Ante la proximidad del 30° aniversario de la finalización de la guerra de Malvinas, el actual desarrollo de las dimensiones políticas y diplomáticas sobre la Cuestión Malvinas, donde el conflicto de soberanía entre la República Argentina y el Reino Unido se encuentra en pleno auge, nos propone el desafío de realizar un abordaje sobre las mismas, proyectando hacia nuevos escenarios cambiantes y dinámicos.
En un sistema internacional donde las grandes potencias orientan sus intereses y fuerzas político militares hacia las áreas ricas en recursos naturales o posicionados estratégicamente hacia los mismos, el Reino Unido inició una proyección sistemática hacia el Atlántico Sur. Dicha proyección no es novedosa como proyecto, ya que al finalizar el conflicto de 1982 los británicos iniciaron un proceso de fortalecimiento imperial en tres niveles conexos y entrelazados entre sí.
A nivel militar, el de mayor proyección, se estableció la necesidad de acrecentar la presencia del Reino Unido por medio de la construcción de la base militar de potencial nuclear en Mount Pleasant, a 60 km de Puerto Argentino.
En el nivel política, la necesidad de contener a la población en las islas, víctima del conflicto, se desplegó en el posicionamiento de los isleños como ciudadanos británicos y brindando supuestos derechos, pero manteniendo la férrea subordinación sobre autoridades y estructuras coloniales aggiornadas a nuevas instancias del sistema internacional.
El tercer nivel, el económico, es seguramente el de mayor presencia en la actual situación de reposicionamiento del conflicto diplomático. Desde recursos ictícolas (permisos de pesca), exploración y potencial explotación petrolífera, turismo y proyección de recursos naturales, todos han sido el objetivo del gobierno británico en las islas, respaldado por la posición adoptada por el Reino Unido al desoír e ignorar las diversas resoluciones de las Naciones Unidas y foros y organismos internacionales multidimensionales.
Entonces aquí debemos iniciar el abordaje realizado por la Argentina, en los últimos años, en función de iniciar el diálogo con el Reino Unido en torno a la disputa de soberanía sobre la Cuestión Malvinas.
La Argentina ha tomado la decisión de reposicionar su reclamo soberano, en todo ámbito multilateral a nivel político, económico y diplomático, como así también en sus diversas relaciones bilaterales a nivel internacional. La proyección y construcción a nivel latinoamericano de la Cuestión Malvinas fortalece sin dudas el reclamo soberano argentino, posicionando el tema en diversidad de agendas y poniendo el eje de la discusión en la continuidad del colonialismo de siglos pasados en un sistema neocolonial en pleno siglo XXI.
En los últimos tiempos, diversos foros y organismos internacionales se han pronunciado a favor de iniciar el diálogo en torno a la soberanía de las islas como sobre sus aguas circundantes. La Argentina reclama al sistema internacional el fin del neocolonialismo y la extinción del sistema de opresión política y de depredación de los recursos naturales. Todo ello mediante la implementación del soft power, denuncias, propuestas y debates a nivel político/diplomático.
El Reino Unido perpetúa un sistema neocolonial en el Atlántico Sur, utilizando e implementando los tres niveles antes descriptos, mediante el hard power, proyección militar, despliegue diplomático agresivo e implementación de sistemas económicos basados en la depredación y la falta de sustentabilidad a largo plazo, en función de sus intereses y no de aquellos a los cuales refiere defender, el de los isleños.
Otros actores también despliegan sus roles en este escenario del Atlántico Sur; desde los isleños con sus deseos e intereses de una posible autodeterminación, totalmente desconocida por la República Argentina, pero fomentada parcialmente por el Reino Unido.
Hoy la autodeterminación isleña, no reconocida por las Naciones Unidas desde la década del sesenta mediante la resolución 2065, la cual sí reconoce la disputa de soberanía entre dos partes, la Argentina y el Reino Unido, es meramente un deseo de ellos y de otros actores, como empresas y holdings vinculadas a la explotación de recursos naturales (petróleo y pesca).
Son estas empresas las que fomentan la proyección de un discursos pro autodeterminación de los isleños, ante la potencialidad de los recursos en las Islas Malvinas, Islas Georgias y Sandwich del Sur, como sobre sus aguas circundantes.
El rol del sistema internacional, materializado en los diversos foros y organismos internacionales, se proyecta como el ámbito donde el reclamo soberano argentino halla asidero. Pero son esos mismos foros y organismos internacionales, muchas de las veces caducos o vacios de poder, por el mismo Reino Unido o sus aliados históricos.
En los nuevos foros y organismos, o más contemporáneos, como el Mercosur o la Unasur, la Argentina proyecta poder regional y despliega diversas denuncias y acciones en pos de instalar en el sistema político/diplomático internacional la actual situación de neocolonialismo en el Atlántico Sur.
América Latina acompaña hoy no sólo discursivamente al reclamo de soberanía argentino, sino que se materializa en diversas acciones y medidas, proyectando la Cuestión Malvinas hacia una nueva instancia.
Es en esta nueva instancia temporal donde la depredación de recursos naturales (renovables y no renovables), la perpetuación de sistemas neocoloniales en pleno siglo XXI, la proyección de poder militar convencional y/o de dimensión nuclear y la profundización del cercenamiento territorial no solo argentino sino latinoamericano, por parte del Reino Unido, se presentan como acciones de un sistema político británico histórico, pero en marcada declinación política, económica y cultural.
Una nueva instancia histórica se proyecta hacia la Cuestión Malvinas, donde la fortaleza del reclamo soberano argentino se asienta en el apoyo y respaldo de la comunidad latinoamericana y de un sistema internacional consciente de lo inmoral de la persistencia de instancias coloniales en el siglo XXI.
La Argentina hoy proyecta poder político-diplomático hacia su reclamo; el fortalecimiento del mismo, proyectando políticas de Estado, reflejará la maduración y sustentabilidad hacia el futuro del reclamo argentino sobre la soberanía de la Cuestión Malvinas.