A 41 años de “La Noche de los Lápices”

    La Universidad Nacional de La Plata se pronuncia una vez más en el marco de la conmemoración de un nuevo aniversario de “La Noche de los Lápices.” Un acontecimiento donde la dictadura cívico-militar produjo el secuestro y desaparición de unos trescientos jóvenes entre 13 y 18 años, la mayoría estudiantes de escuelas secundarias con militancia política y estudiantil; muchos de ellos integrantes de esta Comunidad Universitaria.

    Este hecho histórico acontecido hace 41 años, formó parte del plan sistemático de exterminio desplegado por la última dictadura cívico-militar, y se concretó a partir de una serie de secuestros realizados durante el mes de setiembre de 1976, que tuvieron como blanco a estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata, tal como fuera expresado en el Documento que la Prosecretaría de Derechos Humanos de la UNLP produjera en ocasión de cumplirse 40 años de este hecho aberrante.

    La persecución a estos jóvenes se había iniciado a fines de 1975, con el asesinato de Ricardo Arturo “Patulo” Rave, dirigente de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) de La Plata, y continuó durante todo el período dictatorial. Las instituciones educativas eran objeto de vigilancia y control por parte del aparato represivo. En marzo de 1976 la Coordinadora de Estudiantes Secundarios (CES) desarrolló acciones estratégicas de movilización política en oposición al Golpe; en condiciones sumamente adversas. En septiembre de 1976 se produjeron los secuestros de numerosos estudiantes secundarios o recientemente egresados; y otros se vieron obligados a abandonar su escolaridad para evitar ser víctimas del terrorismo de Estado.

    En este proceso hubo privaciones ilegales de libertad, torturas, y desapariciones; es decir, crímenes de Lesa Humanidad, que comenzaron a conocerse públicamente durante el Juicio a las Juntas Militares cuando Pablo Díaz, uno de los jóvenes sobrevivientes, narró su historia ante la justicia.

    Los testimonios de los sobrevivientes respecto de las prácticas e inscripciones políticas que compartían con sus compañeros desaparecidos -tal como pudo observarse en el juicio denominado “Circuito Camps” donde la Universidad Nacional de La Plata participó como querellante,- han posibilitado resignificar esa lucha articulada a las movilizaciones sociales de la década del setenta .

    Un aspecto importante de esa lucha se dio en torno de la reivindicación del Boleto Estudiantil Secundario, que llevó al entonces Concejal Rodolfo Mariani, a presentar un proyecto ante el Consejo Deliberante de La Plata, el 1° de septiembre de 1975. Los estudiantes reclamaban la reducción del costo del boleto a un peso, y ante la no respuesta gubernamental, la Coordinadora Estudiantil convocó a una manifestación ante el Ministerio de Obras Públicas, que se desarrolló el día 5 de septiembre para entregar el petitorio a las autoridades.

    Recuperada la Democracia, la Ley Provincial 10.671 estableció en 1988, el 16 de septiembre como el “Día de los Derechos del Estudiante Secundario” cuya conmemoración impulsa cada año la realización de actividades culturales, educativas y recreativas organizadas por los Centros de Estudiantes Secundarios, como práctica social de Memoria, y en defensa de la vida democrática y los derechos humanos.

    Por último, en el año 2015 se conquistó el Boleto Estudiantil, cuando la legislatura provincial con los aportes de la Vicepresidencia Institucional de esta Universidad y del colectivo estudiantil organizado, aprobó por amplia mayoría la Ley 14.735 de Boleto Especial Educativo, que establece la gratuidad del boleto para estudiantes de todos los niveles del sistema educativo; cuya implementación plena en la jurisdicción provincial aún continúa siendo disputada.

    Así entonces, conmemorar “La noche de los lápices” convoca a recordar y recrear el compromiso institucional con los proyectos de aquellos jóvenes que lucharon por una sociedad más justa e igualitaria, que en este presente se traducen en desafíos vinculados a la defensa de la Educación Pública como un Derecho Social entendiendo que la misma, junto a la política, la economía y la cultura constituyen los pilares que sustentan todo proyecto democrático con un horizonte emancipatorio. Es importante poner en tensión los procesos que tienden a pensar la educación como un bien de mercado, restringiendo el fortalecimiento de prácticas democráticas y el ejercicio pleno de los derechos humanos. Y ello requiere continuar trabajando en la construcción de condiciones sociales e institucionales para ejercer la libertad de expresión, la participación política y la disputa por proyectos educativos que contribuyan a desnaturalizar la desigualdad y la injusticia que aún persiste en nuestras sociedades.