Radiografía de la pobreza

    Habitualmente escuchamos hablar de  la cantidad de pobres e indigentes que hay en nuestro país y como crece constantemente ese número ¿Cómo se obtienen esos índices?, ¿cuáles son las variables a tener en cuenta? El Mg. Leopoldo Tornarelli, docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de La Plata e investigador de Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la misma unidad académica, analiza los factores que inciden en el aumento de la pobreza, durante las últimas décadas en nuestro país.

    En Argentina la pobreza se mide utilizando la metodología de pobreza por ingresos, en la que se comparan los ingresos totales que obtiene mensualmente un hogar (incluyendo ingresos laborales como ingresos de otras fuentes como jubilaciones y pensiones, transferencias públicas y privadas, alquileres, rendimientos de inversiones financieras, etc.) con un valor monetario conocido como “línea de pobreza” (o canasta básica total) y que representa el costo en dinero de adquirir los alimentos y bienes y servicios no alimentarios necesarios para alcanzar un nivel de vida considerado digno. Asimismo, también se mide la indigencia, en la que se compara el mismo ingreso del hogar con el valor monetario de la “línea de indigencia” (o canasta básica alimentaria), la que comprende el costo en dinero de adquirir (únicamente) los alimentos necesarios para mantener ese nivel de vida digno.

    Desde 2011, los resultados que Argentina obtuvo en la lucha contra la pobreza han sido malos, tanto por sí mismos como comparados con los resultados que obtuvieron otros países de la región. Si bien hubo algunos años donde la pobreza y la indigencia cayeron (2013-2015-2017-2021), no existió un proceso sostenido y sostenible de reducción de la pobreza en ningún momento de los últimos 15 años.

    Entre 2011 y 2017 la pobreza fluctuó en niveles de entre 25% y 30%, subiendo en los años pares y bajando en los impares. Desde entonces, subió en todos los años, con la excepción de 2021, donde hubo una recuperación lógica luego de la suba de la pandemia. El último dato conocido, que corresponde al segundo semestre de 2023, indica que la pobreza alcanzaba al 41.7% de las personas, mientras que la indigencia era del 11.9% de la población del país. Con ese dato, la pobreza se ubica en valores similares a los que llegó durante el peor momento de la pandemia (42.0% en el segundo semestre de 2020) y la indigencia se ubica en valores aún por encima de los que alcanzó en ese momento.

    El próximo dato de pobreza se va a conocer recién a finales de septiembre de este año, y va a referir al semestre que estamos transcurriendo (primer semestre de 2024). Aunque es difícil de proyectar ahora mismo cuánto va a ser ese valor, seguramente va a subir varios puntos respecto al último valor conocido (41.7%), y no sería extraño que se ubique en valores cercanos al 50%. El segundo dato de 2024 (correspondiente al segundo semestre de este año) recién se va a conocer a finales de marzo de 2025, y ahora mismo es imposible adelantar que va a pasar con el mismo. Si la caída de la inflación se mantiene en los que resta del año y la economía comienza a recuperarse, es posible que muestre una caída, pero no es algo seguro, en la medida que depende de la evolución de la economía.

    Los porqué del aumento en la pobreza

    ¿Qué explica la suba de la pobreza en los últimos años? Principalmente la inflación, y la falta de crecimiento económico del período. Desde 2011 a la actualidad el producto per cápita cayó más del 10%, por lo que no es raro que la pobreza se haya incrementado. La falta de crecimiento supone una economía poco dinámica, donde la tasa de creación de empleo registrado es baja o nula y, en ese sentido, no mejora la calidad del empleo. Pero además, la inflación se fue acelerando prácticamente en todos los años, lo que fue erosionando el poder adquisitivo de los trabajadores, y generó una suba de la pobreza en un contexto donde no subió el desempleo. De hecho, en los últimos 3 años el desempleo cayó, hubo un crecimiento del empleo (principalmente de baja calidad, no registrado), pero al mismo tiempo subió la pobreza.

    Ese deterioro en el poder adquisitivo de los ingresos laborales fue particularmente profundo en relación con los bienes y servicios de la canasta básica: la suba en el precio de estos bienes y servicios fue aún más pronunciada que la del índice de precios generales, con el que se mide la inflación. De este modo, aún si los ingresos de los trabajadores hubiesen crecido al mismo ritmo de la inflación general, la pobreza habría subido de cualquier modo, ya que la inflación específica de los bienes y servicios de la canasta básica fue mayor que la inflación general.

    La suba de la pobreza que esperamos para 2024 también se va a explicar principalmente por la caída en el poder adquisitivo de los hogares, dada la aceleración inflacionaria que vivimos en estos primeros meses del año. Sin embargo, no sería raro que también haya un aporte a la suba de la pobreza de parte del desempleo, en la medida que en estos meses estamos viendo una caída en la actividad económica que probablemente redunde en una caída del empleo.

    Si bien en sus reportes de pobreza el INDEC presenta resultados para los distintos aglomerados urbanos, los resultados para los mismos hay que analizarlos con cuidado, en la medida que el tamaño de la muestra de la Encuesta Permanente de Hogares (el instrumento utilizado para medir el ingreso de los hogares) es relativamente pequeño en muchos aglomerados, lo que agrega cierto “ruido” a las estimaciones de pobreza a nivel de ciudades/aglomerados.

    El caso del Gran La Plata

    En el caso específico del Gran La Plata, normalmente la pobreza ha sido algo menor a la del promedio del país (ver cuadro), aunque en la última medición se ubicó en niveles superiores al promedio del país debido a que la suba en el último semestre fue significativamente mayor a la que se observó en el resto de Argentina.

    Fuente: CEDLAS (2024).

    De cualquier modo, es difícil analizar adecuadamente los resultados a nivel de aglomerado, como se mencionó anteriormente. Seguramente hubo una suba importante de la pobreza en el Gran La Plata, pero no hay que apresurarse en descartar que algo de ese salto brusco en el indicador sea puramente una cuestión de variabilidad estadística. Las subas y bajas que se ven en la línea bordó en el gráfico muestran que la estimación a nivel del aglomerado Gran La Plata presentan una enorme variabilidad, una característica que comparte con las mediciones en otros aglomerados del país.

    Un análisis de más largo plazo indica que la pobreza tanto en el Gran La Plata como en la provincia de Buenos Aires sigue una evolución muy similar a la que se observa para el total del país. En ese sentido, se puede afirmar que la pobreza en la región ha crecido en los últimos años, impulsada principalmente por el deterioro en el poder adquisitivo de los hogares, el que a su vez es consecuencia de la elevada y creciente inflación. Asimismo, se espera una suba adicional de la pobreza durante estos meses, y la reversión de esa tendencia va a depender de cómo evolucione la economía en lo que resta del año.

    Imagen de portada: Walter Piedras (2016). Mi ventana al mundo. Vía Flickr.