Reseña de la audiencia del 8 de noviembre de 2021

La cuadragésima séptima audiencia del debate oral del Juicio Brigadas Banfield, Quilmes y Lanús, fue de manera presencial en el marco del Juicio Garachico dado que uno de los testimonios presentados allí se tomó en cuenta para ambos juicios. Fue la declaración testimonial de Víctor López Muntaner, hermano de Francisco, quien era estudiante secundario y militante de la UES, y fue detenido-desaparecido el 16 de septiembre de 1976 en el marco del operativo conocido como La Noche de los Lápices.

Víctor López comenzó su testimonio contando que tres de sus hermanos fueron secuestrados y detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar: los mayores que ya se encontraban casados y no vivían en la casa familiar se llamaban Luis César López Muntaner de 26 años y Miguel Ernesto López Muntaner de 24. A continuación, se dedicó a detallar el caso de Francisco, “Pancho”, que fue secuestrado el 16 de septiembre de 1976 a sus 16 años. Manifestó que su familia tenía militancia peronista “de toda la vida” y que su hermano era militante en el Bachillerato de Bellas Artes, había participado en la lucha por el boleto estudiantil. El testimoniante señaló que al momento de la detención, él tenía 14 y vivía con Pancho en la calle 17 de la Ciudad de La Plata en la casa lindera a la de sus padres, que vivían con sus hermanos menores y, por lo tanto, tomó conocimiento de la primera parte del allanamiento una vez que este había terminado. 

Un grupo armado de alrededor de 13 personas que se auto identificó como del Ejército Argentino entró por la fuerza, se encontraron con los padres y los hijos más chicos. Cuando manifestaron que estaban buscando jóvenes, su madre les explicó que tenía dos hijos mayores y se vio obligada a llevarlos a la casa de al lado. A pesar que decían ser del Ejército, Víctor reconoció que en su mayoría portaban uniforme de fajina, de color azul, otros estaban de civil y solo había uno con la cara descubierta, los demás estaban encapuchados. Revolvieron todo, y empezaron a interrogar a Pancho por su actividad, por armas y panfletos. Ante lo que los secuestradores entendieron como “negativa a colaborar”, vistieron a Francisco, lo esposaron y le avisaron a su madre que lo “devolverían” si les daba la información que buscaban. Dado que ya estaba amaneciendo, algunos vecinos estaban saliendo a trabajar en el momento que se llevaron a Pancho. Los secuestradores los obligaron a volver a sus casas pero, luego del hecho, estos les confirmaron que además de las personas que entraron al domicilio afuera había varios autos y aún más efectivos.

A partir de ese momento comenzó la búsqueda de la familia. Su madre, Irma Irene Muntaner, se contactó con Nelba Falcone. “Lo que recuerdo es eso, la actividad de mi madre en Madres de Plaza de Mayo y la búsqueda en distintos organismos de mi hermano, el más chico”. Empezaron a reconstruir el destino de Pancho a partir de la liberación de algunos sobrevivientes, como Pablo Diaz, que contaron lo que habían vivido. Así es como supieron de su paso por los centros clandestinos de Arana y el Pozo de Banfield -o la Brigada de Investigaciones de Banfield-. También contactaron algunos sectores de la Iglesia; por ejemplo, se encontraron con Monseñor Plaza, aunque Víctor no recuerda bien si sacaron algún dato de esa entrevista o si de hecho sucedió. Explicó que sus padres no le contaban todo lo que sucedía o todo lo que averiguaban.

Los organismos de derechos humanos le recomendaron a Irma Irene que Víctor se registre en su libreta de enrolamiento solamente como López, a diferencia de sus hermanos mayores; sin embargo, durante el servicio militar le dejaron bien claro que sabían quién era, “por ser familiar de detenido-desaparecido transcurrí toda la Guerra de Malvinas encerrado en un calabozo”. Además recordó varias cosas que fue incorporando y naturalizando pero en su momento eran medidas de seguridad: caminar en contra de la mano de los autos, nunca repetir el camino a ciertos lugares, etc. En relación a los impactos del terrorismo de estado en la familia, Víctor explico que “desde ese momento, a la familia y al vecindario les costaba acercarse por temor (…) a algunos vecinos no los dejaban juntarse con nosotros (…) en ese momento uno pensaba que era el culpable de las sanciones y de los maltratos que nos tocaban vivir. Con el tiempo uno va a atando cabos y va viendo que eso era parte del sistema de persecución y represión”.