A 116 años del descubrimiento de la enfermedad de chagas, el diagnóstico sigue siendo un desafío. La Dra. Yamil Chain es experta en biosensores ” libres de sondas” y radiofármacos. Desde su laboratorio en el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA), pertenenciente a la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata y al CONICET, te cuenta todo en esta nota.
Muchos mitos rodean a la enfermedad de Chagas: que es una enfermedad rural, que solamente la transmite la vinchuca, que está controlada… Para concientizar sobre esta enfermedad desatendida, desde 2020 y con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 14 de abril se celebra el Día Mundial de la Enfermedad de Chagas.
Un poco de historia
La enfermedad lleva el nombre de Carlos Chagas, médico e investigador brasileño que en 1909 publicó la existencia de una nueva tripanosomiasis humana (1) que había observado por primera vez en una niña de 2 años, Berenice Soares. Después de la publicación de Chagas y de la enorme publicidad que atrajo, los médicos se mostraron escépticos frente al descubrimiento: no podían encontrar el parásito en los pacientes y los síntomas descriptos eran muy parecidos a los de otras enfermedades. ¿La tripanosomiasis americana existía en realidad?
La historia reconoce al médico argentino Salvador Mazza como el personaje determinante que logró poner en valor y ratificar el gran descubrimiento médico de Chagas. En el período 1926- 1946 Mazza y sus colaboradores detectaron, trataron y notificaron cientos de casos de la enfermedad, logrando que el hallazgo de Chagas recibiera la vasta atención internacional que merecía (2). Debido a esto, existe quien se refiere a la “enfermedad de Chagas-Mazza”, denominación que aún se escucha y suena como un eco distante del trabajo del argentino.
Decime qué se siente
La enfermedad de Chagas es silenciosa, ya que progresa lentamente y a menudo muestra un cuadro clínico asintomático. Sin tratamiento, la enfermedad de Chagas puede provocar graves alteraciones cardíacas y digestivas y volverse fatal. Se estima que en el continente americano en 2018: 7,5 millones de personas estaban infectadas por el Trypanosoma cruzi, el parásito que causa el Chagas, más de 100 millones de personas estaban expuestas a la enfermedad y más de 1.500.000 personas padecían de cardiopatía chagásica. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) incorporó recientemente a la enfermedad de Chagas en su Iniciativa para la Eliminación de Enfermedades Transmisibles para 2030, con el objetivo de detener su transmisión en la región, especialmente de madre a hijo (3).
Diagnóstico
El diagnóstico de la enfermedad de Chagas se realiza en general mediante técnicas serológicas, que en la mayoría de los casos requieren de equipamiento presente en laboratorios centralizados, y de personal entrenado. La obtención de los resultados tarda de 2 a 4 horas. Esta situación limita el diagnóstico en gran parte de la población afectada por la enfermedad, que habita en comunidades rurales, donde los contextos geográficos, socioambientales y culturales (4) restringen el acceso de las personas afectadas a los centros de salud de las grandes ciudades. De allí que la prueba ideal para la detección de la enfermedad de Chagas debería poder realizarse en centros de salud periféricos o en laboratorios móviles a nivel de territorio, con infraestructuras sencillas y con recolección de muestras no invasiva (5).
Los biosensores son (pequeños) dispositivos electrónicos capaces de detectar una molécula de interés, mediante su interacción con un elemento de biorreconocimiento que es parte del sensor. El “acoplamiento” entre la interacción y la señal eléctrica se logra por medio de un transductor que puede ser electroquímico, óptico o magnético, entre otros. El desarrollo de biosensores tiene como objetivo la detección de sustancias de manera sencilla y sin utilizar equipamiento grande, tal es el caso del sensor de glucosa electroquímico que se utiliza en la tecnología del páncreas artificial en algunos pacientes con diabetes (6).
La química de superficies y los biosensores
Desde 2013 en el grupo SuNaBi (Superficies Nanoestructuradas para Biosensado y estudio de interacciones Biomoleculares) del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA), trabajamos en el desarrollo de biosensores para el diagnóstico de enfermedad de Chagas. Como grupo especializado en química de superficies, nos encargamos de estudiar distintas estrategias de inmovilización de proteínas de Trypanosoma cruzi en sensores de oro de diversa naturaleza, desde DVDs recubiertos con oro (7) hasta minúsculos electrodos serigrafiados montados en una placa cerámica del tamaño de una SIM de celular (8). Trabajamos en colaboración con centros de salud de referencia de nuestra región, como el Instituto Nacional de Parasitología (INP- Fatala Chabén) (9) y el Hospital de Alta Complejidad “El Cruce” y con grupos de investigación internacionales de la Universidad de Bath (Inglaterra) (10) y de la Universidad de Padua (Italia), con el objetivo de proponer biosensores para el diagnóstico de Chagas que cada vez se acerquen más a formatos portátiles.

Esquema de Bionsesores
Es crucial que los avances científicos tendientes a hacer más accesible el diagnóstico de la enfermedad de Chagas, además de ser comunicados a la comunidad académica especializada, sean conocidos por la sociedad en general y por los encargados de tomar decisiones políticas, en particular. La acción conjunta de distintos profesionales y el apoyo del estado son necesarios para que estas tecnologías emergentes puedan integrarse en el sistema de salud y para que la ciencia contribuya a mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por la enfermedad.