Mientras en Europa se desarrolla la 1° Guerra Mundial, en 1916 Hipólito Irigoyen asume en Argentina la Presidencia de la Nación. Un año más tarde, en octubre de 1917, estalla la Revolución Rusa y cae el régimen zarista. En Córdoba, mientras tanto, los estudiantes se movilizan cuestionando la legitimidad del rector y de los decanos, a la vez que denuncian los reglamentos universitarios, a los que calificaban de vetustos y autoritarios, pero las presentaciones estudiantiles fueron rechazadas reiteradamente. En diciembre, el Centro de Estudiantes de Medicina de la Universidad de Córdoba impugna la supresión del internado en el Hospital de Clínicas, “por razones de economía y moralidad que no existen”.
Más adelante, en marzo de 1918, los estudiantes cordobeses continúan con sus protestas. Se organiza el Comité Pro-Reforma, presidido por Ernesto Garzón, Horacio Valdéz y Gumersindo Sayago. El Consejo Superior decide “no tomar en cuenta ninguna solicitud estudiantil” y el rector cierra las puertas de la llamada Casa de Trejo.
El 11 de abril se conforma la Federación Universitaria Argentina (FUA), con representantes de las universidades de Tucumán, Santa Fe, Córdoba. La Plata y Buenos Aires, presidida por Osvaldo Loudet. Ese mismo día y ante la gravedad de los sucesos que se producían en Córdoba y luego de recibir a los dirigentes estudiantiles, el presidente Yrigoyen decreta la intervención de la Universidad y designa a Nicolás Matienzo para ejercerla.
Matienzo reformó el Estatuto reemplazando al de 1893, al que calificó de restrictivo. La nueva Asamblea Universitaria fue convocada para el 31 de mayo. Durante ese mes se eligieron democráticamente los decanos de las tres facultades que existían entonces (Derecho, Medicina y Ciencias Exactas), triunfando los partidarios de la Reforma. Emilio Caraffa fue proclamado vicerrector y se trasladó para el 15 de junio la elección del Rector. Estos antecedentes indicaba que ese día Enrique Martínez Paz, abanderado de la Reforma, sería consagrado Rector. Sorpresivamente y olvidando el compromiso contraído con los estudiantes, los consejeros eligieron a Antonio Nores, candidato de la asociación clerical “Corda Frates”. Los estudiantes, sintiéndose traicionados, irrumpieron en el salón e impidieron la consumación del acto. Enseguida declararon una nueva huelga.
El 17 de junio, Nores asume el rectorado y se registran hechos de violencia. La Federación Universitaria de Córdoba reclamó su renuncia y el 21 de junio se difunde el célebre Manifiesto a los Hombres Libres de Sudamérica, redactado por Deodoro Roca, uno de los líderes del movimiento estudiantil. Ante las protestas y las movilizciones, el 11 de julio el Consejo Superior clausura la Universidad.
El 21 de julio inicia sus sesiones el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, convocado por la FUA en Córdoba, proclamando la necesidad de autonomía, gobierno tripartito, asistencia libre, régimen de concursos y periodicidad de la cátedra, entre otras demandas. Ante la ingobernable situación, Antonio Nores renunció al Rectorado, acompañado por numerosos profesores. Se suceden las manifestaciones estudiantiles y el gobierno de Irigoyen, haciéndose eco de las protestas, designa como interventor en la Universidad de Córdoba a José Salinas, quien da lugar a muchas aspiraciones estudiantiles, como la reforma del estatuto, y acepta la renuncia de numerosos docentes. Fue entonces que muchos reformistas accedieron a las cátedras, entre ellos Arturo Capdevila, Deodoro Roca, Arturo y Raúl Orgaz.
El ideario de la reforma se proyectó en América Latina. A mediados de 1920, Gabriel del Mazo, presidente de la Federación Universitaria Argentina, firmó un convenio con su par de la Federación de Estudiantes del Perú. Allí se comprometieron a intensificar el intercambio intelectual, a solidarizarse con la reforma de la enseñanza, a luchar por el sostenimiento de universidades populares, a propagar el ideal de americanismo y a realizar periódicamente congresos internacionales estudiantiles.
En diciembre del mismo año, se firmó otro acuerdo con los estudiantes de Chile. También se organizó el Primer Congreso Nacional de Estudiantes del Perú, que pidió la creación de la Universidad Popular y recomendó la organización de escuelas de indígenas.
A este Congreso siguió la convención de estudiantes de Chile y el Primer Congreso Internacional de Estudiantes, celebrado en México, en 1921. En esa oportunidad, se hizo hincapié en la lucha por la justicia político-económica, la difusión de la cultura, la solidaridad estudiantil, el establecimiento de universidades populares, el cogobierno y la asistencia libre. De esta manera, en la década del 20, la Reforma se había puesto en marcha en toda Latinoamérica.