El Cambio Climático bajo la lupa de la UNLP

Siete investigadores de la Universidad Nacional de La Plata brindan un panorama sobre las causas y consecuencias del cambio climático, desde distintas disciplinas científicas.

Cambio Climático,
el detonante del Antropoceno

Por María Cristina Zilio

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación UNLP

La Profesora de Geografía María Cristina Zilio* analiza el comienzo de un nuevo período geológico como consecuencia del cambio climático.

El Cambio Climático es solo una de las múltiples facetas del grave deterioro socioecológico que está sufriendo el planeta. La superficie terrestre es dinámica y siempre ha cambiado. Sin embargo, en los últimos tiempos, una serie de procesos inéditos y nuevos compuestos químicos visibilizan el creciente papel de los seres humanos como agentes de cambio a escala global. Excavaciones subterráneas y a cielo abierto; “montañas” de residuos; ríos que nacen de la noche a la mañana; archipiélagos artificiales; sismos inducidos (embalses, fracking, etc.); desertificación; deficiente manejo del agua; deshielo; acidificación de los océanos; disminución de la biodiversidad; dispersión de especies como fue el virus de Covid 19.

Éstos y muchos otros ejemplos, en distintas partes del mundo, dan cuenta de transformaciones recientes que responden netamente a procesos antrópicos. La magnitud de los cambios es tan grande que se ha planteado la existencia de una nueva época geológica, el Antropoceno. El químico Paul Crutzen y el ecólogo Eugene Stoermer plasmaron este concepto en un artículo publicado en el año 2000. Afirmaron que esta época comenzó con la Revolución Industrial, marcada por el crecimiento de concentraciones de gases de efecto invernadero, en particular dióxido de carbono y metano. 

Para el químico Will Steffen y sus colaboradores (2011), el cambio se produjo hacia 1950, cuando se registró una “gran aceleración” en el comportamiento de 22 indicadores socioambientales. Solo no se modificaron la concentración de metano y la pérdida de ozono, gracias a las medidas globales tomadas a partir de estudios de Paul Crutzen sobre la capa de ozono, quien por estos aportes recibió el Premio Nobel de Química en 1995. Es así que los estudios sobre la capa de ozono y el “efecto invernadero” son el puntapié en las investigaciones sobre un deterioro ambiental mucho mayor ya que nuestro planeta es un sistema dinámico e interconectado, donde un cambio en una de sus partes puede influir en cambios de todas las demás. 

Una nueva era comienza

En particular, una comisión ad hoc creada por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas presentó su recomendación para formalizar el Antropoceno como época geológica pero hasta ahora no se ha encontrado una huella estratigráfica precisa que establezca el momento en que se inició. Para muchos, ese momento podría ser la dispersión de la lluvia radiactiva a partir de la primera bomba nuclear, ocurrida en los Estados Unidos en 1945. Pero el término antropoceno permeó las barreras de las ciencias duras y se expandió a todo el espectro científico e incluso a las artes, no como concepto geológico sino como un término netamente cultural. 

Son especialmente interesantes los debates sobre sus orígenes y las propuestas de rebautizarlo. Se critica el uso de la raíz griega “anthropos” ya que los seres humanos no actúan como una especie indiferenciada y homogénea, sino como actores sociales diferenciados. Pequeños grupos de personas son los verdaderos responsables de los problemas ambientales. El historiador Jason Moore atribuye la responsabilidad a la expansión global del capitalismo y lo llama “Capitaloceno”. Para el sociólogo Horacio Machado Araoz, el Capitaloceno se inicia con la minería colonial iniciada con la conquista de América. 

La bióloga Donna Haraway lo llama “Plantacionoceno”, en alusión no solo a las viejas plantaciones coloniales sino también las nuevas actividades específicas (feedlot, monocultivos de soja, maíz, pinos). Esta pensadora feminista también propone el término “Chthuluceno”, poniendo énfasis en la necesaria interconexión con los “no humanos” para sobrevivir a esta época. Y podríamos continuar con múltiples ejemplos. Como dice la socióloga Maristella Svampa, se podría llegar a un punto de inflexión o “no retorno”. 

El futuro es incierto. Si mantenemos el mismo rumbo, la exacerbación de las lógicas de la racionalidad capitalista incrementarán la crisis socioecológica. Implementar medidas drásticas puede generar graves daños. Crutzen, por ejemplo, fue muy criticado por su propuesta de inyectar dióxido de azufre a la atmósfera para detener el calentamiento global. Los intentos de mitigación obligan a pensar estrategias alternativas al extractivismo dominante. Como dice el pensador Edgard Morin, navegamos en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certezas.

*María Cristina Zilio es Profesora Adjunta a cargo de Geografía Física II en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP. Además es integrante del Centro de Investigaciones Geográficas (IDIHCS, UNLP- CONICET).

Ciudades sustentables,
una forma de amigarnos con el ambiente

Por Jorge Daniel CzajkowskiI y Analía Fernanda Gómez

Facultad de Arquitectura y Urbanismo UNLP

Los arquitectos Jorge Daniel CzajkowskiI y Analía Fernanda Gómez* se basan en la situación actual para proponer sobre una nueva forma de construir viviendas teniendo en cuenta al ambiente 

El cambio climático nos afecta de manera directa o indirecta a todos: en la climatización de edificios, en la elaboración y conservación de alimentos, en entretenimiento, iluminación y transporte.

Por este motivo, debemos mejorar y/o construir nuestras viviendas y edificios no solo para consumir menos energía en su construcción y funcionamiento, sino también, para que los materiales de mayor integración en los edificios consuman la menor cantidad de energía en su fabricación. Esto se conoce como ciclo de vida del edificio y de los materiales de construcción. A pesar de que los metales, plásticos y pinturas son los que generan mayor cantidad de energía y emisiones por kg de material, su proporción en una obra es relativamente bajo. Le siguen los materiales cocidos como cerámicas para cerramiento opaco de muros y solados, que sí tienen un gran peso porcentual en la obra (del 40% al 60%) y finalmente el H°A° donde el cemento portland es un gran emisor de gases de efecto invernadero, pero su participación junto a áridos y agua es baja. Algunos componentes pueden cambiarse por los usados hasta 1980 o debe innovarse con materiales de origen natural que se conoce como “bioarquitectura”.

Entonces, ¿cómo construir una vivienda?

En cualquier lugar del país se debe cumplir la regla de 5 + 10 x 2 y 10%. Esto implica 5 cm de aislamiento térmico liviano (lana de vidrio, EPS, PUR, Celulosa, etc.) en muros, 10 cm de aislamiento en techos, doble vidriado hermético o DVH en ventanas de media prestación y que la relación entre la superficie exterior vidriada sobre la opaca no supere el 10%. Si se desea superar el 10%, habrá que compensar en muros y techos.

Otras recomendaciones son:

  • Utilizar criterios bioclimáticos en el proyecto de la vivienda o edificio, buscando maximizar el asoleamiento en invierno y la protección solar en verano.
  • Incluir masa térmica en los muros, pisos y techos en el interior a razón de como mínimo 200 kg/m2.
  • Analizar los vientos y brisas de la zona y aprovecharlos mediante ventilación selectiva o cruzada.
  • Hacer un uso criterioso de vidriados para brindar iluminación natural donde sea requerido, lo cual implica proyectar desde el interior de cada local, más que desde el exterior. 
  • Seguir el criterio de que la forma debe seguir a la función. 
  • Usar sistemas pasivos de climatización como muros acumuladores (Trombe-Michel), de acumulación en la estructura del edificio (Barra), invernaderos, etc. 

Climatización eficiente y ambiente-friendly

Para reducir el porcentaje restante podemos usar un sistema de climatización que sea de alta eficiencia energética y que sea compatible con el uso de energías renovables. En este caso, las opciones recomendadas son la aerotermia y la geotermia somera ya que consumen energía eléctrica que puede cubrirse con un generador fotovoltaico y/o aerogenerador. En cuanto a la distribución del calor, en sitios templados a fríos la mejor opción es el suelo o piso radiante.

Otras opciones son el uso de calderas a gas de condensación que pueden servir para calentar y enfriar agua combinado con paneles de agua caliente solar y equipo de absorción para producir agua fría. La distribución del calor se puede realizar por agua o por aire con fan coil, pisos o cielorrasos radiantes, entre otros. En cualquier caso y para cualquier sitio del país, desde Ushuaia a la Quiaca y desde el litoral atlántico a los pueblos de cordillera, estas opciones de energía de red casi cero y emisiones casi cero son las adecuadas.

Las mejores opciones en energías renovables son las que requieren menor mantenimiento y tienen vida útil más larga, que es el caso de la fotovoltaica, seguida por la eólica.

Respecto a la iluminación, hoy disponemos de la tecnología más eficiente: se trata de la luz LED, que puede ser cubierta por un generador solar de baja potencia.

En cuanto al agua, la recomendación más sencilla es el ahorro mediante el agregado de pequeños dispositivos conocidos como difusores y aireadores del flujo en grifos, inodoros de doble descarga o automáticos, mingitorios secos en baños públicos, y técnicas similares. 

Aunque con ciertas restricciones y mediante la aprobación de la autoridad competente, se pueden instalar sistemas de reuso de aguas grises y negras junto a sistemas de tratamiento en el predio. Hay que recordar que tanto las cañerías de alimentación como de descargas podrían multiplicarse por 2,5 a 3 veces su longitud.

Otra recomendación es recoger agua de lluvias, junto a sistemas de reducción de la escorrentía (techos vivos, buffers o tanques, etc.). Este agua puede usarse, mezclada con aguas grises tratadas, para riego y lavado de pisos exteriores.

Se recomienda también evitar todo tipo de materiales y terminaciones en el interior del edificio que emitan fenoles, componentes orgánico-volátiles, fibras tóxicas, micro plásticos, ciertos productos de limpieza. 

Finalmente, existen recomendaciones de diseño sustentable de los edificios hacia el medio urbano. Una de ellas es el concepto de “naturación” que implica integrar la vida vegetal a la estructura del edificio y su entorno, en lo que también se conoce como edificios verdes. La naturación reduce el nivel de ruido urbano, fija el polvo y los contaminantes, reduce la escorrentía, absorbe CO2, y mejora la calidad del aire, tanto exterior como interior.

Marco legal

Existen leyes locales que promueven la generación de energía distribuida y que convierte consumidores en prosumidores. Para aplicarlas se requiere implementar un sistema de etiquetado y certificación del nivel de sustentabilidad de cada edificio de cualquier función y en especial viviendas. Impulsando y aplicando leyes nacionales y provinciales. Para ello, a su vez, es indispensable la formación y capacitación continua; calificando a los profesionales según sus capacidades y a los productos y empresas que brindan servicios a la construcción. 

Es recomendable la creación de un organismo autárquico, que esté integrado por colegios de profesionales y técnicos, universidades, integrantes del sector público y privado a fin de definir estrategias y prioridades.

Propuestas para una comunidad sustentable

Las acciones y militancia ambiental de la comunidad son esenciales para que haya una gobernanza ambiental eficaz. Para ello se dispone de toda la tecnología para mejorar la gobernanza y un cierto grado de democracia ambiental directa ya que todos los ciudadanos portan un dispositivo que puede integrarse a una malla que facilite saber que sucede y dónde e incluso emitir órdenes de servicios o de compras con o sin una inteligencia artificial. Solo se requiere un sistema para IOS/Android que esté conectado con cada municipio, estos con sus provincias y estas con la nación. Y luego de haber consenso global cada nación con un centro internacional de gobierno que trabaje juntamente con IPCC y ONU. Así cada ciudadano puede decir qué necesidades tiene y el centro de gobierno local a global saber qué necesidades, vulnerabilidades y requerimientos de mitigación y adaptación al cambio climático son requeridos en tiempo real.

Se requiere un sistema de gobernanza mediado por las tecnologías de información y comunicación con asistencia de inteligencia artificial y georeferenciación. Este sistema lo puede iniciar la UNLP junto a CIC y CONICET e ir escalando hasta una posible integración global.

Localmente las comunidades ya se encuentran movilizadas y los municipios las acompañan mediante mejoras en el arbolado, valorización de espacios verdes, separación de residuos sólidos urbanos, ampliación de bicisendas, demarcación de sectores peatonales, entre muchas otras medidas. Pero no es suficiente y se requieren medidas intensivas para mejorar la militancia ambiental.

En cuanto a mitigación, es indispensable reducir al mínimo los recursos que se requieren de regiones lejanas, aunque implique atentar contra el comercio mundial. La construcción de edificios y ciudades requiere insumos que rara vez provienen de 100km a la redonda, y viajan desde miles y decenas de miles de km, donde fueron fabricados. Es necesario establecer limitaciones de distancia para al menos el 80% de las Tn/m2 construido de edificios y sus infraestructuras. 

  • Para zonas con riesgos de inundación, hay que combinar naturación de edificios y espacios públicos junto al restablecimiento de humedales, sumado al aumento de espacios verdes y permeables. 
  • El sistema de alumbrado y seguridad se puede resolver con tecnología existente. De establecerse límites en la altura de edificios poder integrar estos espacios en recorridos públicos controlados y vigilados. 
  • Rescatar progresivamente el concepto de corazón de manzana o de Hoff o atrio en conjuntos de edificios, tratando de separarlo del tránsito. 
  • En cuanto a la movilidad, se debe mejorar y consolidar el trazado de bicisendas.. 
  • El transporte público debe eliminar definitivamente el uso de vehículos de combustión interna en centros urbanos densos dejándolo para uso interurbano. La adquisición de las unidades eléctricas o híbridas debe ser subsidiada por fondos públicos.
  • En el transporte particular debe privilegiarse el uso progresivo de City Cars de pequeñas dimensiones y eléctricos, estableciendo zonas prioritarias y donde se impida el ingreso de vehículos de combustión interna. Estos deben quedar en las afueras de estas macro manzanas con carácter individual y favorecer el transporte público y de bicicletas y triciclos. Implica construir grandes estacionamientos en vertical en las principales avenidas de ingreso.
  • El transporte público debe ser de piso bajo e incluso los que se inclinan para facilitar el ascenso y descenso y viajar por vías niveladas, sin badenes ni lomos de burro. Al tener los edificios la posibilidad de generar energía eléctrica que alimente la red urbana se podría reducir la demanda del sistema interconectado nacional. Una ciudad de estas características será silenciosa y tranquila.
  • De haber cavas estas pueden licitarse para su uso como grandes edificios que integren múltiples funciones residenciales, administrativas, comerciales, deportivas, de nodos de intercambio y estacionamiento. El patrimonio edificado y cultural sea tangible o intangible debe ser preservado y fomentado a fin de caracterizar sectores urbanos y aumentar la apropiación por parte de los ciudadanos. 
  • En la periferia los asentamientos populares deben ser reemplazados por sectores urbanos de media densidad, en especial de rápida construcción industrializada, con un alto nivel de sustentabilidad, facilitando que estos sectores no tengan sensación de diferencia plausible respecto de otros sectores de mayores ingresos. Incluso el Estado puede ser propietario de estos conjuntos urbanos brindando un acceso de baja renta y permitiendo la movilidad y haciéndose cargo del mantenimiento. Cualquier ciudadano sin restricciones puede solicitar por tiempo determinado una unidad habitacional y abonar la renta municipal. De esta forma se evitan tomas de predios ya vulnerables por contaminación o anegamiento que extienden en demasía las ciudades.

Quizá, de comenzar hoy a implementar estas propuestas,en 30 a 50 años podremos mejorar la calidad de vida en nuestras ciudades, reduciendo nuestra vulnerabilidad ambiental mitigando y adaptándonos al cambio climático. Y estar preparados para migrar a tierras altas cuando el nivel del mar suba.

*El Doctor Arquitecto Jorge Daniel CzajkowskiI y la Arquitecta Analía Fernanda Gómez, desempeñan su actividad cientìfica en el Integrantes del Laboratorio de Arquitectura y Hábitat Sustentable (LAyHS) de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP.

El cambio climático sobre el agua, el suelo y la producción

Por Fernanda Julia Gaspari

Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales UNLP

La Ingeniera Forestal Fernanda Julia Gaspari* focaliza la problemática del cambio climático en el ambiente y sus repercusiones en el sistema productivo. 

El cambio climático es una de las mayores amenazas ambientales de nuestro tiempo y ha provocado cambios significativos en los suelos, los cultivos y el ganado. A medida que las temperaturas globales aumentan y la disponibilidad de agua cambia, se producen cambios en los recursos naturales disponibles para la producción sostenible de alimentos.

El agua es un elemento insustituible para el sostenimiento de la vida humana y el resto de los seres vivos, siendo al mismo tiempo un insumo imprescindible en innumerables procesos productivos. Su dinámica, escasez y/o exceso se manifiesta gradualmente a medida que aumentan las demandas y conflictos por su uso. Su carácter vulnerable y el efecto del cambio climático, se manifiesta en la creciente degradación de la calidad, lo cual amenaza la propia existencia de la vida.

Como menciona la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA), el cambio climático repercute de manera considerable en el suelo, y los cambios en el uso de la tierra y el suelo pueden acelerar o ralentizar el cambio climático. Sin suelos más sanos y una gestión sostenible de la tierra y el suelo, no se puede abordar la crisis climática, producir suficientes alimentos, ni adaptarnos a un clima cambiante. La respuesta podría estar en preservar y restaurar ecosistemas principales y en dejar que la naturaleza capture carbono de la atmósfera.

La naturaleza es una unidad indivisible, en donde los elementos naturales, el suelo, el agua, la vegetación, la fauna, el clima y el hombre, se encuentran íntimamente relacionados. Por ejemplo, el proceso de erosión del suelo afecta directamente la calidad del agua, la pérdida de la vegetación y el peligro de extinción de la fauna silvestre, como así también, directamente a la economía y el nivel de desarrollo de la sociedad. De la misma manera, todos los elementos formadores del hombre, como, por ejemplo, sus valores, su cultura, sus costumbres, su propia historia, y los elementos o características de la sociedad, también están íntimamente correlacionadas y afectan directa o indirectamente el comportamiento de la naturaleza.

Bajo esta concepción la cuenca hidrográfica representa un espacio natural físico tangible que permite la concurrencia integral y multisectorial (actividades económicas y productivas) en el territorio. La misma constituye un instrumento valioso del Estado y la sociedad para administrar su actividad, conciliar intereses económicos y sociales, conservar la biodiversidad y permitir un uso sostenido de los recursos naturales, representando a una unidad de planificación y gestión sostenible. En la actualidad la presión del hombre sobre éstos es tan fuerte que su efecto sobre las características del medio puede, y de hecho hace, que un ecosistema cambie por completo y su respuesta varíe en perjuicio del hombre, siendo agravado por el cambio climático global.

Por ejemplo, el suelo es un recurso fundamental para la producción de bienes y servicios, pero está siendo afectado negativamente por el cambio climático. La elevación de la temperatura provoca sequía/s prolongada/s generando una reducción en la calidad y la fertilidad del suelo, así como la pérdida de nutrientes esenciales. Por otro lado, el descenso continuo de la humedad edáfica puede aumentar la necesidad de irrigación en la agricultura y provocar rendimientos más reducidos, e incluso la desertificación, con posibles repercusiones drásticas sobre la producción de alimentos. Además, la erosión del suelo por malas prácticas agropecuarias aumenta el desprendimiento y traslado de partículas, que puede dar lugar a la pérdida de tierras cultivables, la cual se incrementa y acelera debido a acontecimientos climáticos extremos, como las lluvias intensas.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) coincide en que el sector agropecuario es indudablemente uno de los sectores con mayor experiencia en la adaptación a la variabilidad climática. 

Los cultivos, por su parte, se ven afectados tanto positiva como negativamente por el cambio climático. Por un lado, el aumento de la temperatura y del dióxido de carbono puede mejorar el crecimiento de algunas plantas y aumentar la productividad. Sin embargo, una mayor frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos, como sequías, inundaciones y tormentas, puede dañar los cultivos, provocar enfermedades, reducir la germinación de granos, y disminuir la producción de alimentos.

En cuanto al ganado, el cambio climático también tiene un impacto significativo. Las altas temperaturas y la falta de agua pueden provocar estrés térmico en el ganado, lo que puede afectar su salud y reducir la producción de carne y leche. Además, la disponibilidad de pasturas puede verse afectada por la sequía y el cambio en los patrones de lluvia, lo que puede llevar a una reducción en la cantidad y calidad de alimentos disponibles para el ganado.

Es importante mencionar, como dice la Bolsa de Cereales de Rosario, de acuerdo con el inventario oficial de cambio climático en Argentina, el sector ganadero nacional contribuye en mayor medida a la generación total de gases de efecto invernadero, en su mayor parte provocados por las emisiones de metano provenientes de la fermentación entérica de bovinos. Sin embargo, aún se encuentra bajo debate el método más apropiado para estimar el secuestro de carbono que generan los bosques, las pasturas y la vegetación en general. Es precisamente esta divergencia la que abre el debate en cuanto a los resultados que aportaría un balance integral de carbono.

En resumen, el cambio climático está teniendo un impacto significativo en los suelos, los cultivos y el ganado. Es importante implementar medidas para mitigar los efectos del cambio climático y adaptarse a los cambios que ya están ocurriendo para garantizar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad a largo plazo de la agricultura. Además, hay que considerar que el calentamiento global ligado al creciente desarrollo de fenómenos meteorológicos extremos, lleva a un cuestionamiento social cada vez más intenso acerca de los principales responsables de estos cambios.

*La Ingeniera Forestal Mg.Sc. Dra. Fernanda Julia Gaspari es Profesora Titular de la Cátedra de Manejo de Cuencas Hidrográficas y Secretaria de Posgrado y Capacitación a Distancia de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la UNLP.

Lo que mata es la calor….
el impacto en los insectos

Por Guadalupe del Río

Facultad de Ciencias Naturales y Museo UNLP

La Doctora en Ciencias Naturales, Guadalupe del Río*, puntualiza su mirada sobre las consecuencias que tiene el cambio climático en muchas especies de insectos y cómo repercute en el equilibrio en el hábitat

Las especies de insectos se ven afectadas por el cambio climático. El aumento de las temperaturas y fenómenos ambientales extremos, como la sequía, perjudican a muchas especies de insectos, sobre todo aquellas cuya distribución es restringida y que pueden vivir en condiciones climáticas más acotadas. Estos cambios pueden afectar o incluso llevar a la extinción a varias especies. Por lo tanto, urge relevar y conocer la diversidad que existe de insectos debido a la tasa de extinción considerablemente elevada.

Se considera que la pérdida o disminución de los insectos es mayor en las zonas tropicales, y específicamente en las zonas agrícolas donde se combina el cambio climático y la pérdida de hábitat.

Los insectos son de gran importancia en los ecosistemas ya que cumplen diversos roles claves, son descomponedores, polinizadores, fuente de alimento para otras especies, etc, por lo cual la pérdida de los mismos afecta a otros seres vivos con los cuales interactúan y afecta el equilibrio del ecosistema. Por ejemplo, la falta de insectos polinizadores afectaría el desarrollo de las plantas y el rendimiento de cultivos. Lo que sucede es que la temperatura puede producir un desfasaje temporal en la presencia y acción de los polinizadores y la floración de las plantas.

Reducir la cantidad de pesticidas y preservar los hábitats naturales, entre otras acciones, puede reducir los efectos negativos del cambio climático sobre los insectos.

*Guadalupe del Río es Doctora en Ciencias Naturales y Licenciatura en Biología, con orientación Zoología por la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP. Se desempeña como docente y forma parte del equipo de investigación de la División Entomología, en el Museo de La Plata, (FCNyM, UNLP- CONICET).

Construir el paradigma de un nuevo saber ambiental

Por Edgardo Santiago Salaverry y María Inés Botana

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación UNLP

El Profesor en Geografía Edgardo Santiago Salaverry y la Magister en Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano María Inés Botana* proponen desarrollar una mirada integral y multidisciplinaria para estudiar, analizar y cuestionar al cambio climático

La existencia del Cambio Climático como un fenómeno a escala global se evidencia a partir de la observación de una serie de eventos que ponen de manifiesto importantes cambios en los patrones del clima. Estas transformaciones en el sistema climático tienen un fuerte impacto en la dinámica ambiental afectando de manera directa a la población que los habita, como así también al desarrollo de las actividades económicas que se practican, convirtiendo a este fenómeno como una de las mayores amenazas para su estabilidad.

La vigencia de la amenaza que representa el Cambio Climático sobre la dinámica ambiental , ha profundizado el estudio del tema desde distintas líneas de investigación y una multiplicidad de criterios para el análisis de los resultados obtenidos. Los modelos de evaluación aplicados constituyen una herramienta importante en el abordaje de este fenómeno global y a pesar que existen múltiples tipos: el FUND, el PAGE, el RICE, GHG Protocol y la curva de Kuznets son los más utilizados. La evolución de estas metodologías de medición nos brinda los elementos adecuados ajustando el alcance de un resultado deseado sin tener en cuenta las características y particularidades regionales.

La utilización de estos modelos estandarizados para analizar estas problemáticas en todo contexto despoja a los ambientes de su identidad y su esencia, transformándolos en arquetipos espaciales normalizados cuya dinámica pretende ser interpretada a partir de rígidas fórmulas algebraicas. Estas metodologías establecidas desde los espacios de poder se transforman así en una herramienta política para imponer un reparto igualitario de los costos de las consecuencias del CC, sin considerar los niveles de responsabilidad que tienen las empresas y los grupos dominantes que dinamizan el sistema.

Los resultados alcanzados se transforman entonces en un instrumento argumentativo para cuestionar los modelos productivos de los países en desarrollo, y así establecer medidas de mitigación como nuevas formas de control sobre las economías regionales, que consolidan la permanencia del status quo. El estudio del CC en América latina desde estas teorías y métodos pone su atención en las consecuencias económicas del fenómeno, desde una mirada netamente economicista, dejando de lado los factores sociales, políticos, culturales, sistémicos y naturales que hacen a la dinámica del ambiente.

La necesidad de una mirada integral y multidisciplinaria para estudiar, analizar y cuestionar al CC como fenómeno antrópico a escala global, demanda un debate urgente que haga visible las desigualdades en materia de emisiones y los costos de los impactos, de acuerdo a los niveles de vulnerabilidad. Para hacerle frente tenemos que terminar con el actual paradigma de crecimiento y desarrollo basado en sistemas económicos, sociales y políticos desiguales en el acceso y distribución de los recursos naturales que contemplan violaciones de los Derechos humanos, la degradación ambiental y conflictos sociales. Sin dudas, nos queda como tarea pendiente el abordaje de estas problemáticas desde una mirada integral e interdisciplinaria que nos permita construir el paradigma de un “nuevo saber ambiental”. 

*Edgardo Santiago Salaverry es Profesor en Geografía y Especialista en Pedagogía de la Formación y Ayudante Diplomado de la Cátedra de Geografía Física I (Climatología),de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP. Se desempeña como Investigador en el Centro de Investigaciones Geográficas/ Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (FaHCE, UNLP- CONICET).

María Inés Botana es Magister en Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Profesora y Licenciada en Geografía. Profesora Adjunta de la Cátedra de Climatología y jefa de Trabajos Prácticos de Geografía de los Espacios Marítimos de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP. Es investigadora del Centro de Investigaciones Geográficas -IdIHCS Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP -CONICET-). Es Investigadora Categoría III del Programa de Incentivos a la Investigación Nacional de Categorizaciones del ministerio de Cultura y Educación de la Nación. Dirige el Proyecto sobre Problemáticas y conflictividades ambientales en el partido de La Plata.