¿Está la región, y en particular las viviendas que habitamos, preparadas para hacer frente a los efectos del cambio climático? ¿Cómo afectan las intensas lluvias recurrentes que, de la mano de El Niño, se han transformado en una amenaza que no distingue barrios ni clases sociales? El déficit habitacional, la falta de planificación urbana, las construcciones defectuosas, se unen al cambio climático para dar forma a un combo explosivo que pone en riesgo las condiciones de habitabilidad. En este artículo, el Arquitecto y docente investigador de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata, Julián A. Carelli Cerdá, analiza el fenómeno, sus causas y sus posibles alcances en la región.
En primera instancia debemos situarnos en una época de constante cambio, muy dinámicos, no solo en aspectos climáticos sino, además, por cambios sociales y económicos que afectan notoriamente los espacios de vivienda, laborales, de esparcimiento, de tránsito y otros. Nos referimos a la conjunción de efectos derivados de un crecimiento de la ciudad de La Plata totalmente descontrolado, que sin un plan regulador totalizador, a la vista se modifica constantemente sin bases que sustenten morigerar los efectos que ello acarrea.
Ejemplo de lo mencionado es cómo crece la ciudad hacia la periferia, mayormente con barrios no planeados, no solo a nivel de código urbanístico, sino además, sin la infraestructura adecuada, hablamos de agua potable, cloaca, y referido a la temática en cuestión, los drenajes de aguas pluviales. Ello conlleva a intervenir sobre lo que naturalmente eran tierras con suelos absorbentes, arroyos donde el agua fluía sin obstáculos, sin contaminantes inclusive.
La generación de docenas de barrios informales no planeados descontroló completamente la situación de prevenir desastres como inundaciones y otros en base a los cambios climáticos que están ocurriendo en la actualidad.
Según el Observatorio oficial de Barrios Populares del ReNaBap, La Plata es la localidad con más barrios populares de la provincia de Buenos Aires y del país. Resulta necesario relevar las superficies absorbentes, de drenaje a través de arroyos que año tras año se pierden no solo con construcciones, áreas pavimentadas, taponamiento de cursos de agua natural, sino también con la tala indiscriminada de zonas boscosas que hoy ya no existen. Los efectos de viento, lluvia, temperaturas se ven tremendamente afectados por todo lo mencionado, modificando las condiciones naturales de nuestra región.
Debemos agregar a esta situación todos los impactos ambientales generados por la falta control edilicio, ya sea en su etapa de construcción como de mantenimiento o en algunos casos, de demolición.
Nos podríamos preguntar: ¿qué tendrá que ver el crecimiento descontrolado de la ciudad, el déficit habitacional o la existencia de viviendas carenciadas de condiciones mínimas de habitabilidad, y la falta de infraestructura en la ciudad con los efectos climáticos de la fase de El Niño actual?
Podríamos comenzar analizando las construcciones, si están preparadas para las copiosas lluvias originadas por la fase de El Niño, pero es importante comprender que tanto las edificaciones como las ciudades en general, deben prepararse para condiciones extremas de todo tipo, lluvia, sequía, altas o muy bajas temperaturas, viento, etc.
Respecto de lo comentado anteriormente, si analizamos las condiciones de las viviendas de los más de doscientos asentamientos de la ciudad, son viviendas completamente deficitarias, sin las condiciones mínimas y básicas de habitabilidad. Cerca del 40% de los vecinos de La Plata carecen de viviendas adecuadas. A este fenómeno lo llamamos “déficit habitacional”.
No poseen cloaca, agua potable, desagües pluviales, electricidad con protección de manera legal, otros. Dicho fenómeno no es exclusividad de la región del gran La Plata, sino de todo el territorio nacional, donde la estimación de viviendas deficitarias o carencia de las mismas oscila los cuatro millones de viviendas. Aproximadamente una de cada tres viviendas se ve afectada por la falta de condiciones necesarias para ser habitadas con un confort de habitabilidad adecuado para una familia.
En ciertas zonas periféricas y el casco urbano, donde existe infraestructura las condiciones mejoran, bastante, pero no son las ideales, ya que un gran porcentaje de construcciones no han sido proyectadas y construidas por profesionales del rubro. Acarreando problemas de pendientes de cubiertas no correctas, desagües no óptimos, materiales inadecuados, falta de soluciones constructivas que permitan lograr estanqueidad en las envolventes (muros y cubiertas).
Sumado a ello, las viviendas de cierta antigüedad, aunque bien construidas originalmente, actualmente no mantenidas, también poseen graves problemas ante la situación actual climática. Goteras, humedad, por consiguiente, desprendimiento de cielorrasos, revoques, problemas en pisos y otras tantas patologías derivadas de una misma problemática. Sumado a ello, la no consideración a los alcances de la vida útil de los materiales que componen la vivienda.
Otro de los aspectos determinantes es la construcción de edificios de gran escala, de altura, en zonas de barrios cercanos a la periferia del casco. Como por ejemplo La Loma, Parque Saavedra y otros, donde viviendas centenarias, algunas patrimoniales se ven afectadas por construcciones que por su escala e impacto en los suelos circundantes a las viviendas existentes, provocan todo tipo de problemas en sus fundaciones, estanqueidad de sus envolventes, problemas en las fundaciones debido a las excavaciones lindantes, goteras debido a un exceso de escurrimiento de aguas de lluvia que corren por enormes medianeras que no poseen drenaje propio, sino directamente el terreno lindante. Este último punto no se encuentra reglamentado correctamente, generando grandes dolores de cabeza para quienes se ven afectados con un nuevo edificio de altura en barrios originalmente de baja escala.
Lamentablemente el código de ordenamiento urbano resulta de consideraciones de crecimiento inmobiliario y muy poco o casi nulo respecto de las necesidades del cuidado del medio ambiente. La sustentabilidad, los criterios que la misma adopta para la concreción de nuevos espacios que se habitan, otros que se reciclan o renuevan, y la consciencia respecto del uso de espacios públicos, naturales, parece ser una salida concreta hacia soluciones a las problemáticas expuestas.
En cuanto a las problemáticas de tipo “caseras”, como goteras, humedad, otros, lo más conveniente es a través de profesionales idóneos revisar minuciosamente las envolventes de la vivienda, eso incluye también los pisos. Determinar el estado de los materiales que la componen, su posible mantenimiento para estirar la vida útil de los mismos. Si están afectados por roturas, desperfectos que generen grietas, falta de sellados, terminaciones, etc., que provoquen dichas patologías, resolver los mismos de manera inmediata. Hablamos de grietas en muros exteriores, canaletas que no logran conducir el agua hasta los desagotes, hundimiento de pisos, condensación en muros y carpinterías. Resulta de vital importancia el mantenimiento de los drenajes pluviales, el libre escurrimiento del agua de lluvia, observación de la forestación lindante, si las plantas son de hoja perenne o caduca, la edad de las mismas, etc.
En conclusión, la problemática de la situación climática y sus derivados, es altamente compleja, ya que depende de varios factores a tener en cuenta y de varios “actores” que deben intervenir en la prevención, desde propietarios, contratistas de obras, profesionales de la construcción y los colegios que los nuclean, desarrolladores inmobiliarios, autoridades municipales y provinciales, otros.