Con botellas de plástico recicladas y nanopartículas, investigadores de la Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad Nacional del Litoral desarrollan un sistema de filtros que sirve para purificar el agua residual urbana. De este modo, a muy bajo costo, logran disminuir su carga microbiana y toxicidad para luego utilizarla para el riego en zonas semiáridas.
El trabajo es abordado por el Laboratorio de Nanobiomateriales perteneciente al Centro de Investigación y Desarrollo en Fermentaciones Industriales (CINDEFI) de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, y el Laboratorio de Ecotoxicología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral.
Guillermo Castro, responsable del Laboratorio platense explicó que este proyecto se inició “por una demanda concreta de la Municipalidad de San Justo, Provincia de Santa Fe, y la Cooperativa de Servicios Públicos, Sociales, de Asistencia Social y Vivienda de esa localidad, responsables del mantenimiento y tratamiento de la red de desagües cloacales. Ambos organismos plantearon la necesidad de mejorar el tratamiento de efluentes urbanos y explorar la posibilidad de reutilizarlos como riego en la zona agrícola-ganadera, disminuyendo problemas de contaminación y aumentado el aprovechamiento de la tierra”.
Cabe aclarar que San Justo es una localidad de 22.000 habitantes ubicada en la zona centro de Santa Fe, con una intensa actividad agrícola ganadera. Allí los efluentes urbanos insuficientemente tratados resultan un motivo de preocupación por su potencial como fuente de contaminación ambiental, especialmente de cursos de agua superficiales destinados a recreación y consumo.
El profesor de la UNLP dijo que “el trabajo consiste en varias etapas: en primer lugar se caracteriza fisicoquímicamente el efluente urbano generado, y se identifica el contenido y composición de microorganismos, por ejemplo, la cantidad de coliformes fecales y se determina la ecotoxicidad de diferentes concentraciones de los efluentes sobre especies planctónicas nativas y exóticas”. Esta etapa está a cargo del Laboratorio de Ecotoxicología de la UNL, liderado por la doctora Ana M. Gagneten, contó Castro.
“Posteriormente, se construye el sistema de purificación con filtros de plásticos reciclados, cuyo origen son las botellas descartables de gaseosa, y se aplican técnicas nanotecnológicas. Para el tratamiento del efluente se sintetizan nanopartículas de plata que son absorbidas en soportes plásticos de PET (polietileno tereftalato), proveniente del reciclado de botellas plásticas de consumo. Para ello se utiliza un cabezal termoregulado para fundir el plástico y hacer "chips" conteniendo las nanopartículas”.
“En una tercera etapa, estos chips con actividad antimicrobiana se ponen en contacto con volúmenes determinados de efluentes y se estudia su capacidad biocida. Asimismo, se determina la composición microbiana y fisicoquímica del efluente antes y después del filtrado, así como su toxicidad en especies de microalgas y microcrustáceos, y en células de mamífero”.
Este desarrollo permite eliminar las bacterias aplicando nanotecnología de bajo costo con soportes sólidos que contienen nanopartículas de plata. Estos filtros podrían ser utilizados por empresas y municipios para producir agua de riego, manteniendo los nutrientes al tiempo que se disminuye la carga bacteriana. De este modo se reduce sensiblemente el impacto ambiental aumentando la sustentabilidad, características del concepto de economía circular.