Dilemas del 1° de Mayo en la Argentina ¿Conmemorar los mártires o celebrar el trabajo?

Al año siguiente de la resolución del Congreso de la Segunda Internacional en París de 1889 que invitaba a organizar el Primero de Mayo en homenaje a los llamados Mártires de Chicago, los alemanes socialistas de la agrupación Vorwärts en la Argentina (recordemos que todos menos uno de los condenados a la horca por aquellos episodios habían sido de esa nacionalidad), organizaron un mitín en ese sentido en el Prado Español y, a pesar del origen luctuoso de los hechos referidos, lo hicieron bajo la idea de “festividad”.
Como señala Aníbal Viguera, y a diferencia de lo que supone un recorrido sentido común en diversas historias obreras en la Argentina, que atribuiría al ascenso del peronismo la conversión de la fecha en una “fiesta”, desde el comienzo mismo de la efeméride estuvo presente la discusión en torno al carácter combativo o festivo de la misma. En general, como han señalado Lobato y Suriano, los socialistas apostaban por la lectura más festiva y pacífica, que era condenada por los anarquistas, quienes optaban por resaltar la combatividad y el luto.
Sin embargo, esto no funcionó siempre de manera automática, y cabría señalar que –al menos en el caso de los socialistas-, la cuestión sobre conmemorar o celebrar podía variar año a año, según las referencias de la estrategia política de coyuntura. De manera que en 1939, incluso en el marco de la necesidad del socialismo –como ha señalado María Cristina Tortti- de nacionalizarse y de presentarse bajo una lectura multiclasista, el particular interregno entre el fin de la Guerra Civil Española y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, colocarían a dicho partido en la necesidad de evitar la alusión meramente festiva de la fecha. Así, Nicolás Repetto escribiría en las páginas de La Vanguardia, que “el 1° de Mayo no es un día de fiesta sino de afirmación y de esperanza”.
Esa lógica era posible bajo un nuevo posicionamiento que pretendía mostrar al socialismo en un lugar de oposición política endurecida, sin dejar de afianzar sus vínculos con la nacionalidad, ya que la mención esperanzada de la fecha, la permitía enlazarla con otro “Primeros de Mayo”, caros a la tradición liberal argentina: el del pronunciamiento de Urquiza y el de la celebración de la firma de la Constitución de 1853. Indudablemente, el Estado también había hecho su parte, para nacionalizar la fecha, al declarar durante la presidencia de Alvear, el 1° de Mayo como “día de fiesta”, y en tanto “homenaje al trabajo”.
Así, podemos entender que el peronismo haya encontrado el camino en cierta medida allanado durante sus primeras presidencias, para resaltar el carácter armónico de la fecha, en consonancia con sus orientaciones político-ideológicas. La fecha de origen luctuoso se transformaba, así, en una celebración, sin por ello perder su instancia de encuentro de autoafirmación obrera. Cabría pensar en el presente, la trayectoria de otras efemérides argentinas de la historia reciente, que también rememoran hechos –como señala Jelin- en principio (o en conclusión), in-felices, como los del 24 de marzo o del 2 de abril. Así, podemos encontrar una dinámica similar a la del Día del Trabajador, en el caso del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia (sancionado en 2002 durante la presidencia de Duhalde) que se convirtió en feriado inamovible desde el año 2006. En esa ocasión, durante la presidencia de Kirchner, se presentó una importante discusión acerca de la posible derivación festiva de una fecha considerada como luctuosa. Frente a eso, y si pensamos en su condición de instancia de autoafirmación de los grupos que las reivindican, podemos pensar que el proceso también se cumplió en relación con esa experiencia histórica. De allí que, en ciertas ocasiones, hasta las fechas más fuertemente connotadas con un origen de “luto y combatividad”, puedan amplificar sus estrategias performativas hacia otros formatos más festivos y pacíficos, sin perder con ello –más allá de las posibles oposiciones a esa deriva- su condición de referencialidad identitaria. De la misma manera que actualmente no llama tanto la atención la presentación de una murga de carnaval, como los Bakanes de Aeroparque en el calendario de conmemoración del 24 de marzo de 2012 por parte de HIJOS Mar del Plata; cabría pensar lo mismo de los bailes nocturnos del Partido Socialista durante el 1° de mayo.
A pesar de lo que ellas mismas quieran aparentar al presentarse de manera esencialista, las tradiciones se construyen históricamente y sus posibles cauces de significación parecen no quedar nunca cerrados.