Pensar en planificar el rumbo de la Universidad es una invitación a proyectarnos hacia el futuro, a comenzar a construir entre todos el modelo de Universidad que pretendemos forjar para los próximos años. Pero no sólo se trata del futuro; comenzar a delinear los trazos de un nuevo proyecto institucional nos obliga a revisar el pasado y analizar el presente.
Porque un Plan es siempre cambiante, se transforma permanentemente. El punto de partida nunca es la herramienta de balance del punto de llegada. ¿Y por qué este carácter tan dinámico? Porque cambia el contexto, cambian los escenarios. En cuatro años -que es lo que duran los períodos de gestión en la UNLP- ocurren muchas cosas dentro y fuera de la Universidad, que nos obligan a reconfigurar el rumbo, a trazar nuevos objetivos.
Desde 2004, cuando pusimos en marcha la primera experiencia, nuestros planes estratégicos estuvieron orientados en sus líneas prioritarias a resolver demandas insatisfechas estructurales. El convulsionado escenario de aquellos primeros años del siglo XXI nos obligó a buscar respuestas para dos grandes problemáticas: el déficit de infraestructura edilicia, que padecían por igual docentes, no docentes, alumnos e investigadores; y el reclamo de más y mejores políticas de bienestar estudiantil.
Los sucesivos Planes fueron diseñados y ejecutados para dar respuesta y resolver esas demandas. Y lo hicimos. Creamos un Plan Director de Obras que nos permitió pasar de 300 mil metros cuadrados a más de 480 mil en la actualidad. En materia de inclusión estudiantil, hoy tenemos un Comedor donde almuerzan más de 7 mil chicos por día y que es modelo para el sistema universitario nacional, un Albergue gratuito que le da oportunidad de estudiar y progresar a decenas de jóvenes que llegan desde el interior del país, un sistema de becas de ayuda económica cada vez más sólido.
Hoy, aquellas prioridades han sido cubiertas, las demandas de 2004 son muy distintas a las actuales. El contexto y la Universidad misma se están reconfigurando y por eso es necesario reconfigurar también nuestro Plan Estratégico. La UNLP tiene hoy más de 105 mil alumnos en sus 17 facultades, y cada año se inscriben en promedio unos 25 mil jóvenes. Son cifras que nos destacan en el concierto de las universidades nacionales y reflejan la eficacia de las políticas de inclusión y retención, que fueron pilares de nuestros Planes Estratégicos precedentes. Es tiempo de asumir nuevas responsabilidades, de repensarnos como institución y rendir cuentas.
Por ello, las nuevas líneas del próximo Plan 2018-2022 deberán estar estrechamente ligadas a las problemáticas actuales: la calidad con inclusión, el rendimiento académico y la producción de graduados, deberán ser metas irrenunciables desde lo académico. Creemos profundamente en la masividad, y en que esa masividad tiene que estar asociada al compromiso con la calidad, nivelando adentro del propio sistema, sin expulsar, y haciéndonos cargo de la diferencia, tanto en el pregrado como en el grado. Está en nuestro ADN.
Pero también hablamos de rendir cuentas porque deberemos buscar estrategias eficaces para lograr que la relación ingreso/egreso sea lo más estrecha posible, para ofrecerle al país cada vez más profesionales de calidad. Tenemos un presupuesto de 5 mil millones de pesos y ya no podemos conformarnos con decir que el sólo paso por las aulas de la Universidad construye mejores ciudadanos. Hoy la Argentina necesita más recursos humanos formados y de calidad.
El nuevo contexto nos impone también la necesidad de promover cada vez mayor acceso a la Universidad de los sectores con menos oportunidades, y es aquí donde la educación no formal empieza a ser una referencia tan importante como la educación formal. La comunidad que nos pedía comida en las inundaciones del 2013, hoy nos pide capacitación y saberes para poder tener más oportunidades de progreso.
Para ello pusimos en marcha la Escuela de Oficios, creamos las diplomaturas y sigue creciendo nuestro Consejo Social. Pero tenemos que pensar y trabajar aún más desde todas nuestras unidades académicas para resolver las demandas de quienes hoy están marginados por falta de herramientas.
Estas son algunas de las metas que formarán parte del próximo Plan estratégico de la UNLP. Si logramos estos objetivos, habremos cumplido una vez más con las demandas de nuestro tiempo y volveremos a estar listos para nuevos escenarios