Tauber recibió al nuevo representante de la Agencia JICA en Argentina

    El vicepresidente Académico de la Universidad Nacional de La Plata, Fernando Tauber, recibió hoy la visita del nuevo representante en Argentina de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA), Tasuku Ishibashi. Del encuentro también participó el representante saliente residente en nuestro país, Hiroyuki Takeda, la representante de JICA, Claudia Shinzato, junto al decano de Ciencias Veterinarias, Marcelo Pecoraro, y al prosecretario de Vinculación Tecnológica y coordinador del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB), Gonzalo Márquez.

    La casa de estudios platense y JICA llevan más de 40 años de vínculo, en los que la Agencia ha colaborado con asistencia técnica, formación de recursos humanos y equipamiento para el desarrollo de distintos proyectos de investigación.

    JICA es una agencia independiente que coordina la asistencia pública oficial internacional de Japón. La misma está orientada a ayudar al desarrollo económico y social de los países en desarrollo y promover la cooperación internacional.

    La jornada se inició en el Rectorado y luego la comitiva se trasladó al predio ubicado en la zona del denominado Bosque Este de la ciudad, al Polo Productivo Tecnológico “Jorge Alberto Sábato”, en diagonal 113 entre 64 y 66 donde la UNLP construyó el primer Centro regional de investigación, desarrollo, producción pública y certificación de vacunas (CIB). El CIB comenzó a gestarse hace más de dos años por iniciativa del entonces presidente –y actual vice-, Fernando Tauber, quien gestionó los recursos para hacer realidad este proyecto inédito en la región.

    Cabe recordar que, en 2022, la UNLP recibió por parte de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), un aporte de 2 millones de dólares para financiar la adquisición de tecnología que será utilizada en el flamante centro.

    El monto aportado por JICA fue destinado al acondicionamiento de las instalaciones y para adquirir el equipamiento necesario para la puesta en funcionamiento del sector denominado BSL2 del CIB, que comprende una batería de laboratorios destinados a investigaciones basadas en cultivo celular, virología, microbiología, inmunología y diagnóstico molecular. Estos equipos con tecnología de última generación, se complementan con ámbitos de apoyo y servicios generales para todo el sector, junto a oficinas y gabinetes para investigación y elaboración teórica.

    El vicepresidente destacó “la historia de cooperación entre JICA y la UNLP que se remonta a cuatro décadas atrás”; y enfatizó: “estamos profundamente agradecidos por todos los aportes que la Agencia ha realizado en nuestra Universidad, que se ha traducido especialmente en una oportunidad de crecimiento de primer nivel en nuestros desarrollos e investigaciones”.

    Además, aseguró que “este vínculo se va a seguir manteniendo por muchos años más porque estamos convencidos que es en los procesos de intercambio de conocimiento y de recursos humanos, donde nuestras instituciones crecen, se hacen más fuertes y se insertan en el mundo”.

    El CIB cuenta con un sector específico BSL2, de 230 metros cuadrados, que comprende 5 laboratorios, 2 salas de preparados (una general y una específica del laboratorio de Diagnóstico Molecular), un back office para servicios generales de todos ellos, y dos salas de lavado y esterilización de utensilios.

    A ello se le suman 300 metros cuadrados que comprenden un hall de acceso general de planta baja con servicios de apoyo para el personal (el cual oficiará a futuro de articulador y espacio de vinculación neutra entre el sector BSL2 y el sector BSL3 (en construcción), y una planta alta con gabinetes y oficinas para investigación, supervisión y gestión de todo el personal del CIB.

    Los niveles de seguridad biológica (BSL) se refieren en general a las condiciones bajo las cuales los agentes biológicos pueden manipularse de forma segura, lo que determinan tanto las condiciones edilicias, los agentes pasibles de manipular y las formas de hacerlo.

    De esta manera, el nivel BSL2 comprende ámbitos y prácticas muy diversas, pero de bajo riesgo biológico, donde lo más importante a preservar es la calidad y trazabilidad de la investigación que se produce.