Arqueogeofísica: la llave para develar los misterios de las plazas Inkas

Un equipo interdisciplinar integrado por un geofísico y dos antropólogos de la Universidad Nacional de La Plata puso en diálogo sus respectivas áreas de conocimiento para aplicar una técnica de prospección geofísica  que optimiza la exploración de un sitio arqueológico inka localizado en Londres, centro-oeste de la provincia de Catamarca.

El geofísico Santiago Perdomo y los antropólogos Reinaldo Moralejo y Diego Gobbo lograron una exploración del sitio utilizando un método geofísico de inducción electromagnética, que permite obtener una rápida determinación de la conductividad eléctrica del subsuelo,  reduciendo al mínimo la intervención arqueológica sobre el lugar. La investigación arrojó buenos resultados: la exploración en la plaza inka reveló la presencia de elementos relacionados con actividades de tipo ceremonial, y permitió generar nuevas hipótesis que podrán ser contrastadas mediante excavaciones arqueológicas.

Rastros de los inkas en Londres

El Shincal de Quimivil, ubicado en Londres, provincia de Catamarca, es una de las ocupaciones inkas más emblemáticas del noroeste argentino. Son más de 30 hectáreas  donde se encuentran varios sitios arqueológicos dispersos en una zona de bosques nativos, entre los ríos Quimivil y Hondo. Hay allí grandes edificios rectangulares denominados kallankas, en cuyo interior se desarrollaban diversas actividades políticas, administrativas y ceremoniales, y una plaza central.  Esta plaza amurallada, de 175 m de lado, contiene una plataforma ceremonial, el ushnu, está rodeada por diversos templos y conjuntos habitacionales destinados a los residentes y visitantes que concurrían a los diferentes eventos cívicos y ceremoniales celebrados en el sitio.

El registro de estas actividades en diversas plazas inkas del mundo andino sugirió a los antropólogos la posibilidad de hallar enterrados objetos debajo de la superficie de la plaza central de El Shincal. Reinaldo A. Moralejo, antropólogo y experto de la UNLP y CONICET en arqueología andina en el noroeste argentino, justifica la elección de la metodología empleada: “Decidimos innovar con este método de exploración porque involucraba una actividad no destructiva del terreno. La plaza inka es parte del circuito turístico del sitio, y por eso nos interesaba explorar por debajo de la superficie sin destruir la superficie con excavaciones y sondeos. Con la información de la conductividad, en cambio, podemos saber dónde concentrar la prospección y la excavación arqueológica”.

El desafío era localizar los posibles objetos dispersos en una superficie muy extensa, mediante estudios no intrusivos. Para ello, luego de una etapa de evaluación del yacimiento por medio de imágenes satelitales y de reconocimiento en campo, seleccionaron el área a explorar: siete sectores, que abarcan una superficie de casi 46.000 m2. “Debido a la extensión del área de interés, y a que se trataba de una primera exploración geofísica en el sitio, se decidió utilizar un método geofísico que podría asemejarse con los detectores de metales portátiles que suelen verse en los programas de ´búsquedas de tesoros´”, describen los investigadores en su publicación.

Tecnología vieja, usos nuevos

El método geofísico empleado por los investigadores está basado en la inducción electromagnética y permite identificar contrastes en las mediciones de conductividad eléctrica que puedan presentar los distintos materiales presentes en el subsuelo, sin la necesidad de establecer contactos con la superficie del sitio arqueológico.

“La sonda electromagnética que usamos tiene el mismo principio de medición que los detectores de metales, con la diferencia que permite guardar los valores de campo magnético inducido y estimar un valor de conductividad eléctrica del suelo, o de lo que haya enterrado. Tiene además sensores más grandes y más potencia que los detectores habituales, por eso puede llegar a mayor profundidad”, explica Santiago Perdomo, geofísico y actual vice-decano de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísica

El método consiste en detectar la conductividad eléctrica del suelo, es decir, en la facilidad que encuentra la corriente eléctrica para atravesarlo, que es distinta para los diferentes materiales. Los cambios registrados en la conductividad pueden indicar tanto cambios en la composición del suelo (por ejemplo, sectores con más arenas o más arcillas), como detectar la presencia de objetos enterrados. Pero además, las propiedades del suelo pueden verse afectadas por la actividad humana: el fuego genera cambios químicos en los minerales, que también pueden ser detectados. La medición de la conductividad está basada en la evaluación del campo magnético secundario inducido en el subsuelo.

“El instrumental utilizado es comercial, pero la aplicación en arqueología es bastante novedosa y no muy frecuente, especialmente en Argentina”, comenta Perdomo, quien se especializa en métodos geofísicos aplicables a investigaciones hidrogeológicas, arqueológicas, ambientales y forenses.  ¿Cómo funciona? Por un lado,  una bobina transmisora genera un campo magnético que penetra en el suelo. Por otro lado, hay un receptor -otra bobina- que mide el campo magnético que se induce en el suelo como respuesta. Este campo magnético secundario es proporcional a la conductividad eléctrica del suelo, que se va registrando punto a punto en el terreno. El equipo posee una bobina transmisora y tres bobinas receptoras, separadas a aproximadamente 1 metro y medio, 3 metros y 4 metros y medio, que miden simultáneamente. De este modo, con una sola barrida se registran las conductividades a diferentes profundidades. 

Los mapas del tesoro

La siguiente etapa en el trabajo fue superponer los mapas de conductividad con las imágenes satelitales del sitio y contrastarlos con los registros arqueológicos disponibles para cada sector.  Para esta parte se contó con la experticia de Diego Gobbo, quien se especializa en Sistemas de Información Geográfica (SIG) aplicados a la Arqueología y a los recursos naturales y se desempeña como técnico profesional de la división Arqueología de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata y el CONICET. “Mi aporte en este trabajo fue combinar los datos que nos brinda la geofísica con la información que ya tenemos del sitio. Esto es posible gracias a los Sistema de Información Geográfica que permiten la superposición de datos muy diversos, siempre y cuando estén geográficamente localizados. Sería como una serie de capas de información o transparencias, que podrían ser, por ejemplo, de datos arquitectónicos del sitio, hallazgos realizados en las excavaciones, relieve, imágenes satelitales o fotografías de drones o vegetación. Con SIG podemos combinar las capas y visualizarlas como queramos, y además hacer todo tipo de operaciones, análisis y mapas temáticos”, desarrolla Gobbo. 

“Toda la trayectoria del instrumental utilizado queda grabada en un GPS, por lo tanto, los datos del estudio geofísico están posicionados geográficamente. Eso permite geolocalizar los valores de conductividad eléctrica e incorporarlos al SIG. Es así que superponiéndolos con las demás capas de información, podemos tratar de explicar o inferir alguna anomalía en el terreno”, concluye el experto. 

La tarea de reconstrucción  y compilación de diferentes saberes permitió reconocer estructuras arquitectónicas que sugieren la existencia de espacios de libación y ofrendas, muros de piedra para canalización del agua y concentraciones de alfarería. El mapa construido con los datos de la primera bobina sugiere la presencia de huellas humanas, como materiales enterrados.  Los hallazgos a mayor profundidad se deberían, en cambio, a las condiciones naturales del subsuelo. Otro aporte importante del método es que los mapas de conductividad obtenidos pueden utilizarse para ubicar sectores de suelo que están menos consolidados -y por ende más susceptible al desmoronamiento- debido a las cárcavas o  zanjas que se forman formadas por la erosión.

El uso interdisciplinar de la herramienta condujo a los investigadores a ampliar la mirada sobre las diversas actividades humanas relacionadas con un espacio de poder significativo para los inkas.Los resultados fueron publicados con el título “Arqueogeofísica en ´El Shincal de Quimivil´- Rastreando Huellas Inkas en Argentina” en la revista Núcleos de la UNNOBA. https://publicacionescedi.unnoba.edu.ar/index.php/revistanucleos/article/view/33