“La dictadura estableció que Argentina tenía que ser un país importador y financiero, y no industrial”

¿Cuáles eran las características económicas de la Argentina cuando se produce el golpe de Estado en 1976?
En la economía argentina, después de atravesar la etapa de lo que se conoce como “de sustitución de importaciones” -desde los ’40 hasta mediados de 1970- seguían en pugna lo que podríamos denominar dos proyectos económicos: el de la sustitución de importaciones y el intento de industrialización, por un lado, y por el otro el del volver al modelo agroexportador. Además, en los ’70, se producen algunos hechos relevantes en la economía mundial, como son la crisis del petróleo, el proceso de globalización y la preeminencia de los capitales financieros sobre los productivos.
Estos dos modelos económicos antagónicos de la Argentina, se resuelven traumáticamente, porque la dictadura lo que viene a hacer, entre otras cosas, es definir qué modelo de país va a continuar. Entonces, la el gobierno militar establece que Argentina tiene que ser un país primario y financiero y no industrial. Las políticas que se aplican a partir de 1976 son: la devaluación de la moneda, el congelamiento de los salarios y la liberalización de los precios. Los salarios quedan congelados, con el agravante de que no había posibilidades de protestar, por la prohibición de los partidos políticos y de los sindicatos. Un dato importante es que la participación de los trabajadores en el ingreso en el año 1975 era del 40 % y en el año 1976 cae al 25 %.
Para aquellos años, Argentina era un país con inflación crónica, la situación se había agudizado, pudiendo decir que en 1975 llegó a tener la primera hiperinflación. En ese momento era un problema concreto, junto con la puja por la redistribución del ingreso, de las riquezas. Hay que recordar que para 1974 Argentina tenía pleno empleo y el poder sindical era muy importante. Las medidas adoptadas por la dictadura resuelven no sólo qué modelo continúa como política económica, sino cómo se reparte la riqueza en la Argentina.
Entonces, a partir de ahí, la política económica lleva adelante la apertura de la economía, la liberalización de los capitales financieros y, como instrumento para bajar la inflación, “la tablita”, una política muy parecida a los noventa con la convertibilidad. Todo fue financiado por un proceso de endeudamiento. Argentina no tenía prácticamente deuda externa en el año 1975 y termina en 1983 con un nivel de endeudamiento de 45 mil millones de dólares.
El modelo económico de la dictadura empieza a tambalear cuando se produce la crisis del 1982 en México, provocando una corrida de todos los capitales del mundo subdesarrollado. Esto provoca que queden a la luz los problemas graves que estaban algo ocultos. Sus consecuencias estaban disimuladas por lo que podríamos llamar “la plata dulce”, ese dinero que venía a Argentina y hacía parecer como que la situación era mejor que la real, pero cuando deja de venir nos queda la deuda, junto a un aparato productivo diezmado y concentrado.
Junto con la crisis del 1982 -que lleva a que la dictadura empiece a tener problemas importantes sobre estas políticas económicas- surge la Guerra de Malvinas. La situación era complicada, entonces la salida política para tratar de perpetuar la dictadura fue Malvinas. Además hay un paro de la CGT antes de la toma de las Islas, o sea, los problemas sociales no podían disimularse más con el proceso de endeudamiento, porque precisamente se había cortado el financiamiento. Entonces, los problemas afloraron.

¿Quiénes se beneficiaron y quiénes se perjudicaron?
Las medidas puntuales sobre la economía interna, la apertura con el resto del mundo y la actividad financiera, lleva a la concentración económica. No es que a toda la industria le fue mal: hubo algunos sectores muy poderosos nacionales a los que les fue bien. La política de la dictadura fue muy discrecional, benefició a determinados grupos económicos. Se consolidan las empresas trasnacionales y grupos económicos locales y perdieron lugar todos los pequeños y medianos empresarios. Y en la economía en general terminó primando el capital financiero sobre el productivo; y el sector agropecuario se sostiene porque tiene una ventaja competitiva muy importante con el resto del mundo. Entonces tenemos un modelo financiero y primario, sin industria o con industria en algunos sectores muy concentrados, con una regresividad en la redistribución del ingreso, y todo este programa es financiado con endeudamiento.

¿De qué manera esa política condicionó a los gobiernos civiles a partir de la recuperación de la democracia?
Con la apertura democrática y con el gobierno de Raúl Alfonsín se intentó volver al  anterior modelo de sustitución de importaciones y mercado internista. Trató de recuperar los salarios y de fomentar la actividad económica interna y productora de bienes. Pero hay dos cuestiones importantes: por un lado, la situación de la economía argentina ya había cambiado, el poder estaba muy concentrado, la preeminencia de las corporaciones ya era muy decisiva. Y por el otro, externamente, la llegada de los conservadores en Estados Unidos con la presidencia de Ronald Reagan, que adopta medidas de ajuste fiscal. Entonces la tasa de interés internacional subió muchísimo y eso provocó que para la Argentina, que era un país altamente endeudado, el costo de la deuda se multiplicara varias veces. Alfonsín tenía una presión externa muy fuerte, y lo resuelve con políticas de ajuste y de restricción interna a partir del Plan Austral, en 1985. Todo esto desemboca en la hiperinflación de 1989, o sea en el fracaso y en la caída de la política de Alfonsín.
Durante los ´90 siguió latente el tema de la deuda, los intereses de los acreedores y de los grandes grupos económicos locales. Entonces Menem ofrece las privatizaciones, un negocio multimillonario. Se genera una gran expectativa favorable, ya que los sectores más poderosos apoyan el modelo económico, y se produce un nuevo endeudamiento  y otra vez volvemos, con la convertibilidad, a otra época de “plata dulce”, como entre 1978 y 1981.
En Estados Unidos ganan los demócratas que imparten políticas más laxas. La tasa de interés baja y se vuelve a generar un contexto favorable que permite seguir con un modelo primario y financiero, o sea, una vuelta de tuerca de la política económica de la dictadura. Tenemos el segundo proceso de endeudamiento, de prácticamente cien mil millones de dólares más. Toda la deuda que tenemos hoy está originada, básicamente, entre la dictadura y la década del noventa.

¿Qué vínculos existen entre la realidad económica argentina actual y lo hecho por el gobierno militar?
El modelo de la dictadura y de los ‘90 termina en el 2002, con un fracaso estrepitoso cuando el nivel de endeudamiento es mayúsculo, acompañado con desocupación del 17 por ciento y una profunda concentración de los ingresos. El modelo explota y se produce la peor crisis de la historia económica argentina. La desocupación llega al 25 por ciento, la pobreza a casi el 60 por ciento de la población. Hay que tener en cuenta que 25 años antes la pobreza era del 6 por ciento, con el modelo de sustitución de importaciones.
Además, no es que nos endeudamos para mejorar la infraestructura del país, para hacer un país más competitivo, para poder exportar bienes más complejos con más valor agregado. No. Nos endeudamos para consumir cosas innecesarias. Digamos que modificamos y destruimos el sistema educativo, modificamos y destruimos el sistema de ciencia y técnica del país, modificamos y destruimos el sistema productivo. Cuando terminó el endeudamiento nos enteramos que nos quedó nada. Ni aparato productivo, ni educación, ni ciencia y tecnología. Un país que podía producir y tenía ventajas sólo en algunos rubros primarios y nada más.
A partir del 2003 se hacen cosas distintas, se prioriza la producción de bienes tanto primarios como industriales en lugar de los servicios, a través de las políticas cambiarias de dólar competitivo, o sea un dólar más alto para proteger a la industria. Para simplificar, podemos decir que volvimos al modelo de sustitución de importaciones y de generación de empleo local, de fortalecimiento de la demanda interna y cada vez más aumento de la producción. Ese modelo explica la expansión económica que la Argentina tuvo desde el 2003 para acá. Se suele hablar de un clima anti empresario en estos años, sin embargo la inversión ahora es más alta, a pesar de que no pedimos plata prestada. Ha aumentado el presupuesto educativo, el presupuesto de ciencia y tecnología, junto a una política sustentable. Este modelo económico no tiene ninguna semejanza a los dos anteriores, de los noventa y el de la dictadura.