Toda actividad humana genera contaminación y el sistema de transporte aéreo no escapa a esta situación. Cuando en un aeropuerto una luz se enciende, una escalera mecánica se mueve, un vehículo se pone en marcha, un aire acondicionado se activa, entre otros tantos accionamientos, se produce un consumo energético y, en consecuencia, en algún lugar se genera un producto y aporte contaminante. Para atender esta problemática de manera integral el Grupo Transporte Aéreo (GTA) de la UIDET “GTA-GIAI” del Departamento de Aeronáutica de la Facultad de Ingeniería de la UNLP llevó adelante un curso sobre transporte aéreo y cambio climático.
El curso estuvo destinado a profesionales vinculados a la industria aeronáutica nacional. Su objetivo fue proporcionar a los y las participantes los conocimientos teóricos y prácticos en temas relacionados a la gestión ambiental del transporte aéreo en general y, en particular, a los derivados de las actividades aeroportuarias y su interacción con el entorno inmediato.
La capacitación tuvo como meta aportar elementos para una visión clara y amplia, con capacidad de análisis, sobre las distintas actividades asociadas al transporte aéreo que generan algún tipo de contaminación gaseosa, con el fin de obtener las herramientas necesarias para el manejo y operación de las mismas desde un punto de vista eficiente y sostenible. A su vez, de manera específica, pretendía estudiar la gestión y metas ambientales en el contexto de la normativa de referencia de organismos internacionales. Y fomentar el desarrollo de habilidades para la resolución de problemáticas relativas a la gestión ambiental, en el marco de las actividades asociadas a diferentes proyectos relacionados con el transporte aéreo en distintas escalas de responsabilidad.
La capacitación, financiada por el Banco Mundial, fue solicitada por el Ministerio de Transporte de la Nación. Participaron profesionales y técnicos que desarrollan actividades dentro de organizaciones vinculadas con la industria aeronáutica como del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORSNA); la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC); la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA); Aerolíneas Argentinas; Intercargo S.A.U; Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y también del mencionado Ministerio de Transporte.
El ingeniero aeronáutico Alejandro Di Bernardi, responsable del GTA y coordinador de la UIDET “GTA-GIAI”, indicó que durante el curso -dictado por él mismo junto a los ingenieros Juan Ignacio D´Iorio, Matías Coppa y Lucas Sznajderman– se analizaron las distintas actividades del transporte aéreo y aquellas propias de las actividades aeroportuarias que generan algún tipo de aporte contaminante gaseoso. Para su caracterización y valoración ambiental se estudiaron además los métodos de cálculo, cuantificación, medición, verificación, monitoreo, reporte y diferentes medidas de mitigación. “Existen distintos dispositivos de relevamiento y registro de gases contaminantes, como así también programas de software para realizar estimaciones. Eso nos permite planificar y anticipar acciones específicas eficientes conducentes a la reducción del impacto ambiental asociado”, expresó.
En el GTA cuentan con herramientas que permiten caracterizar los aportes contaminantes generados por la actividad que se da en el seno del ámbito aeroportuario. Por ejemplo, “podemos calcular el aporte anual de una fuente específica y combinarlo con las condiciones atmosféricas locales para obtener así una pluma o huella de dispersión gaseosa sobre el aeropuerto y su entorno inmediato. Con ello obtenemos los diferentes niveles de concentración discriminados por contaminante para, finalmente, cruzarlo con los registros y las limitantes que da la Organización Mundial de la Salud. De ese modo se puede determinar, a través de sistemas GIS, la población alcanzada por los distintos gases que se emiten, ya sean estos hidrocarburos no quemados, óxido nitroso, monóxido de carbono, material particulado u otros que se consideren deban ser evaluados”, detalló el ingeniero.
Según Di Bernardi, “si bien el principal contaminante gaseoso en el sistema de transporte aéreo es el dióxido de carbono (CO2) no se debe perder de vista el aporte generado por el vapor de agua, el cual, a ciertas alturas y en función de las condiciones atmosféricas reinantes, puede propiciar la formación de ciertas nubes que también contribuyen al cambio climático”.
Medidas para disminuir la contaminación
Las estrategias para lograr una reducción significativa del aporte contaminante gaseoso, ya sean estas a nivel de escala local o bien en trayectos interurbanos (propios vuelos) se basan en: innovación tecnológica, mercados de bonos de carbono, biocombustibles y en mejora de los procedimientos operacionales.
En relación a este último punto, el coordinador de la UIDET mencionó estrategias que permiten reducir el consumo de combustible y, por lo tanto, el impacto gaseoso asociado. “Un ejemplo podría ser la implementación de un descenso continuo en las maniobras de aproximación y aterrizaje. Otros podrían ser: proponer menores velocidades de vuelo punto a punto con el fin reducir el consumo de combustible, reducir las velocidades de circulación de los aviones en el propio aeropuerto, reemplazar los vehículos de asistencia al avión por vehículos eléctricos o híbridos, proponer energías alternativas en el uso de las fuentes generadoras de energía para los consumos eléctricos, terminales inteligentes, y así siguiendo entre otras tantas medidas”, sugirió. Según el especialista, cada aeropuerto merece un análisis particular en función de los modelos de gestión de sus infraestructuras, instalaciones y equipamiento en base a la flota aeronáutica que ahí opera.
Di Bernardi sostuvo que es necesario continuar con un proceso de formación continua en relación al tema planteado desde una mirada integral. “La problemática ambiental en el transporte aéreo debe ser abordada no sólo desde el punto de vista del aporte gaseoso, sino también desde la contaminación acústica (de mayor percepción social), la contaminación del suelo, de riesgo por fauna y así siguiendo. En un todo de acuerdo con los objetivos estratégicos de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) en un contexto de seguridad operacional, optimizando modelos de gestión y buscando siempre el funcionamiento en el marco de las reglamentaciones aeronáuticas y ambientales. En este contexto, la capacitación continua del personal aeronáutico permite una mayor y mejor comprensión de los desafíos futuros relacionados al transporte aéreo civil y comercial”, consideró.
El ingeniero resaltó que “el transporte aéreo ha sufrido un profundo cambio en virtud del impacto de la pandemia sobre dicho sector, resultando necesario repensar el sistema de manera integral y, claramente, la cuestión ambiental no escapa a esta realidad. En ese sentido, aunque paradójico, el sistema de transporte aéreo está más vivo que nunca”.
En el curso dictado por el Grupo Transporte Aéreo también se abordaron aspectos jurídicos, económicos, tecnológicos, sociales, políticos y organizativos, vinculados a lo ambiental con el fin de lograr una visión integral y sistémica de la problemática abordada.
Cabe mencionar que el GTA cuenta con experiencia de trabajo en más de 120 aeropuertos y helipuertos en América, Europa, Asia y África realizando, desde 1991, investigaciones, estudios, anteproyectos y proyectos de infraestructura de aeropuertos y helipuertos, de operación y planificación aeroportuaria, de factibilidad operativa de aeronaves de transporte aerocomercial, de mantenimiento, operaciones de aeronaves, seguridad operacional, certificación de aeropuertos, meteorología aeronáutica y análisis de incidentes y accidentes en aviación civil, entre otros. Siendo una de sus líneas de investigación el transporte aéreo sustentable desde el 2008 y, en ese marco, han realizado diferentes investigaciones y trabajos a nivel nacional e internacional en la temática específica habiendo trabajado, entre otros, para la OACI y la ANAC.
FUENTE: DIRECCIÓN DE PRENSA INGENIERÍA