Un Estatuto Superador

Hasta la fecha, los planteos más visibles sobre los puntos a reformar del Estatuto tienen que ver, en buena medida, con reclamos políticos de sectores estudiantiles y gremiales. Sin lugar a dudas que se les debe prestar atención, pero también es fundamental avanzar en el análisis y consideración de otros temas que permitan realizar un tratamiento integral sobre todo el marco normativo que contextualice el funcionamiento de la Universidad. En este sentido, entre otros, se podrían destacar:
Jerarquizar la Extensión. Esta Facultad es la primera que en el ámbito de la UNLP tiene una Secretaria de Extensión, creada en 1985. Para nosotros es una actividad importante, y así lo hemos definido políticamente dentro de Ciencias Agrarias. La Extensión debería quedar reconocida y valorada de manera plena en el Estatuto.
El crecimiento de la UNLP en número de Facultades. Esto es polémico, pero hay que establecer una metodología clara para crear nuevas Unidades Académicas. Por supuesto que no cuestiono la creación de las dos más recientes, a las que he acompañado con mi voto en el Consejo Superior. Pero habría que discutir y definir un sistema que avance sobre temas que trasciendan la creación o no de una nueva Facultad. Me refiero a aspectos conceptuales sobre la enseñanza superior, a su relación con la extensión e investigación, desde lo instrumental, las magnitudes apropiadas para cada unidad operativa. Esto es, pararse unos pasos antes de la discusión sobre la conveniencia de contar con una Unidad Académica más o no.
La duración de mandatos. Para una sociedad como la nuestra, sujeta históricamente a políticas pendu- lares, tres años seguramente es poco tiempo. En países más estables, como Suiza o Alemania, posiblemente ese período resulte adecuado. Pero en nuestra realidad, apenas nos ubicamos, se empiezan a impulsar proyectos de gobierno y cuando se quiere comenzar a consolidar algunas acciones o corregir otras, ya están las elecciones encima, que alteran la dinámica de la gestión. Creo que extender los mandatos a cuatro años podría ser razonable.
La descentralización de la Universidad, en varios aspectos (aunque esto pueda resultar operativo). En materia de extensión e investigación, por ejemplo. Que haya líneas que no estén definidas desde la sede central (como las comisiones y la Secretaría de Investigación). Que se transfiera la decisión y los recursos a las Facultades.
La discusión sobre la Ley de Educación Superior. No está directamente relacionada con la reforma del Estatuto, pero creo que debería discutirse conjuntamente. Siempre se habla de fortalecer la autonomía universitaria. La Universidad tiene autonomía académica, pero no autarquía financiera. Y esa es la verdadera autonomía a buscar. No depender del sistema de presupuestos públicos, como hoy, sino pensar en una asignación de recursos como la del INTA, por ejemplo, que aparece atado a un porcentaje variable de las importaciones. Esto se inscribe además, en la indispensable discusión profunda y precisa de los roles de los organismos de ciencia y técnica de la Nación.

Se comparte plenamente la iniciativa de reforzar la gratuidad y el ingreso irrestricto, así como las representaciones en los claustros, la incorporación de los no docentes y de los colegios son temas que tienen que debatirse. Pero si se centra el debate solamente en planteos parciales de interés particular de algún sector, se estaría subordinando el análisis de la reforma a una visión acotada de la realidad y que tal vez no atienda a la preocupación e intereses del resto de los miembros de la comunidad universitaria. Hay que hacer un estudio de la totalidad de los capítulos, para que el nuevo Estatuto sea realmente superador del anterior.