Con once aulas abiertas en diferentes espacios de la región La Plata, Berisso y Ensenada, comienza un nuevo dictado de la Diplomatura en Promoción y Gestión de la Salud Comunitaria. Esta iniciativa, impulsada de manera conjunta por el Consejo Social y la prosecretaría de Salud de la Universidad Nacional de La Plata, tiene como objetivo la formación de referentes que contribuyan al fortalecimiento del acceso a la salud en sus comunidades.
Los contenidos de la Diplomatura son trabajados por el equipo docente desde una perspectiva de derechos humanos, género e interculturalidad, promoviendo un abordaje integral de la salud en el que participan distintas disciplinas y sectores. Para este fin, intervienen en su desarrollo diferentes actores que guardan relación con cada uno de los vértices que componen el triángulo de redes en salud: la universidad, los efectores de salud y la comunidad organizada.
La cuarta cohorte de la Diplomatura comienza su dictado en las aulas barriales de Ringuelet, Villa Elvira, Romero, Colonia Urquiza, Ensenada, Berisso, Los Hornos, El Retiro, Arana y Arturo Seguí. El dictado constará de un encuentro semanal teórico práctico, durante 6 meses, sumando encuentros generales por temas específicos y trabajos prácticos.



Agustina Suárez, directora de Políticas Académicas en Salud, sintetizó que “el espíritu de la Diplomatura es el reconocimiento y la reparación de un rol que es llevado adelante mayoritariamente por mujeres, que poseen saberes propios de su territorio y trabajan para la salud de sus comunidades”.
Sobre los contenidos que se abordan en cada módulo, explicó que “son pensados en base a cuáles son los saberes que hay que reforzar y poner en diálogo con lo que ellas traen”, y agregó: “la prosecretaría pone a disposición la universidad en base a la necesidad y a los derechos de las personas que tienen la tarea de cuidar en el territorio”.
Por su parte, Mayra Díaz, coordinadora de los equipos docentes de la Diplomatura, señaló que en “algunos casos el sistema de salud no logra tener incidencia en el territorio y eso reviste de mayor importancia el trabajo de las promotoras, que cumplen con la tarea de crear puentes de acceso al sistema sanitario”.
Para entender cómo es esa mirada integral que distingue a la salud comunitaria, consideró “salir del paradigma del modelo médico hegemónico, centrado en lo biológico, que desconoce si la persona está pasando necesidad o si puede solventar el gasto del medicamento. El rol de la promotora es importante porque ellas conocen el contexto detrás de esa persona“.
Yésica Alegre, diplomada y parte de la Mesa Barrial Tolosa Ringuelet, también aportó su perspectiva sobre este punto: “Si bien el doctor tiene la profesión y los estudios, creo que el eslabón de la promotora es fundamental, es lo que faltaba para poder enlazar todo, porque las promotoras tenemos a diario el problema, conocemos a la familia, conocemos su entramado y le podemos aportar esa información al profesional”.
Intercambio de saberes y trabajo en red
Desde el año 2020, la Diplomatura se lleva a cabo, tanto a nivel nacional como regional, en distintos barrios populares bajo la dinámica de aulas abiertas. Cada aula se organiza como un espacio abierto, por fuera del ámbito institucional, para situarse en otros contextos y abrirse a nuevos formatos de intercambio y producción de saberes. En ese diálogo entre los contenidos académicos y las experiencias de primera mano de las personas que residen allí, se enseña a la vez que se aprende desde una perspectiva local situada en la realidad de cada comunidad.
En ese sentido, la enfermera Eliana Ale compartió su experiencia como docente de la Diplomatura: “Aprendí mucho del laburo que hacen las compañeras. Ellas cuentan problemáticas que quizás uno no las ve a diario, que las tiene cerca pero no las ve. También le ha pasado a muchos compañeros estudiantes avanzados de la carrera que se ofrecieron como docentes de la diplomatura y entraron en una realidad que no se ve, que la universidad no da, la da el barrio”.
María Pavese, otra de las diplomadas y referente de La Casita de los Pibes que funciona en Villa Alba, valora lo que surge del contacto entre el equipo docente, que representa a la universidad, y los vecinos del barrio, que se acercan a las aulas de la Diplomatura: “Con el tiempo ellos mismos van adquiriendo esto del vínculo, que no es el mismo que tienen en un aula de la facultad, sino que al traer un módulo se encuentran que las realidades son distintas. El módulo te puede decir que una situación es así, pero en el cotidiano te das cuenta que hay muchas variantes de esa lógica”.
“Que la universidad venga al barrio y pueda interactuar, ellos traer sus herramientas y a la vez llevarse otras, eso es el vínculo necesario”, expresa Pavese, y concluye: “No tener miedo a que la universidad traiga más saberes que yo, sino que se intercambian y eso enriquece a la clase”.
El desarrollo de la Diplomatura requiere no sólo del trabajo mancomunado entre la universidad y las organizaciones sociales, sino que también es clave la participación de los efectores de salud. Eugenia Lasarte, Trabajadora Social graduada de la UNLP, que se desempeña en Salas de Atención Primaria de la Salud (SAPS) del Hospital Gonnet, describió cómo se interviene dentro de ese espacio: “Para mí tiene un rol central en el objetivo de poder contribuir a la conformación de redes en salud, lo que entendemos por un sistema de salud unificado, que dialogue entre sí, entre instituciones que tienen para aportar a construir una sociedad mejor”.
“Los efectores de salud tienen como valor la formación más específica en lo biomédico, pero también en lo social, en la cuestión simbólica de los seres humanos”, explicó Lasarte, y apuntó “Pero tienen algunos déficit, que entiendo que en los últimos años se está intentando reparar, que es lo lejano que quedamos de las demandas en salud de nuestras poblaciones”.
Sobre estas dificultades que encuentran los efectores en el acercamiento a la comunidad que se produce en la Diplomatura, dijo que “nos forman en la universidad para trabajar con sujetos en abstracto. Poder participar de la Diplomatura nos aporta a nosotros conocer a las personas con las que trabajamos en el hospital, en la salita, en el consultorio, en la internación, etcétera, y también poder readaptar la mirada que tenemos en relación a los problemas de salud que tiene la gente”.
Una mirada humana para una perspectiva de futuro
Este año, la Diplomatura en Promoción y Gestión de la Salud Comunitaria inicia su cuarta cohorte en la región. Hasta el momento, se han diplomado alrededor de 1700 participantes en todo el país, y a esto se suman los inscriptos para este nuevo dictado. El crecimiento de esta propuesta académica viene acompañado también por desafíos.
Para Agustina Suarez se impone la necesidad de pensar cómo las egresadas y futuras diplomadas y diplomados pueden ser integrados en los equipos de Salud por parte del Estado provincial y municipal : “Es necesario una política real para que las promotoras de salud puedan ser parte de los equipos de salud. Desde la mirada de la interdisciplina en salud es fundamental su rol y el aporte dentro del equipo de salud. Es muy importante que se formen desde la Universidad Pública, pero también es fundamental que exista una salida laboral posible y real para ellas.
A la hora de profundizar sobre lo que existe a nivel parlamentario explica qué a nivel nacional se propuso un Proyecto de Ley de Promotoras de Salud Comunitaria presentado en el año 2023, pero que no fue tratada por la cámara de diputados, quedando una deuda pendiente para este sector. A su vez, a nivel provincial existe una Ley de Promotoras de Salud que fue reglamentada en el año 2015 por Maria Eugenia Vidal, pero que en su reglamentación le quitó los artículos más importantes que deberían estructurar su condición contractual con el estado provincial.
A modo de cierre, Suarez expresó que “Esta Ley es una deuda que tiene el Estado, en primera instancia con el equipo de salud, pero a su vez, con todas esas personas que trabajan en los barrios, que cuidan a su comunidad y que se forman en la Universidad para reforzar los saberes en salud, que necesitan una salida laboral que les permita tener un trabajo digno”.
Mayra Díaz, señaló que los beneficios que esto podría traer para las diplomadas: “Un trabajo estable, permanente, donde ellas puedan ejercer lo que aman, que es esa salud comunitaria, pero también esa herramienta económica para poder sostenerse en su día a día”.
“Siempre planteo el poder jerarquizar a las promotoras de salud”, agregó Yésica Alegre, y desplegó su opinión : “Que las promotoras sean parte del sistema de salud y que las diplomaturas sean con una salida laboral, pero que no que sea el aporte de la universidad, sino que el Estado, municipal o provincial, pueda hacerse cargo de eso porque el barrio lo necesita. Acá hay un montón de mujeres y varones que podrían dar un aporte increíble a la salud, pero que los limita el no tener el trabajo”.
Por último, Eugenia Lasarte también aportó su mirada sobre este punto: “Me gustaría que todas las personas que egresan de la Diplomatura tengan un trabajo donde poder llevar adelante aquello que incorporaron como conocimiento, sobre todo porque uno aprende mucho con la universidad, pero uno también aprende haciendo y aprende haciendo en condiciones que a uno lo motiven, que le puedan dar para comer, que uno tiene que estar cuidado si quiere modificar algo y mi sueño es que todas puedan incorporarse o al sistema de salud o como promotoras de salud en alguna organización, pero que que pueda tener un correlato laboral”.

