Grietas: las marcas de la sequía

Los movimientos de suelo son algo que ocurre debajo de nuestros pies, aunque no siempre los percibimos. Sin embargo, durante este último verano gran parte de la población vio afectadas sus viviendas con la aparición de importantes grietas en el piso, las paredes y hasta en el techo. Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata analizan las causas, consecuencias y soluciones a este fenómeno.

Desde 2019 la región comprendida por gran parte de la Argentina, Uruguay, Paraguay, centro de Chile y sur de Brasil se encuentran afectadas por sequías. En primera instancia, es importante indagar las posibles causas para determinar si es un efecto puntual o podría producirse de manera frecuente.

El arquitecto Julián A. Carelli Cerdá profesor de la Cátedra de Procesos Constructivos Carelli-Salinas/Lip (Laboratorio de Investigación Proyectual) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP, expresó: ”comprender si es posible que la sequía sea efecto del denominado cambio climático resulta de vital importancia en pos de propiciar y argumentar la lucha ante un flagelo que inobjetablemente se acrecentará en los años venideros, afectando de manera severa a las condiciones óptimas para habitar nuestro planeta”.

 “Al respecto podemos mencionar la existencia de algunos estudios realizados como, por ejemplo, el de un grupo de científicos reunidos a través de World Weather Attribution (WWA), una organización destinada a investigar la causa de estos fenómenos. Determinar si la sequía encuentra relación directa con los efectos del cambio climático y/o los efectos del fenómeno de La Niña que ocurre en la región, es una de los propósitos del estudio mencionado”.

“De las mencionadas investigaciones científicas, se observa una tendencia de reducción de precipitaciones en los últimos 40 años, lo cual, combinado con la sequía y las olas de calor actuales, genera un efecto de escasez de agua considerable. Ejemplo de ello es la reducción de las napas freáticas que permiten no solo su uso para cultivos, sino además para el consumo humano entre otros”, manifestó el investigador de la UNLP.

¿Cómo afecta el escenario actual a las edificaciones en general?

En estos últimos meses podemos identificar aspectos relativos a las patologías en las construcciones existentes, como problemas de agrietamiento en superficies de muros y pisos, las cuales son fácilmente reconocibles no solo por profesionales y expertos, sino por los propios usuarios.

Carelli Cerdá detalló que, “el suelo de nuestra región posee ciertas características que profundizan los efectos ya mencionados de sequía, cambio climático, la presencia de La Niña y las olas de calor. Nos referimos puntualmente a una de las capas existentes en los suelos, la arcilla expansiva”.

“La misma es susceptible a generar grandes cambios de volumen en relación con los cambios de contenido de humedad del suelo. Por ende, cuando la arcilla se encuentra en zonas de riesgo, como por ejemplo en contacto con las fundaciones y pisos de las viviendas, puede generar ciertos daños al producir desplazamientos y agrietamientos, entre otras patologías que no han sido resueltas en su construcción de manera que prevean este tipo de acciones”.

“Agrava la situación el hecho de que existe un gran porcentaje de construcciones que no han sido ejecutadas o controladas por profesionales, ya sean arquitectos, ingenieros, maestros mayores de obras, ni por contratistas experimentados. Nos referimos a las autoconstrucciones devenidas de una masa de población carente de acceso a un asesoramiento correcto por evidentes razones económicas y en otros casos simplemente por no contratar a un profesional matriculado”.

“La situación actual de sequía pronunciada y extrema provoca en las arcillas expansivas existentes en los suelos una retracción importante en su volumen, lo cual, en primera instancia no generaría grandes problemas iniciales. Pero sí pueden generar problemas cuando, una vez llegada la época más húmeda y la vuelta a cierta normalidad en las precipitaciones, dicha capa de suelo aumenta su volumen de manera importante, provocando una gran presión que genera la rotura de pisos en todas sus capas (contrapisos, carpetas y sus terminaciones, sean cerámicos u otro material). En algunos casos generan incluso roturas en vigas o zapatas de fundación y grietas en los muros”, afirmó el investigador de la UNLP.

¿Se puede prevenir el agrietamiento de las viviendas?

Carelli Cerdá explicó: “patologías como las grietas pueden ser prevenidas en la etapa de proyecto y construcción de las obras. El primer aspecto es determinar dónde se ubica dicha capa, a través de un correcto estudio de suelos. Seguido a ello, la aplicación de determinados criterios que aborden el problema futuro, ya sea con un recambio de dicha capa por suelo óptimo compactado, colocación de capas previas al apoyo de vigas o pisos, en la actualidad se utilizan por ejemplo planchas de poliestireno (Telgopor) entre otros. Sumado a ellos, es posible reforzar las armaduras de las estructuras calculando los posibles empujes a recibir por los efectos explicados anteriormente, mediante un cálculo estructural adecuado. Los pisos se pueden reforzar con mallas de acero, así, contrarrestar los empujes que reciben los pisos de las viviendas desde abajo”.

“Otra de las opciones muy poco utilizadas, pero bastante económica, es realizar perforaciones en las zonas interiores de las viviendas, en los suelos. Por ejemplo, cuando se realizan los pozos para las bases o pilotines, pueden ubicarse algunos más, pero dejarlos rellenos con materiales filtrantes, como cascote de demolición, piedra partida (o incluso vacíos), colocando alguna malla para consolidar el suelo superior.  De esta manera, los pozos actúan de pulmón, permitiendo que al expandirse las arcillas no tensionen y rompan elementos de la construcción, sino que se expandan sobre estos espacios vacíos”.

“Es claro que, en los costos iniciales de cualquier construcción, incorporar ítems destinados a situaciones de prevención, son muchas veces descartados debido a que las economías de obras suelen preponderar aspectos estilísticos, como terminaciones, revestimientos, griferías y carpinterías. Es responsabilidad del profesional actuante poner sobre la mesa esta problemática, y de los usuarios o propietarios de las viviendas comprender que existen costos de rubros que son ocultos, no se ven, pero que impactan en la vida útil de las viviendas” concluyó el investigador de la UNLP.

¿Y ahora qué hacemos?

Por su parte Daniela Rotger, arquitecta, Investigadora en el Centro de Investigaciones Urbanas y Territoriales (CIUT-FAU-UNLP), y docente en la materia Teorías Territoriales de la cátedra Rocca-Etulain (FAU-UNLP), ratifica el criterio de que en la salud -en este caso de las construcciones- es mejor prevenir que curar: “La mejor forma de evitar las consecuencias de la sequía sería una fundación adecuada al tipo de suelo.”  Una vez que se ha edificado, es poco lo que puede hacerse, aunque la especialista sugiere que “podrían por ejemplo construirse veredas perimetrales alrededor del edificio para mantener la humedad relativa del suelo”. También recomienda tomar recaudos a la hora de hacer ampliaciones, para que la construcción “funcione como un todo” y no se generen movimientos diferenciales entre la zona nueva y la ya existente.

Consultada respecto de posibles soluciones para las viviendas que se hayan visto afectadas, Rotger explica que “las fisuras y grietas pueden repararse con selladores elásticos o las llamadas ´llaves´, que son armaduras metálicas para unir los bordes de la grieta”. Sin embargo, según aclara, es importante analizar previamente si una rotura es superficial o compromete la estructura, y hacerles un seguimiento a lo largo del tiempo para saber si siguen activas o ya pueden sellarse. Más allá de estas consideraciones, las medidas a tomar para cada caso particular deberán ser propuestas por un profesional.

Los que conocen la tierra desde adentro explican…

“En nuestra región hay variaciones significativas en la constitución de los suelos, responde ello a los diversos ambientes geológicos y geomorfológicos en donde se han formado. En la zona de La Plata se distinguen grandes sectores con ambientes característicos, que controlan y condicionan la ocupación y usos de los suelos. Son la planicie continental, la planicie costera y el estuario platense”, expresa Guillermo Villate, geólogo de la UNLP y docente en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo.

“Si observamos una imagen satelital veremos que se aprecian diferencias entre los sectores costeros, las zonas más internas, y la cercanía de arroyos y lagunas. Tanto la constitución del suelo como las pendientes topográficas son importantes”, aclara el geólogo. Usualmente en el suelo pueden distinguirse diferentes “horizontes” o niveles que le confieren propiedades características.

Respecto del tipo de suelo, Villate indica que “hay suelos más convenientes que otros, dependiendo de qué obra se desee emplazar. Los más convenientes serán aquellos que brinden condiciones geotécnicas más estables, los menores riesgos geológicos y además las condiciones de contorno antropizados menos impactantes posible.”

El experto en suelos recomienda asimismo incluir los estudios geotécnicos pertinentes a fin de caracterizar la capacidad portante del suelo en que se va a fundar la obra. “La mejor forma de conocer el terreno son los estudios de suelo que permiten caracterizar geomecánicamente las condiciones portantes. También es necesario comprender la geodinámica externa en la superficie a fin de evitar posibles riesgos geológicos como las sudestadas, precipitaciones extraordinarias, torrencialidad, inundaciones, anegamientos, erosión hídrica, colmatación o sedimentación, y expansión/ contracción de suelos de suelos”, explica Villate, “(…) de todas maneras hay técnicas para acondicionar el suelo y adecuar la obra”, tranquiliza.

Tanto las sequías extremas como la humedad extrema afectan a los suelos y a las obras emplazadas en ellos. “Es parte de la dinámica de superficie, modifica los suelos, modela el paisaje, puede iniciar distintos procesos que incidirán finalmente en las obras emplazadas. No solo el suelo, sino también el lugar, el ambiente donde se encuentre la obra. Hay casos de antiguas lagunas que en un periodo húmedo recobraron su primitiva cuenca, ocupando espacios que habían sido aprovechados por la urbanización. El caso de Epecuén es emblemático en este aspecto. Otro tanto tenemos en nuestra región con el desarrollo de la trama urbana sobre sectores de planicies de inundación de los diversos arroyos”, alertó el investigador de la UNLP.