Sapos, ranas y un frágil equilibrio ambiental

    El avance de las prácticas agrícolas, las poblaciones humanas y el desconocimiento general afectan negativamente a los ecosistemas húmedos de la región pampeana y hacen peligrar la supervivencia de los anfibios que las habitan. 

    La Facultad de Ciencias Naturales de la UNLP, a través del Museo, y la Cátedra de Herpetología, impulsa la protección de los sapos y ranas de la región a través de una iniciativa llamada “Conservación de Anfibios en Agroecosistemas”.
    El proyecto, dirigido por Gabriela Agostini y Jorge Williams, promueve la conservación de los anfibios y sus ecosistemas, investigando sobre los efectos de la agricultura intensiva e informando acerca de las especies que habitan en la región y sus problemas de subsistencia.
     
    “El uso de pesticidas y fertilizantes, sumados a las problemáticas ambientales derivadas de la explotación agroganadera de la tierra, la intensificación y expansión de los cultivos basados en variedades resistentes al glifosato, sumado al crecimiento de centros urbanos hacen peligrar la supervivencia de los sapos y las ranas”, señala Agostini.
    La investigadora recalca que “los anfibios tienen piel desnuda y un ciclo con larvas acuáticas; son muy sensibles a los cambios que ocurren en esos ecosistemas, y por eso son reconocidos como indicadores de la calidad ambiental en donde se encuentran”. 
    Los cambios acontecidos en el uso del suelo de la Región Pampena, fundamentalmente en los últimos 15 años, sumado a la escasez de áreas protegidas, no sólo han perjudicado a las poblaciones de anfibios, sino que además han empeorado las condiciones de toda la fauna autóctona. A su vez, estos animales también se enfrentan a otro peligro potencial debido al avance de enfermedades infecciosas como la quitridiomicosis, padecimiento causado por un hongo que se considera responsable de la reducción poblacional y extinción de un importante número de especies a nivel mundial.
    De la misma manera que enfrentan peligros como la contaminación y la pérdida de sus ambientes naturales, “los anfibios suman una amenaza adicional, que es el aumento de la extracción de especies para mascotismo”, subraya Agostini.
    Por otra parte, destaca que “en los alrededores de la ciudad de La Plata se han contabilizado 16 especies de anfibios y entre las más habituales, se puede observar al sapo verde o común, el sapito de jardín, la ranita de zarzal y la rana criolla”.
    Si bien existen algunas especies de anfibios que pueden resultar venenosas, ninguna de ellas se encuentra en la región.
    Particularidades
    Uno de los productos del proyecto, el libro “Ranas y Sapos del fondo de tu casa. Anfibios de agroecosistemas de La Plata y alrededores”, explica algunas características fundamentales de los mismos:
    La transformación que atraviesan desde que son renacuajos hasta que se convierten en individuos terrestres capaces de respirar aire se llama metamorfosis, y el ciclo de los anfibios se conoce por ello como ciclo de vida bifásico que le confiere el nombre a este grupo (amphi: doble, bio: vida).
    Al llegar a la edad adulta necesitan mantener su piel siempre húmeda porque respiran a través de ella. Por lo tanto son frecuentes en ambientes con elevada humedad y altamente sensibles a las modificaciones en los mismos.
    Los tres grupos de anfibios que existen, llamados anuros, caudados y gimnofiones, son animales de sangre fría y la temperatura de sus cuerpos varía según el medio que los rodea.
    Los anfibios son animales que se han extendido por todo el mundo, excepto en los polos y áreas insulares, y todos se relacionan a ambientes con agua dulce, o con elevada humedad, por lo menos en alguna etapa de su vida.
    Sapos, ranas y leyendas
    Por otro lado, la publicación “Lluvia, venenos, curaciones y dioses egipcios: Mitos, Leyendas y algunas verdades sobre sapos y ranas”, destaca que los anfibios han sido protagonistas ficcionales. Muchas veces han sido representados como animales de buen augurio y otras tantas como seres poco agraciados y despreciados.
    En la cultura china las ranas representan la inmortalidad y es por esta razón que allí se pueden encontrar amuletos o representaciones de las mismas como símbolos asociados a la longevidad y la salud, mientras que en el antiguo Egipto se relacionaba su figura con los rituales de concepción, nacimiento y abundancia.
    En América, estos animales fueron importantes tanto en la cultura Maya como en la cultura Inca, ya que el croar de las ranas se asociaba con la llegada de las lluvias.