Un brote de triquinosis pone en alerta a especialistas de la UNLP

Investigadores de la Cátedra de Parasitología y Enfermedades Parasitarias de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Plata explican qué es esta enfermedad que ya afectó a más de 118 personas de 9 municipios bonaerenses y cómo prevenirla.

Por Juan Manuel Unzaga1 y Diego Eiras2.

La trichinellosis, triquinelosis o triquinosis es una enfermedad producida por un parásito que afecta tanto a los seres humanos como a una amplia variedad de animales domésticos y silvestres (por eso decimos que es una zoonosis parasitaria). Se transmite por el consumo de alimentos que contienen larvas del gusano redondo llamado Trichinella spp. 

En Argentina la enfermedad está presente desde hace muchos años y se relaciona principalmente con la ingesta de carne cruda o mal cocida de cerdo. Si bien la especie Trichinella spiralis es la más frecuentemente detectada en nuestro país, en el mundo existen otras especies descriptas: Trichinella nativa, Trichinella T6, Trichinella britovi, Trichinella T8, Trichinella pseudospiralis, Trichinella murrelli, Trichinella T9, Trichinella nelsoni, Trichinella papuae, Trichinella zimbabwensis y Trichinella patagoniensis. 

Trichinella spiralis parasita mamíferos (incluido el hombre), se transmite por vía oral entre hospedadores, propagándose por carnivorismo entre animales estrictamente carnívoros, o bien omnívoros; y circunstancialmente infecta a herbívoros que ingieren vegetales contaminados con larvas infectantes provenientes de cadáveres parasitados. 

En nuestro país es tradicional la elaboración de manufacturas con carne cruda de cerdo, principalmente durante el otoño e invierno. El consumo de este tipo de alimentos de dudosa procedencia y que no han tenido el debido control sanitario obligatorio, constituye la principal fuente de infección en seres humanos. 

El ciclo biológico de Trichinella spiralis tiene la particularidad de poseer en el mismo individuo afectado (cualquiera sea la especie animal) los adultos del parásito en el intestino delgado y las larvas infectantes en proceso de migración y/o enquistamiento en los músculos. 

Hay dos fases: intestinal y parenteral (esta última es también llamada fase de diseminación y/o fase muscular). El ciclo comienza cuando el hospedador consume carne infectada con la larva 1 (L1) que se encuentra en el músculo estriado esquelético, también llamada larva enquistada o larva muscular. Una vez en el intestino delgado, madura sexualmente en unas 30 horas, se produce la cópula dentro del nicho intracelular y a los cinco días de la fertilización, las hembras comienzan a parir larvas recién nacidas en la mucosa de las vellosidades intestinales. Estas larvas pueden pasar por distintos órganos para luego distribuirse por los capilares sanguíneos y llegar a los músculos como localización definitiva. 

Desde el punto de vista epidemiológico puede haber un ciclo selvático, que es aquel cuya transmisión se da entre animales carnívoros u omnívoros como jabalíes, ratas, peludos y pumas. Por otro lado, se describe el ciclo doméstico cuya transmisión se da entre piaras de cerdos por el consumo de carne infectada presente en la basura o de carcasas de cerdos que no fueron removidas del lugar de crianza de los animales. Por último, se produce el ciclo sinantrópico que conecta los dos primeros, ya que tanto roedores como perros y gatos se encuentran en estrecha relación con el hombre y su ambiente. 

Es importante resaltar que las larvas enquistadas en los músculos permanecen infectantes durante toda la vida del cerdo. Además, las larvas pueden sobrevivir post-mortem en carne cruda en proceso de putrefacción aproximadamente cuatro meses. Los músculos de cerdo que registran mayor cantidad de larvas infectantes son el diafragma, los de la base de la lengua, los maseteros, los intercostales y los abdominales.  

En Argentina, la especie porcina y T. spiralis constituyen la asociación especie animal/ especie parásita más frecuente y la más comúnmente involucrada en la aparición de brotes humanos. En la última década, los jabalíes y pumas fueron las especies más implicadas en los focos silvestres.

En general, los cerdos no evidencian síntomas propios de la triquinelosis, mientras que las manifestaciones clínicas compatibles con la enfermedad humana son: diarrea, náuseas y vómitos durante la fase intestinal del ciclo; luego hay fiebre, edema facial bilateral y periorbitario; conjuntivitis, dolores musculares, trastornos cardíacos y dificultad respiratoria durante las fases migratorias y de enquistamiento larval.

En algunos países de Sudamérica la trichinellosis es un problema de muy difícil solución, debido a los hábitos culturales de consumo de carne y los factores que condicionan la presencia de la parasitosis en el ámbito rural y silvestre, entre ellos, cerdos alimentados con residuos cárnicos crudos, alimentos almacenados en forma inadecuada en la granja, falta de remoción de animales muertos, fallas en el control de roedores, instalaciones precarias para la crianza de porcinos y deficiente eliminación de residuos que constituyen una atracción para especies animales que viven en el ámbito silvestre y se dirigen al urbano en busca de alimento. 

La cría de cerdos en condiciones higiénico-sanitarias adecuadas previenen la triquinelosis porcina y humana. Los animales alimentados con productos balanceados y criados en condiciones higiénicas, bajo supervisión profesional, difícilmente adquieran la enfermedad.

Los casos de triquinelosis humana están asociados con mayor frecuencia al consumo de carne de cerdo cruda o mal cocida, especialmente chacinados de origen casero. La faena domiciliaria es habitual entre la población rural y los chacinados que allí se producen generalmente se comercializan por una vía ilegal ya que en muchos casos la carne de cerdo usada para su elaboración no es sometida al proceso de digestión artificial que constituye la técnica diagnóstica recomendada por el organismo sanitario de control (SENASA). 

En los frigoríficos de cerdo debe indefectiblemente llevarse a cabo el diagnóstico mediante la técnica mencionada en todos y cada uno de los animales faenados. Resulta imprescindible la supervisión veterinaria del correcto cumplimiento del procedimiento diagnóstico en los lugares de faena. 

La triquinelosis en humanos puede evitarse con el consumo de carne de cerdo bien cocida (60°C) de manera que el centro del trozo no exude jugo y el calor haya afectado uniformemente a toda la pieza cárnica. Si bien la cocción de la carne puede recomendarse en ciertas ocasiones, no debemos olvidar que toda la carne de cerdo destinada a consumo debe inspeccionarse previamente mediante digestión artificial para detectar la presencia del parásito.

En los seres humanos, el parásito se aloja en los músculos más irrigados, los que se menciona para el cerdo, ya que el ciclo biológico es igual para cualquier mamífero, incluido el hombre.


1. Dr. Juan Manuel Unzaga, Profesor Titular Cátedra de Parasitología y Enfermedades Parasitarias, FCV-UNLP.

2. Dr. Diego Eiras, Profesor Asociado Cátedra de Parasitología y Enfermedades Parasitarias, FCV-UNLP.