, a través del INREMI, realizó un estudio geoquímico preliminar de los principales salares de la Puna para el Ente Nazionale Idocarburi ,de Italia. El ENI solicitó el estudio con el objetivo de evaluar recursos de litio en relación a su potencial para uso de energía nuclear.

El INREMI también realizó entre los años 2007 y 2011 trabajos de exploración geológica y geoquímica en el Salar de Antofalla, en Catamarca -uno de los salares más largos del mundo-. Inicialmente, la investigación se realizó a solicitud de la empresa Bolland Minera. Luego, en una segunda etapa, para la empresa Vale Rio Doce, de Brasil. La exploración se llevó a cabo a lo largo de los casi 140 kilómetros de longitud del salar. Se lo exploró por litio y potasio y se comprobaron recursos muy importantes. Actualmente el proyecto se encuentra en etapa de pre factibilidad y es operado por Albermarle Corporation, una de las empresas más importantes del mundo en productos químicos.

En los últimos años personal de INREMI participó en la denominada Mesa del Litio y colaboró en la redacción del Manual de Buenas Practicas de Exploración y Explotación del litio. Se logró consenso de las provincias de Catamarca, Salta y Jujuy de aplicar prácticas similares, atendiendo al medio ambiente y a la mejor recuperación del recurso.

Con el Estado como protagonista

Es indispensable y urgente tener conciencia de que el país cuenta con un recurso extremadamente valioso, y tomar entonces medidas políticas estratégicas para su protección y explotación desde una perspectiva soberana.  

Para ello es imprescindible avanzar en la conformación de una empresa estatal. Argentina necesita contar con un emprendimiento nacional del tipo Yacimientos Litíferos Fiscales y empezar de este modo a explotar los salares que no estén siendo explotados ya por agentes extranjeros. Y utilizando –claro está- las técnicas de extracción y purificación que ya se manejan en el país.

Iniciar este camino de desarrollo favorecería además a la industria en general, ya que para extraer el litio y convertirlo luego en el mineral que se usa en las baterías se necesitan varios materiales que hoy se exportan. Esos materiales estamos en condiciones de producirlos a nivel local, por ejemplo, el carbonato de sodio, el cloruro de sodio, y todos los componentes que ayudan a separar el litio de la salmuera.

Aplicaciones del litio

Las baterías de litio son las que tienen mayor capacidad de almacenamiento de energía. Es por ello que prácticamente toda la tecnología electrónica que usamos actualmente se abastece con baterías de litio. De hecho, ya quedan muy pocas baterías de la antigua generación, como las de níquel metal hidruro; y si bien aún se siguen usando las de plomo ácido para el arranque de motores a combustión, pronto comenzarán a ser paulatinamente reemplazadas por las de litio.

Hacia allí tiene que mirar nuestro país. Hoy tenemos la enorme posibilidad de comercializar el litio no sólo como materia prima sino convertido en producto industrializado, en tecnología con sello argentino. La ecuación es simple: mientras que una batería de litio de 40 – 60 kw para un automóvil cuesta 20 mil dólares, el litio, si está purificado, se vende a unos 10 mil dólares la tonelada. 

Posibles usos con gran valor agregado

  • Producción de litio metálico: su obtención se logra mediante electrólisis, a partir de sales fundidas de cloruro de litio. Sus posibles usos son la fabricación de aleaciones y como ánodo en baterías.
  • Almacenamiento de hidrógeno: el litio en forma de complejos, permite el almacenamiento de hidrógeno en un porcentaje mucho mayor que los hidruros metálicos.
  • En el área nuclear: la separación de isótopos Li-6 y Li-7 del litio aparece como la tecnología del futuro, que ha de jugar un rol muy importante en la fusión atómica, actualmente en etapa de investigación.
  • Baterías para almacenamiento de electricidad: hay un horizonte promisorio para el almacenamiento de energía por medio de baterías, ya que el número de proyectos en el mundo continúa creciendo, alcanzando a principios de 2019, los 15,2 GW almacenados. La región Asia del Pacífico va a la cabeza en la producción e incluye algunos proyectos especulativos que, si se completaran, eclipsarían a los proyectos de almacenamiento de energía más grandes del mundo.

 

La importancia de la formación

Existe un creciente interés nacional por el desarrollo de recursos energéticos renovables (solar y eólico) y no renovable (hidrocarburos no convencionales) para lograr el autoabastecimiento nacional y una mejor calidad ambiental. Este escenario conduce a la necesidad de buscar y producir elementos y materiales de uso tecnológico en baterías para almacenar energías provenientes de estas fuentes, como es el caso del litio.

Por ello es sumamente pertinente en este tiempo capacitar profesionales en el área de producción de carbonato de litio, específicamente en nuestros salares del noroeste argentino, donde existen importantes recursos potenciales y son foco de la intensa actividad prospectiva. En vista de estas necesidades, la creación de una especialización en prospección; exploración y producción de carbonato de litio en nuestro país resulta una propuesta académica única y novedosa.

La Especialización en Geociencia y Tecnología del Litio es un posgrado dirigido a profesionales de las Ciencias de la Tierra y disciplinas afines. Su objetivo es lograr una capacitación profesional en relación con la prospección, exploración y explotación de minerales de litio procedentes de pegmatitas y salmueras ricas en elementos alcalinos y alcalinos-térreos, y que posibilite evaluar la factibilidad de desarrollar proyectos mineros sostenibles ambientalmente y que beneficien la matriz energética nacional.

Esta propuesta está orientada a graduados de universidades, de organismos nacionales y provinciales, empresas (mineras, de servicio y operadoras) y consultoras.

El Grupo de trabajo destinado a desarrollar esta Especialización cuenta con la participación de cuatro universidades públicas junto a investigadores del CONICET y representantes de empresas del sector. Está integrado por docentes-investigadores de las universidades de La Plata, Jujuy, (con acuerdo específico firmado), Salta y Catamarca (con acuerdos en preparación).

Se plantea un posgrado semipresencial, con carácter rotativo en el NOA y con una duración de 8 meses (aproximadamente 350 horas), utilizando la plataforma informática de la UNLP para su desarrollo. Los contenidos abreviados del Plan de Estudio engloban: mercado del Litio, tipología de depósitos, evaporitas y análisis de cuencas sedimentarias cerradas, sedimentología y geoquímica de rocas evaporíticas, clásticas y volcánicas, geofísica aplicada a los acuíferos, hidrogeología e hidrogeoquímica de los acuíferos, meteorología, upstream y downstream, operaciones de campo, muestreos, perforaciones, logueos y elaboración de reportes, cálculo de recursos y reservas, evaluaciones ambientales y licencia social – vínculos comunidades originarias, empresas y Estado-. Se estima iniciar su dictado en el segundo semestre de 2020.