La Universidad Nacional de La Plata recuperó 16 investigadores que habían abandonado el país en los últimos años por diferentes motivos. Se trata de doctores en diversas disciplinas de las denominadas “ciencias duras” que ya están trabajando en laboratorios e institutos pertenecientes a las facultades de Ciencias Exactas, Veterinaria e Ingeniería de la UNLP.
La fuga de cerebros dominó la escena científica argentina desde mediados de la década del ’60. Miles de investigadores y científicos emigraron. Ahora la Argentina inició un plan de repatriación de talentos e incrementó su presupuesto destinado a ciencia y tecnología y la UNLP se sumó a ese programa. Desde hace varios años las autoridades de la Secretaría de Ciencia y Técnica trabajan en contactar a científicos, averiguar la situación actual en el extranjero y abrir la posibilidad del retorno a su país.
De esta manera, se logró “repatriar” a 16 doctores. Uno de los caminos que permiten este regreso es el Programa de Investigación y Desarrollo para la Radicación de Investigadores (PIDRI) impulsado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, Consejo Nacional de Investigaciones Científica y Tecnológica (CONICET), Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) y la UNLP. Son las instituciones que facilitan el retorno e instalación de científicos en el país, dando respuesta económica y permitiendo el acceso a proyectos de investigación. El objetivo principal del PIDRI es la incorporación a universidades públicas, de investigadores científicos y tecnológicos ya formados, en áreas prioritarias, de alto impacto económico y social, también considerando regiones geográficas prioritarias.
Los investigadores que deciden retornar reciben hasta 45 mil pesos de subsidio para relocalización y reinserción. Tienen la posibilidad de incorporarse al CONICET para que sus solicitudes sean evaluadas en cualquier momento del año y además, la Agencia aporta un subsidio de hasta 210 mil pesos para cada proyecto de investigación que el especialista esté dispuesto a desarrollar en nuestras universidades.
Los planes apuntan a aquellos profesionales que tuvieron que partir del país a principios de la década. Uno de los requisitos es que hayan permanecido fuera de la Argentina más de 4 años antes de junio de 2007. “Con esto buscamos fortalecer las capacidades científicas y tecnológicas del país a través del desarrollo de políticas de vinculación con investigadores argentinos residentes en el exterior y el retorno de aquellos que estén interesados en desarrollar sus actividades en nuestra universidad. El retorno de este recurso humano aporta investigación y docencia de primer nivel a la UNLP”, explicó el secretario de CyT de la UNLP, Eitel Peltzer y Blancá.
La UNLP presentó ideas proyecto donde se elevó una lista de investigadores en condiciones de volver al país o recientemente establecidos. Pero, además, la universidad platense lleva adelante también los Proyectos de Formación de Doctores en Áreas Tecnológicas Prioritarias (PFDT), que tienen como objetivo la formación doctoral en áreas tecnológicas con impacto en las temáticas definidas por el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2006-2010 “Bicentenario”.
Las políticas de reinserción de investigadores en las universidades públicas de la Argentina son impulsadas y financiadas por la Secretaría de Políticas Universitarias del ministerio de Educación, la Agencia, el CONICET y también en el caso particular de los 16 “repatriados” locales, con la intervención y colaboración de la UNLP a través de las gestiones de la Secretaría de Ciencia y Técnica.
De regreso a la Universidad
Los investigadores que están reinsertados se dedican casi en su totalidad a las denominadas “ciencias duras”. Se trata de doctores en Química, en Bioquímica, en Física y en Ingeniería. Esas disciplinas concentran la mayoría de los científicos que retornaron a La Plata.
Florencia Del Papa, doctora en Bioquímica, es una de las investigadoras que regresaron a la UNLP. Tiene una extensa trayectoria y se desempeñó en diversas oportunidades en el exterior: estuvo 6 meses en Alemania, casi un año en Dinamarca y la última salida fue por 2 años a EEUU.
En Estados Unidos trabajó en The Scripps Research Institute (TSRI, La Jolla, California) con un cargo de research assitant. Decidió dejar la Argentina, porque tenía ganas de perfeccionarse, aprender, crecer, hacer contactos y avanzar en su carrera científica. “Encontré una oportunidad fabulosa en el TSRI que es un instituto muy competitivo y bien conceptuado”, explicó la científica. Si bien por su situación familiar siempre supo que volvería al país (tiene dos hijos que quieren vivir cerca de toda su familia y afectos), tenía posibilidades y ganas de seguir un tiempo mas trabajando allí.
“La situación laboral afuera era excelente, porque el instituto tenía además de recursos humanos de primer nivel, mucha infraestructura, equipos y servicios científicos y acceso a todo tipo de material bibliográfico. Dedicaba el 100% del tiempo a hacer y aprender ciencia”, contó la doctora Del Papa. No obstante, decidió volver. Ahora, en la UNLP trabaja en el grupo del Dr. Lagares “donde las capacidades y formación profesional de los recursos humanos son excelentes y comparables con las que encontré estando afuera”.
Francisco José Ibañez, doctor en Química, vivió 8 años en EE.UU, donde realizó un doctorado y un posdoctorado en Química, especializándose en Nanotecnología en la Universidad de Louisville del estado de Kentucky. Durante esos años su financiación económica fue una beca otorgada por esa universidad en retribución a la docencia que el Dr. Ibáñez ejerció en Louisville.
{{article_media:328}}
Desde su trabajo en esa universidad generó lazos con el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas de la UNLP (INIFTA), actualmente trabaja ahí con Roberto Salvarezza en el área de Nanotecnología. “Tomé la decisión de volver por mi familia, porque en EEUU para lograr posicionarse en el área de la investigación científica hay que mudarse constantemente de ciudad y no quería eso para mis hijos”, según explico el especialista.
“En principio tenía mucha incertidumbre en volver”, admitió Ibáñez. Aunque enseguida pudo reinsertarse en el INIFTA, que depende de la Facultad de Ciencias Exactas.
Otro científico que volvió a la UNLP es el doctor Santiago Grigera, un joven físico platense que pasó los últimos 10 años trabajando como investigador y docente de la Universidad de Saint Andrews, en Escocia. “Cuando decidí regresar al país sabía que, objetivamente, las posibilidades de crecer como científico eran menores, pero preferí contribuir a mi país que es donde creo que debo contribuir. Lo que siento es que, en términos absolutos, voy a hacer menos, pero relativamente, lo que haga en Argentina va a ser mucho más importante”, explicó Grigera.
El especialista completó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de la UNLP y se graduó como licenciado en Física en la Facultad de Ciencias Exactas; luego se doctoró en el Instituto Balseiro de Bariloche. A los 36 años decidió regresar a la ciudad de La Plata –en el marco del PIDRI- para continuar sus investigaciones sobre materia condensada en el Instituto de Física en Líquidos y Sistemas Biológicos de la UNLP.
“Irme al exterior era una condición casi necesaria, ya que para seguir la carrera científica en Argentina se requiere experiencia afuera; eso es lo ideal, porque siempre se necesita una visión diferente a la que uno ha adquirido a través de la formación”, señaló Grigera.
Acerca de su experiencia en Escocia detalló que “como investigador y docente ganaba un poco más de 2 mil libras mensuales y pagaba mil de alquiler; me alcanzaba para vivir bien, pero tampoco es la panacea que algunos pueden imaginar”. También explicó que “si bien en el Reino Unido toda la gente es muy amable y educada –incluso con los extranjeros-, resulta muy difícil acostumbrarse a vivir lejos de los amigos y de la familia; de hecho este es otro de los motivos que me empujaron a regresar al país”.
Grigera, que está en La Plata desde el 1º de marzo, reconoce que hay grandes diferencias en relación a su vida en Escocia: “cuando uno llega no tiene una oficina propia, apenas tenés un escritorio en un espacio que compartís con muchos otros, y lo mismo suele ocurrir con el equipamiento. Igual –enfatiza- yo volví sabiendo que estas eran las condiciones, porque prefiero hacer un poco menos pero que eso que haga le sirva a mi país”.