Aprender a ser estudiante

    El proceso de inserción de los estudiantes a la Universidad configura un escenario sumamente complejo en el que, a las problemáticas académicas y pedagógicas, se  suman las de índole social, política y económica. El mismo ha sido un eje de trabajo institucional constante en las últimas décadas al interior de las distintas Unidades académicas de la UNLP a través de sus propuestas de ingreso y del Programa de Equiparación de Oportunidades Educativas. Esto contribuyó a generar, tanto  alternativas de acción institucional, como a promover la reflexión y la comprensión del conjunto de dimensiones que contribuyen e inciden en la trayectoria de los estudiantes. La comprensión de esta complejidad requiere que se involucre toda la institución en su conjunto, para generar espacios de vinculación entre ellos que permitan enfrentar los problemas.

    Focalizar solamente en el nivel medio, en el superior, en los docentes o los alumnos conlleva a simplificar el problema. El tratamiento del ingreso implica por un lado  cuestiones estructurales, como las relacionadas con el presupuesto educativo, las políticas de planificación de la formación de profesionales entre el Estado y sectores productivos, o la calidad de la enseñanza que se ofrece en los niveles básicos del sistema. Por otro lado, están los aspectos micro, como la optimización de los recursos, la elaboración de estrategias educativas de atención a la diversidad, la consideración de las realidades socio-culturales actuales de los jóvenes y el continuo mejoramiento de la organización y desarrollo de la enseñanza universitaria. Este análisis está planteado en el Programa de Apoyo y Orientación para la Permanencia de Alumnos Inscriptos a la UNLP.

    La directora de Currículum y Planes de Estudio de la Secretaría de Asuntos Académicos de la UNLP, Mónica Ros, remarca que «hay básicamente tres campos de formación que hemos podido identificar. Uno de ellos se relaciona con los tipos de trabajo intelectual orientados a los saberes previos de los alumnos en los campos académicos y disciplinarios vinculados con las carreras que han elegido.

    El otro hace foco en la construcción del modo en que se es estudiante en la universidad, donde entran en juego los procesos de reconocimiento de las lógicas, reglas y códigos específicos de la vida universitaria. Por último está la formación en herramientas de trabajo intelectuales generales para la comprensión y producción de textos, donde es importante la lectura y la escritura como prácticas culturales e intelectuales. Al interior de estos tres campos generales se van a definir temáticas más específicas de trabajo que se están actualmente discutiendo en una Comisión Académica conformada por representantes de las diferentes facultades».

    El objetivo general del programa es promover estrategias de formación que promuevan la permanencia de los inscriptos en la Universidad, minimizando los procesos de desgranamiento y deserción en los trayectos iniciales de la formación.

    La directora de Articulación Académica de la Secretaría de Asuntos Académicos de la UNLP, Julia Sannuto, sostiene que para desarrollar este proyecto, «se tuvo en cuenta lo que pasó en los ingresos en los últimos años, sumado al trabajo que llevan adelante las cátedras de los primeros años. El mismo Programa prevé que se puedan introducir modificaciones y reformulaciones en su implementación, de acuerdo a lo que vaya ocurriendo año a año. Está pensado en base a lo que recogimos de las Jornadas Académicas realizadas el año pasado, teniendo en cuenta lo que nos trasladaron desde las facultades y los datos que manejamos en la Presidencia de la UNLP. En la práctica, tendremos que ver si este proyecto a los estudiantes les resulta satisfactorio».

    Transición

    El sistema universitario se expandió en estos últimos años y eso trajo como  consecuencia el ingreso de un alumnado heterogéneo en sus conocimientos, aptitudes y actitudes. La crisis socioeconómica agravó las desventajas en los ingresantes de menores recursos. Además, en la formación previa de estos aspirantes confluyen dimensiones vocacionales y culturales, entre otras. Estos ejes son esenciales para analizar el problema.

    Al momento de diagramar el Programa de Apoyo y Orientación, la Universidad trabajó en torno a aquellas estrategias que conforman problemáticas transversales a las distintas facultades de la UNLP. Ros  aclara que «el Programa no tiene la intención de superponerse con la estrategias de ingreso que llevan adelante las distintas unidades académicas, sino construir una zona común de acción institucional en el que  trabajemos conjuntamente todas las facultades, en torno de aquellos problemas que persisten aún luego del tránsito de los estudiantes por ellas».

    Las características pedagógicas y la duración de los espacios de formación al interior de los distintos campos podrán asumir dos modalidades. Por una parte la de curso taller, que prevé una carga horaria total de 24 horas, con dos encuentros semanales de dos horas cada uno y una hora semanal de consulta, que promueve la atención personalizada.

    Por otro, las jornadas intensivas o tutorías grupales, donde los equipos coordinadores definen las modalidades. El funcionamiento del programa se organizará en tres  bimestres en los que se dictarán diferentes talleres y/o jornadas de cada uno de los campos de formación, asegurando que en el transcurso del ciclo lectivo se complete el dictado de la oferta del programa.

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