Desarrollan un bioinsecticida a base de hongos que mejora el rendimiento de los cultivos

La producción de alimentos a nivel mundial utiliza hoy grandes cantidades de insecticidas y fertilizantes para lograr obtener un mayor rinde en sus cultivos. Esta práctica tiene consecuencias para el medioambiente que resultan preocupantes, como la pérdida de biodiversidad, la contaminación del agua, el aire y el suelo, sumado a los efectos negativos sobre la salud de la población en general. Para evitar este impacto, un equipo de investigadores del Instituto Spegazzini desarrolla insecticidas biológicos a base de hongos como alternativa eficaz en la lucha contra las plagas que afectan a los cultivos.

Los estudios se llevan adelante en el Instituto Spegazzini, División Micología, -dependiente de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de la Plata y de la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires-. Allí un grupo de científicos trabaja con hongos entomopatógenos (es decir, hongos patógenos de insectos), con el objetivo de modificar las prácticas de la agricultura tradicional por otras más amigables con el ambiente, no contaminantes, y sin daños a la salud.

El Doctor en Ciencias Naturales y director del Spegazzini, Sebastián Pelizza, explicó: “actualmente trabajamos en un bioinsecticida en base a hongos entomopatógenos nativos, que tienen la capacidad de actuar de manera endofítica; esto significa que pueden ingresar y permanecer en el interior de los cultivos una vez que son aplicados sobre los mismos”.

Poner a punto un bioinsecticida no es tarea sencilla, y requiere varios pasos: Primero se desarrolla a pequeña escala en el laboratorio. Luego, recién cuando se logra obtener un producto estable capaz de mantener sus propiedades biológicas a lo largo de un tiempo –plazo que suele ser no menor a los 18 meses- se pasa a la etapa de escalado industrial del producto. Para esta instancia se requieren fermentadores industriales, indispensables para que la fórmula llegue del laboratorio a los productores para su utilización en el campo.

 Este bioinsectida en particular, como muchos otros productos biológicos, se puede aplicar con las mismas herramientas que utilizan usualmente los productores para esparcir los insecticidas químicos convencionales. Se puede aplicar con mochilas, mosquitos o avionetas fumigadores.

Doble beneficio

Pelizza destacó que “la tecnología que hemos desarrollado fue validada en ensayos de laboratorio y en pequeños ensayos a campo sobre cultivos de soja y maíz. Allí observamos que la acción de estos hongos endófitos mejora considerablemente la sanidad vegetal de los cultivos, ya que produce un efecto de repelencia sobre los insectos plagas que atacan a la soja y el maíz. Por otro lado, comprobamos en los ensayos a campo realizados hasta el momento que este grupo de microorganismos garantiza además en un mayor rendimiento medido en kilogramos por hectárea.

“Esto se debe fundamentalmente a que los microorganismos presentes en el interior de los cultivos, ayudan a incorporar mayor cantidad de nutrientes por parte de los cultivos del suelo, ya que los descompone en partículas más pequeñas que luego las plantas pueden absorber con mayor eficiencia. Por otro lado, estos microorganismos sintetizan fitohormonas que benefician a la planta en términos de su desarrollo”, agregó el investigador de la UNLP.

Gracias a los resultados promisorios de sus estudios, el grupo de trabajo del Spegazzini fue seleccionado entre más de 80 proyectos (con 650 investigadores participantes), para recibir financiamiento de la compañía SF500, organismo que apoya y financia con capitales privados proyectos de investigación que tengan el potencial para la conformación de una StartUp.

“Es importante mencionar que la UNLP, a través de la incubadora de ideas MINERVA, fue la que nos motivó y apoyó para que este proyecto salga exclusivamente del ámbito científico y académico y fuera en busca de inversiones privadas para el desarrollo de una empresa de base tecnológica.”, remarcó Pelizza.