Prevención de la salud en los Colegios de la UNLP

Escuchar música muy fuerte y mantener conversaciones a los gritos son prácticas habituales en la mayoría de los adolescentes. Un informe presentado este año por el Colegio de Fonoaudiólogos –Regional La Plata- determinó que casi el 60 % de los jóvenes consultados son adictos a los ruidos. Atenta a las consecuencias que la contaminación sonora provoca en la salud, la Universidad Nacional de La Plata realiza desde hace casi 10 años un seguimiento fonoaudiológico de todos los alumnos del nivel secundario que concurren a sus colegios preuniversitarios: Nacional, Liceo y Bachillerato de Bellas Artes.
Con el objetivo de detectar trastornos o disfunciones del habla y la voz, los jóvenes son  evaluados desde su ingreso hasta el egreso de los establecimientos de la UNLP. Los problemas fonoaudiológicos pueden interferir en el aprendizaje de los chicos y provocar dificultades en el lenguaje, en el habla, en la respiración, en la audición y en la voz.
Para el director de Salud de la UNLP, Adolfo Brook, “con un examen fonoaudiológico básico se puede determinar si el estudiante presenta signos o síntomas mínimos de algún trastorno de la audición o de la voz y de esta manera realizar un diagnóstico fonoauditivo preventivo”.
De acuerdo a un informe elaborado por los especialistas de la Universidad platense, desde el año 2002 hasta el 2009, se han examinado unos 7 mil alumnos pertenecientes a los 3 colegios de la Universidad. Los controles han determinado cuáles son las patologías más frecuentes que van desde el modo respiratorio bucal mixto (23, 61% de los casos) hasta las menos frecuentes como bradilalia –lentitud anormal del lenguaje- (0,05%). En los examenes también se detectaron otros problemas fonoaudiológicos como dislalias, escasa modulación, tratamudez, taquilalia, disfonía, timbre de voz nasal, timbre de voz disfórico, deglución atípica y problemas auditivos.
En los distintos establecimientos, se actúa con idéntica metodología. Si el profesional detecta patologías como dislalias, escasa modulación, tartamudez, taquilalia, bradilalia, respiración bucal o deglución atípica se deriva a los alumnos a la fonoaudióloga. En los casos de disfonía o alteraciones en el timbre vocal, la derivación es a un especialista en otorrinolaringología para evaluar si hay daño orgánico o funcional. Por último, en los casos en los que hay patología auditiva se deriva el tema al gabinete del colegio, con la posterior comunicación a los profesores. En todos los casos, ante la existencia de alguna patología se eleva la correspondiente comunicación -por escrito- a los padres.
En nuestros colegios, si bien el fonoaudiólogo atiende los trastornos en la articulación del lenguaje, problemas con su fluidez, trastornos orales, motores y de la voz, los educadores participan activamente desde su área de modo que se produzca una mayor integración entre quienes cuidan la salud y la educación de la población estudiantil, remarcó Brook.

¿QUÉ DICEN LOS FONOAUDIÓLOGOS EN LA PLATA?

Una encuesta elaborada por la Comisión de Ecología del Colegio de Fonoaudiógos Regional La Plata realizada entre casi 300 alumnos de entre 15 y 17 años de varios establecimientos educativos de la ciudad determinó que las prácticas habituales entre chicos y jóvenes provocan hipoacusias (25% de los casos consultados), aturdimiento (en el 40% de los casos) y agotamiento, entre otras dificultades planteadas por los encuestados.
Según la coordinadora del trabajo, licenciada Silvia Bermúdez, “los jóvenes escuchan sus equipos electrónicos con volumen alto porque es una moda. En las encuestas resulta evidente que a pesar de que un alto porcentaje de los interrogados reconoce que el ruido es dañino, admite que igualmente escucha la música alta”.
Los adolescentes y jóvenes por sus costumbres son un grupo de riesgo por el uso de MP3/4, Ipod, la asistencia frecuente a los boliches bailables y conciertos electrónicos etc.  
Las consecuencias que la contaminación acústica provocan en la salud se reflejan a distintos niveles en el organismo: trastornos auditivos y de la voz, alteraciones fisiológicas (hormonales, cardiovasculares, respiratorias, digestivas, etc.) trastornos psicológicos (falta de atención y concentración, alteraciones en el sueño, molestias, angustia) y modificaciones de la conducta (irritabilidad, agresividad, deterioro del clima social, interferencia en la comunicación y en la actividad, dolor de cabeza y cuello, estados de tensión y depresión, deseos de escapar de él y dependencia).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el máximo nivel de ruido tolerable es de cincuenta y cinco (55) dbA y de noche no debe superar los cuarenta y cinco (45) dbA. Aunque estudios realizados por el Colegio de Fonoaudiólogos-Regional La Plata han detectado picos de ochenta (80) y noventa (90) dbA en la ciudad capital de la provincia.
El sueño interrumpido por sonidos molestos o de mala calidad también puede afectar el rendimiento laboral y el sistema nervioso de las personas.