Pasaron más de 10 años privados de la libertad; conocieron las inclemencias de la vida carcelaria y, sin embargo, no bajaron los brazos y escribieron su propia historia de superación en las aulas de la Escuela de Oficios de la Universidad Nacional de La Plata. Hoy son expertos en el arte de la madera y trabajan todos los días en la restauración integral de la carpintería del histórico edificio del Colegio Nacional Rafael Hernández.
Iván Llanes y Marcelo Magallanes son carpinteros graduados de la Escuela de Oficios de la UNLP y fundadores de la Cooperativa “Termitas”, encargada actualmente de las tareas de puesta en valor de toda la carpintería del emblemático Colegio de avenida 1. Además, ambos cursan carreras de grado en la casa de estudios platense.
Marcelo tiene 39 años. Durante los 12 años que permaneció privado de su libertad logró completar el secundario y comenzó a estudiar Sociología en la UNLP. Iván también pasó más de 10 años en prisión, donde inició sus estudios de Derecho. Tras recuperar la libertad, las dificultades para conseguir un trabajo y la consecuente falta de recursos, pusieron en peligro el sueño de un título universitario.
En busca de una oportunidad para el futuro, se inscribieron e iniciaron los cursos de carpintería de la Escuela de Oficios, una iniciativa que lleva adelante desde hace 8 años la UNLP en articulación con la Fundación Florencio Pérez. Allí se graduaron y un año y medio después lograron formar su propio emprendimiento.
La cooperativa “Termitas” desembarcó en el Colegio Nacional a mediados de enero de este año y, en el plazo de dos meses, deberán completar la restauración los pisos de la antigua biblioteca, todas las puertas, ventanas y zócalos del centenario edificio, y los pizarrones de todas las aulas.
Esta semana, mientras trabajaban en el Colegio, recibieron la visita del vicepresidente de la UNLP, Fernando Tauber, y de la directora del Nacional, Ana García Munitis. Allí contaron los avances de la obra de puesta en valor del edificio, y charlaron sobre sus historias de vida.
“Estos jóvenes son un ejemplo emblemático del rol social que cumple nuestra Universidad a través de su Escuela de Oficios”, destacó Tauber al tiempo que agregó: “La educación formal alternativa es la herramienta que tenemos para que miles de jóvenes de los sectores más postergados de la sociedad encuentren una oportunidad para ingresar al mundo del trabajo y poder construirse un futuro”.
El vicepresidente de la UNLP señaló además que “el gran desafío de la UNLP es llegar a los 20 mil alumnos de oficios en los próximos 5 años. Queremos enfocar la tarea de extensión universitaria en enseñar -que es lo que sabemos hacer- en transmitir conocimiento. Pero no sólo el conocimiento académico que se imparte en las facultades, sino también el saber práctico, ese que hay que brindar a aquellos no tienen en sus mentes la palabra universidad”.
Por su parte, García Munitis explicó que “el contacto con la cooperativa “Termitas” se dio a través del Colectivo Atrapamuros, con quienes venimos trabajando desde hace 4 años con talleres para los estudiantes donde se aborda la problemática carcelaria. A partir de ese trabajo, y en coordinación con la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), decidimos convocarlos para las tareas de restauración”.
“La Universidad promueve la igualdad de oportunidades y el Colegio debe estar a disposición para todos aquellos que tengan la voluntad de estudiar, trabajar y progresar, y así cumplir con los pilares fundamentales de la Universidad Pública, gratuita y de calidad”, sentenció la directora del Colegio.
La Escuela de Oficios comenzó a funcionar en el año 2011 como una propuesta educativa de capacitación destinada a toda la comunidad de la región. Uno de los aspectos salientes del proyecto es que no se exige como condición a los aspirantes la finalización previa de los estudios primarios o secundarios. Desde entonces, cerca de 3 mil hombres y mujeres ya se graduaron en sus aulas. Los cursos se desarrollan como producto de la articulación entre la Universidad – a través de su prosecretaría de Políticas Sociales- y la Fundación Florencio Pérez.
Sobre su experiencia en este espacio de formación, Ivan recordó que “cuando entré en la Escuela, no sabía sacar un presupuesto para presentarle al cliente, y allí pude aprender no sólo eso, sino también a pasar medidas de centímetros a pulgadas, a mezclar pinturas hasta dar con el tono indicado, o qué producto ponerle a la madera para que no la ataquen los bichos o las termitas”.
Marcelo también reflexionó sobre su paso por la UNLP: “a mi me cambió la vida. Estando adentro de la cárcel empecé a estudiar Sociología y cuando salí, gracias a la Universidad también pude aprender un oficio con el que ahora me puedo mantener y seguir estudiando. Y agregó: “además por ser alumno universitario tengo la SUBE gratis y puedo ir al Comedor”.
OFICIOS, UNA PROPUESTA QUE CRECE
En los próximos días, la UNLP inaugurará en la vecina localidad de Berisso, un Centro Regional de Extensión de características únicas en el sistema universitario nacional. Allí funcionará la sede central de la Escuela Universitaria de Oficios.
Al respecto, Tauber aseguró que “el desarrollo de la educación formal alternativa es una de las líneas rectoras del futuro de nuestra universidad. Tenemos que llegar a aquellos jóvenes que hoy no logran acceder a la universidad y dotarlos de conocimientos, habilidades y destrezas que les permitan contar con una herramienta para afrontar el mundo del trabajo. Un paso fundamental para alcanzar esa meta es contar con un edificio propio”.
La sede de la Escuela en el flamante Centro cuenta con aulas para el dictado de cursos y un galpón será utilizado como aula-taller para el desarrollo de prácticas de los niveles superiores de los cursos de carpintería, mecánica, instalaciones sanitarias, aire acondicionado, y textil, entre otros. Su superficie total cubierta supera los 280 metros cuadrados.