5 de diciembre “Día Mundial del Suelo”

El 5 de diciembre se celebra el “Día Mundial del Suelo” con la finalidad de concientizar a la sociedad sobre la importancia de su conservación y propiciar la gestión sostenible de este recurso. La Secretaría de Ambiente y Conservación de los Recursos Naturales de la UNLP comparte el siguiente artículo que enfatiza la importancia de la conservación integral de este recurso fundamental para la vida.

¿Cómo abordar un manejo sustentable del suelo?

  Margarita M Alconada Magliano1

Introducción

En este nuevo día Internacional del suelo, es necesario realizar algunas consideraciones que no siempre son tenidas en cuenta cuando se lo define, se utiliza, se modifica, y se lo estudia. Así con frecuencia, los elementos que integran la naturaleza y su preservación, se analizan en forma aislada o no son adecuadamente definidos, tal como el suelo, el agua, la vegetación, la geomorfología, el clima, y el paisaje. Sin embargo, es necesario comprender que el suelo es un subsistema que se integra con otros subsistemas, que forman parte de un sistema global natural de cuya preservación depende toda la humanidad. A continuación se dan lineamientos generales para entender la visión que actualmente se tiene del suelo, un nuevo paradigma de estudio donde este no es considerado como un “individuo” sino como parte de un ecosistema dinámico en su funcionamiento.

La necesidad de una visión holística al estudiar o intervenir un suelo

Los ecosistemas y sistemas productivos de una región se distribuyen en un mosaico dinámico de funcionamiento que se vinculan entre sí, siendo el agua subterránea el elemento del paisaje natural que los vincula. Sin embargo, el suelo y el agua han sido en general estudiados en forma separada, e incluso el suelo descripto de forma estática, para un momento dado, sin considerar su funcionamiento dinámico con otros suelos y ecosistemas. Esto ha conducido a manejos incorrectos, que generan crecientes procesos de degradación-contaminación, y a catástrofes naturales que tienen consecuencias aún peores que las debidas al cambio climático atribuido al hombre. Las consecuencias de la degradación de suelos son de similar trascendencia que las debidas al calentamiento global, y pérdida de biodiversidad, estando los tres procesos íntimamente relacionados. La limitada investigación, aplicaciones de prácticas de conservación de suelo-agua, junto a una inadecuada identificación de las relaciones causa-efecto, son el origen de las degraciones edáficas, requiriéndose un enfoque hidrológico para revertir un estado de condiciones naturales y antrópicas que se inician con una inadecuada identificación del origen de los problemas.

Los suelos son la base de la producción agropecuaria, forestal, y de la preservación de ecosistemas. Se requiere entonces, conocer el suelo a fin de preservarlo, mejorarlo o ponerlo en valor en un paisaje natural o antrópico. Como se indicó, el elemento integrador del paisaje, es el agua subterránea, que se vincula con: tipo de suelo, vegetación, posición topográfica, litología, y clima. Consecuente, se requiere a fin de realizar intervenciones y manejos sustentables en un sitio “paisaje”, conocer los elementos naturales y antrópicos que lo conforman, y como se vinculan entre sí. De esta manera, es posible definir, por ejemplo, que efecto pueden tener prácticas como: drenar, regar, fertilizar, agregar enmiendas inorgánicas y orgánicas, etc o como incidirán actividades productivas tales como plantaciones forestales, silvopastoreo, feedlot, sistemas intensivos en general, sobre el paisaje local y este en el paisaje regional.

¿Qué es el suelo?

El suelo se lo define desde diferentes perspectivas, la que mejor permite entender la visión holística y dinámica de funcionamiento necesaria para definir usos y manejos que se adapten a sus limitantes y potencialidades, o coadyuven para preservarlos y/o mejorarlos para un fin dado, define al suelo como: “un cuerpo natural con propiedades distintivas, repetitivas y previsibles”. Esto es, para cada combinación de factores formadores del suelo (material original, clima, relieve, biota y tiempo), serán “distintivas” las características que se observan y cuantifican al describir un perfil de suelo, y que además, estas propiedades se “repetirán”, si es que la combinación de factores también se repite. Por ello, es posible encontrar suelos muy semejantes en diferentes lugares del mundo, y se puede “prever”, que suelos se desarrollan en una región, y definir entonces, el origen de sus propiedades, y si estas resultan de: i) condiciones pasadas o presentes, ii) derivar de una posición en el paisaje local o regional y/o iii) a condiciones naturales o antrópicas.

En la Figura 1 se incluyen a modo ilustrativo, los suelos (con los nombres científicos que se emplean para su clasificación) que podrían encontrarse en el perfil esquemático de áreas, ambientes y unidades geomorfológicas elaborado por Hurtado et al. (2006), entre el Rio de la Plata y Brandsen.

Figura 1 Posible secuencia de suelos en el perfil esquemático La Plata-Brandsen presentado por Hurtado et al. (2006). Círculo rojo: suelos presentes en el área flori-hortlícola del Gran La Plata

¿Qué significa un enfoque hidrológico de estudio para preservar los suelos?

Los suelos en su gran mayoría se han desarrollado a partir de materiales originales sedimentarios (rocas sedimentarias), y por esta razón, existe continuidad hidráulica regional entre suelos, el subsuelo, y entre algunos acuíferos. Consecuentemente, las prácticas de manejo que se realicen en un “suelo en particular” puede afectar a suelos y ecosistemas vecinos, e incidir incluso en la magnitud de procesos tales como sequias e inundaciones del sitio y otros sitios vinculados hidrogeológicamente. Es necesario para definir  manejos-intervenciones, conocer el funcionamiento del suelo local en el contexto regional, entendiendo al menos de manera general la existencia de flujos de agua subterránea. Es importante entonces definir, que es el agua subterránea y que son los sistemas de flujo que vinculan suelos y ecosistemas, tal como se ilustra en forma esquemática en la Figura 2.

¿Qué es el agua subterránea?

Es aquella que se encuentra debajo de la superficie terrestre, incluye el agua que atraviesa el suelo hacia el nivel freático (zona no saturada, donde desarrollan la mayoría de las plantas) y aquella que se encuentra por debajo de dicho nivel (zona saturada) (Figura 2). La profundidad del nivel freático varía marcadamente, en forma temporal y espacial, según los sistemas de flujo que circulan en una región. En la Figura 2 se reconoce la existencia de flujos de largo y corto recorrido, que se reconocen por la dirección de los flujos (Figura 3) y por la calidad del agua, y que se asocia a diferentes tipos de suelos y comunidades vegetales. 

Figura 2 Suelos observados en la localidad de Magdalena. El agua subterránea  es ascendente, ubicándose a diferentes profundidades, asociado en parte al relieve en que se encuentran (curvas de nivel en m.s.n.m). Sector amarillo: zona no saturada, y sector celeste, sector saturado

¿Qué son los sistemas de flujo de agua subterránea, y como vinculan suelos y ecosistemas asociados? 

Existen 3 tipos de flujo de agua subterránea: locales, intermedios y regionales, y dentro de estos flujos, cada uno presenta 3 zonas: recarga, tránsito y descarga (flujo descendente, transversal y ascendente, respectivamente) (Figura 3). 

Figura 3 Suelos y sistemas de flujo de agua subterránea en el ciclo hidrológico. Flujos: locales, intermedios y regionales. Zonas: recarga, tránsito y descarga

En la Figura 3 se aprecia que en un mismo sitio pueden coexistir flujos de diferente origen y calidad, incidiendo en el tipo de suelo y vegetación que se desarrolla. Así por ejemplo, en el esquema aquí presentado se aprecia que el material sedimentario ha dado origen a diferentes tipos de suelos asociado a las calidades de agua incidentes. Los flujos locales, son de baja salinidad y alcalinidad, los de largo recorrido (intermedios o regionales) generados a cientos o miles de kilómetros de distancia, presentan salinidad y/o alcalinidad variable. Como se indicó, esto se modifica en forma temporal, según la ocurrencia de lluvias locales, y de otras regiones vinculadas hidrogeológicamente. Los suelos de las zonas de descarga, presentan superficies freáticas más próximas, y comunidades vegetales dependientes de dicha profundidad y calidad del agua. En zonas de recarga, la freática es profunda y posibilita el desarrollo de suelos que dependen respecto a las lluvias, principalmente de las locales.

Cabe destacar, que cuando se indica que los suelos presentan cambios temporales, estos tiempos pueden ser también geológicos (cientos y miles de años), aspecto a tener en cuenta a fin de establecer si lo observado responde a condiciones actuales o pasadas, y si estas condiciones pueden volver a darse. Esto es particularmente importante en todas las regiones donde el agua freática se encuentra relativamente poco profunda, tal como se presenta en amplias zonas de la región pampeana argentina, donde las inundaciones y sequias, son dos fenómenos que se alternan y caracterizan a la región.

En la Figura 2, la producción agropecuaria se realiza en secano, sin riego, consecuentemente, los cambios en el suelo son debidos a como se modifican los flujos de agua, y al manejo, principalmente de la cobertura vegetal.

En otros ámbitos, tal como por ejemplo los Valles Patagónicos, cuando se incorpora el riego, las consecuencias del mal manejo pueden conducir al abandono de las tierras debido a la elevación de superficies freáticas próximas y la salinización/alcalinización de los suelos. En la Figura 4 se presenta un ejemplo de dicha situación debido al riego en manto en ámbitos de mallines.

Figura 4 Valles en Chubut, riego en manto condujo a  suelos salinizados y anegados, sin productividad (imágenes Google)

En la Figura 5, se presenta una vista general, y detalle del suelo superficial salinizado en el Valle del rio Chubut, debido también al riego en mando y superficies freáticas próximas. 

Figura 5 Salinización y abandono de tierras en Valle del rio Chubut por riego en manto

Por último, se presenta una condición de suelo en el Gran La Plata (suelos en sector marcado en rojo en Figura 1, donde la superficie freática se ubica profunda, zona de recarga. Sin embargo, los suelos que presentan naturalmente una moderada a baja permeabilidad (elevado contenido de arcillas desde superficie), se agrava por el manejo del fertiriego y del suelo, conduciendo a situaciones de anegamiento, salinización, y alcalinización con drásticas reducciones en el rendimiento y calidad de lo producido. En estas circunstancias, la degradación descripta si bien se ve favorecida por las características naturales de los suelos y calidad del agua de riego (bicarbonatada sódica), es debida principalmente al mal manejo. 

En la Figura 6 se presentan un suelo con alta proporción de arcillas, moderada a baja permeabilidad,  y fuerte desarrollo, descripto en la Estación Experimental J. Hirschhorn (FCsAg y Fs, UNLP) y en la Figura 7 un suelo con mayor proporción de arcillas y mayores dificultades de permeabilidad que el suelo de la Figura 6, descripto en la Chacra experimental integrada (CEI), en Gorina, La Plata, ambos suelos representativos del Gran Plata, donde se desarrolla la mayor parte de la producción flori-horticola de la región. Se compara condición natural vs degrada en un corte vertical del suelo.

Figura 6 Suelo en la Estación Experimental  J. Hirschhorn, condición natural vs condición degradada bajo invernáculos
Figura 7 Suelo en invernáculo  en la Chacra experimental integrada (CEI), en Gorina, La Plata,  con detalle de agrietamiento en superficie (izquierda) e igual suelo en su condición natural con detalle de estructura granular (derecha)  

En la Figura 8, se compara en el suelo de la Figura 7, el efecto en el suelo del  agua de riego, donde se forma un halo salino debido al riego por goteo y fertilización tradicional de la región del Gran La Plata (izquierda) respecto a un manejo controlado en relación a prácticas de manejo del suelo, abonos, y del agua (derecha).  En la Figura 9, se compara en el mismo suelo de la Figura 6, en invernáculos vecinos, una condición de buen y mal manejo. Este diferente manejo se aprecia en el desarrollo de los cultivos y en el suelo. Se destaca que en el mal manejo el suelo se transforma en un polvo carente de materia orgánica y estructura. 

Figura 8 Se compara el efecto en el suelo de un manejo tradicional de riego y fertilización en la región del Gran La Plata,  respecto a un manejo controlado del suelo, abonos y agua
Figura 9 Suelo de la Estaciòn Experimental J. Hirschhorn, en invernáculos vecinos, con mejores prácticas de manejo (a) y (b),  respecto a un mal manejo (c)  

Consideraciones finales

En base a lo aquí presentado, se hace evidente que hay mucho por hacer, que es posible producir/intervenir los suelos sin degradar y/o contaminar. Sin embargo, es necesario modificar la forma en que se aborda el estudio del suelo, uso y manejo. Se requiere incorporar una visión holística de todos los elementos del paisaje local, y como interactúan estos entre sí, y con el paisaje regional, en sistemas productivos o ecosistemas naturales, tal como los humedales. 

Este enfoque hidrológico de estudio del suelo, donde las relaciones suelo-agua son ineludibles, posibilitaran prever y/o revertir la evidente y creciente degradación/contaminación de suelos y aguas. Establecer causa-efecto, el origen de los problemas, es el desafío presente y futuro. No se puede modificar lo que no se conoce en todos sus aspectos naturales, sociales, y económicos. 

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