Por Celeste Ambrosi*

Los últimos datos de pobreza e indigencia en Argentina advierten acerca del crecimiento de ambos indicadores y, consecuentemente, de las dificultades que presenta un sector de la población para acceder a una canasta básica alimentaria. En diálogo con la situación actual y a partir de los aportes que surgen de la tesis realizada en el marco del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, este artículo pretende abonar a la comprensión sociohistórica de la cuestión alimentaria en nuestro país desde el retorno de la democracia hasta la actualidad.
Resolver las comidas en tiempos de desigualdad
Como sucede con las desigualdades, resolver las comidas no refiere sólo a una cuestión de bolsillo. Si uno realiza el pequeño ejercicio de analizar qué y con quiénes comemos, cómo fue que accedimos a los alimentos -si los compramos o retiramos de alguna institución-, cómo los cocinamos -qué combinaciones de alimentos hacemos, qué formas de cocción utilizamos, etc- y cómo es la organización intra doméstica -quién provee ingresos monetarios, quién y cómo los administra, quién se encarga de obtener alimentos sea mediante su compra o retiro, quién cocina y lava los platos, entre otras cuestiones-, posiblemente nos encontremos con un conjunto de transformaciones en los modos de resolver las comidas producto de múltiples situaciones y condiciones que fueron mutando a lo largo de nuestra vida.
Algunas de estas modificaciones seguramente, estén ligadas a los propios cambios que implica el ciclo de vida familiar. A estos cambios, también hay que sumarle otras transformaciones relativas a cómo nos fuimos vinculando con el mercado de trabajo -a qué nos dedicamos y bajo qué condiciones participamos-, con el Estado -sus políticas e instituciones- y las organizaciones sociales presentes en el barrio. A lo anterior, es indispensable incorporar el conjunto de saberes experienciales que fuimos aprehendiendo en el curso de nuestra vida. Sobre esta base, también es indispensable abordar cómo se producen y distribuyen los alimentos no sólo a nivel nacional sino también a escala internacional. Visto en retrospectiva y de forma conjunta, posiblemente nos encontremos con que no comemos lo mismo ni resolvemos las comidas de igual manera que veinte años atrás, ni siquiera diez, cinco o quizá uno.
Este mismo ejercicio a una escala analítica más amplia y centrado en sectores populares, permite comprender por qué dicho sector presenta mayores dificultades para resolver las comidas en la cotidianeidad. A continuación veremos entonces el derrotero que tuvieron los procesos de ampliación/reducción de las (des)igualdades en Argentina desde el retorno de la democracia hasta 2019 y, cómo frente a ello, los sectores populares resolvieron las comidas desplegando un conjunto de estrategias diversas que, en su extremo, ha significado la familiarización del hambre. Previo a ello, una breve mención de la situación alimentaria en tiempos de (pos)pandemia.
Comer en contexto de (pos)pandemia
En el marco de la pandemia, las agendas política, académica y mediática pusieron renovada atención sobre las dificultades que presentaban determinados sectores sociales para acceder a los alimentos. Al margen de sus diferencias, coincidían en que resolver las comidas resultaba más complejo para los sectores más desprotegidos. La manifestación de estas dificultades, lejos de presentarse como un asunto novedoso, ponían de manifiesto desigualdades preexistentes. Justamente, quienes contaban con inserciones laborales en puestos de trabajo de baja calificación y sin protección social, vieron afectadas las posibilidades de sostener sus ingresos ante la suspensión de determinadas actividades económicas.
Frente al agravamiento de la cuestión alimentaria, tanto el Estado como las organizaciones sociales cobraron renovado protagonismo. En materia de políticas sociales, se fortaleció la asistencia alimentaria mediante la entrega de bolsones con alimentos o viandas con comidas elaboradas. También se amplió la cobertura y monto de los ingresos monetarios transferidos a través de políticas como la Asignación Universal por Hijo, la Asignación Universal para Embarazadas, la Tarjeta Alimentar, el Ingreso Familiar de Emergencia y la entrega de bono a jubilados. En cuanto a las organizaciones sociales, su anclaje territorial preexistente en los barrios facilitó el armado de ollas/comedores populares en barrios y la implementación de políticas. Al respecto, algunas organizaciones actuaron de manera complementaria a las transferencias de ingresos no laborales, optando por cocinar centralmente en fechas distanciadas a los cobros de aquellas.
De estos análisis se destaca cómo la complementariedad entre los circuitos comerciales y no comerciales adquiere centralidad en la resolución del comer en tanto permite vertebrar, sobre todo en contextos y situaciones un tanto inciertos, una estrategia de previsión y provisión de alimentos. Sumado a lo anterior, también se destaca la importancia que tiene la articulación entre los ingresos laborales y no laborales -transferidos éstos por el Estado- y, en algunos casos, el entramado socioterritorial presente en los barrios. La forma en que se traman estos tres aspectos -circuitos comerciales/no comerciales, ingresos laborales/no laborales y entramado socioterritorial- es clave para comprender la heterogeneidad de los modos de resolver las comidas en los sectores populares.
Fragmentación sociolaboral y heterogeneidad en los modos de resolver las comidas
Hasta mediados de los años ochenta y conforme a los bajos niveles de desigualdad, Argentina se caracterizó por presentar un patrón de consumo alimentario homogéneo, en tanto los distintos sectores sociales podían acceder a canastas alimentarias relativamente similares. Esta homogeneidad empezó a resquebrajarse con la irrupción de la última dictadura, cuyas consecuencias se visualizaron a mediados de los ochenta y profundizaron en los noventa. Como resultado del incremento de la desigualdad, pobreza y erosión de aquella sociedad industrial -donde los trabajadores estaban inmersos en relaciones fabriles mayormente protegidas- ricos y pobres dejaron de comer lo mismo. Para peor, los sectores de menores ingresos no sólo accedieron a alimentos de menor calidad y cantidad respecto al sector de mayor poder adquisitivo sino que también comieron menos que antes.
Contrario a estos años y en base a la implementación de un conjunto de políticas económicas, laborales y sociales, la salida de la crisis del 2001 mostró algunas mejoras en materia de desigualdad, las cuales se expresaron en la cuestión alimentaria. Si bien para estos años la brecha entre los extremos persistió -y persistirá hasta la actualidad-, los consumos de los sectores populares mejoraron notoriamente en tanto accedieron a alimentos con mayor aporte nutricional, aproximándose a los de sectores medios.
Por otro lado, desde el retorno de la democracia hasta la actualidad la fragmentación sociolaboral se fue configurando como una característica de la estructura social en Argentina, manifestándose en la coexistencia de diversas condiciones sociolaborales dadas por la desocupación, subempleo, empleo no registrado y cuentapropismo. Como se desprende de la tesis doctoral, la cuestión alimentaria no permaneció al margen de este proceso. Las estrategias para resolver las comidas que despliegan los sectores populares varían acorde a cómo los hogares se fueron vinculando a lo largo del tiempo con el mercado de trabajo, el Estado y el entramado socioterritorial. En tal sentido y en base al análisis de entrevistas realizadas en dos barrios de Avellaneda, es posible identificar tres tipos de estrategias divergentes entre sí que, en el marco de la tesis, fueron denominadas como estrategias “del rebusque”, “para aguantar las comidas” y “para vivir al día”.
El rebusque
En aquellos hogares que permanecieron históricamente excluidos del mercado de trabajo formal, la resolución del comer se asienta sobre un entramado corpo-territorial -que se transmite de manera intergeneracional-. Los constantes esfuerzos para hacer de comer con los recursos disponibles se orientan, mayormente, a la obtención de alimentos en los circuitos no comerciales, lo cual requiere de un minucioso conocimiento del funcionamiento de las instituciones y organizaciones que distribuyen alimentos en el barrio. No está demás aclarar que la continuidad histórica de la búsqueda y rebúsqueda de alimentos acentúa la feminización y, en su extremo, la familiarización del hambre en tanto se reduce la cantidad de veces que se cocina y come, afectando a todo el grupo doméstico -incluidos los niños, niñas y adolescentes-.
El aguante
Quienes perdieron trabajos protegidos, se esfuerzan para “aguantar las comidas”, esto es, sostener y/o recuperar la cantidad de veces que se cocina y el tipo de alimentos valorados por su sabor y/o aporte nutricional. Para ello, generan constantemente nuevas fuentes de ingresos monetarios -en muchos casos, a costa de la autoexplotación- y articulan transitoriamente con las fuentes no monetarias para así maximizar las primeras y sostener consumos que consideran saludables. En cuanto a los ingresos no laborales transferidos, el uso de éstos busca ser reinscrito en lo que sucediera bajo mejores condiciones laborales y, en líneas generales, se destinan a la adquisición de alimentos que se consideran gustosos y saludables y que, además, presentan un mayor costo como las carnes y verduras.
El día a día
Por su parte, quienes lograron insertarse en el mercado laboral formal -no sin que esto implicara permanecer excluidos durante un tiempo prolongado-, se las ingenian para “vivir al día” y familiarizan el consumo alimentario mercantilizado con hijxs/nietxs que volvieron al hogar ante los despidos vivenciados e incremento de los alquileres. Las mejoras en las condiciones sociolaborales se reflejan en el acceso a alimentos de mayor calidad nutricional y en mayor cantidad -contrastando con lo que sucediera en tiempos de exclusión-, los cuales se valoran por sus sabores/gustos y por la posibilidad de ser compartidos dentro y fuera del ámbito doméstico. Asimismo, en estos hogares las prácticas del rebusque, la inscripción territorializada del comer y familiarización del hambre no son desconocidas dado que fueron vividas en contextos de crisis.
A modo de cierre apertura
Las distintas formas de resolver las comidas por parte de los sectores populares dan cuenta de los procesos de fragmentación sociolaboral vivenciados en Argentina y cómo frente a la erosión de las inserciones laborales protegidas, fue cobrando mayor protagonismo el entramado socioterritorial, el cual adquirió relevancia en el acceso a los alimentos en el marco de la pandemia. En tal sentido, la articulación entre los circuitos comerciales y no comerciales (como comedores barriales) para acceder a los alimentos no constituye una novedad para los sectores populares.
Volviendo a la cuestión alimentaria en la actualidad, es indispensable abordarla desde su relación con procesos más amplios que implican analizar también cómo funciona el actual el sistema agroalimentario internacional y bajo qué condiciones participa Argentina y cómo esto afecta a la seguridad alimentaria. Junto a eso, y a otra escala, es indispensable considerar cómo intervienen las políticas de Estado en el acceso a la alimentación, tanto en términos de asistencia alimentaria directa como a través de la regulación de las esferas de acceso que son claves para comer y que están dadas por el mercado de trabajo, el precio en los alimentos y las políticas sociales.
Si en la balanza tiene mayor peso el capital que el trabajo, nos encontramos con mayores incrementos en el precio de los alimentos, vivenciamos un empeoramiento en las condiciones sociolaborales y las organizaciones sociales se encuentran con limitaciones para contribuir a la pro/previsión alimentaria, seguramente nos encontremos con importantes tensiones respecto al derecho a la alimentación.
*Celeste Ambrosi es Profesora en Ciencias Antropológicas por la UBA, Lic. en Trabajo Social por la UNLa y Doctora en Ciencias Sociales por la UNLP Ambrosi, C. (2024). Modos de resolver las comidas en sectores populares de Argentina ante procesos de (des)igualdad y fragmentación sociolaboral (1983-2019) (Tesis de posgrado). Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Memoria Académica. https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.2793/te.2793.pdf