Un grupo de docentes y estudiantes de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata lleva adelante un novedoso proyecto que conjuga la labor académica con la práctica solidaria y el cuidado del medio ambiente. Con la premisa de que todos los niños tienen derecho a jugar, este equipo de diseñadores industriales de la UNLP fabrica juguetes y rodados en base a materiales reciclados, que luego son donados a instituciones de diferentes barrios de la periferia.
A partir de la metodología de enseñanza implementada por la cátedra del Taller de Diseño Industrial, que genera el desarrollo de productos de muy baja complejidad para el aprendizaje de la actividad de diseño, surgió la idea de crear objetos lúdicos para entregarlos a entidades educativas de bajos recursos. Sobre este marco se desarrollaron juguetes y rodados infantiles adecuados y convenientes para el desarrollo psíquico- educativo de los niños en edades que van desde los 2 a los 6 años.
Como dato saliente del proyecto, cada uno de los diseños es producido bajo la lógica de la sustentabilidad, a partir del reciclado de materiales de desperdicio generados por descarte. Incluso, en algunos casos se utilizaron como insumo objetos que fueron desechados por los vecinos de la ciudad luego del trágico temporal e inundación del abril de 2013.
La experiencia contó en un principio con la estructura de recursos materiales y humanos proporcionado por el colegio industrial San Vicente Paul, en una vinculación pedagógica de mutuo interés generando instancias de articulación, optimizando prácticas pedagógicas entre estos niveles y constituyendo una base para el desarrollo de diversas instancias de trabajo, discusión y análisis, en beneficio de la calidad de la enseñanza y el aprendizaje en el sistema educativo en su conjunto.
El director del proyecto, Sergio Veliscek, remarcó que “la actividad de jugar emparentada con el concepto de sustentabilidad de los objetos lúdicos contribuyen a una educación ecológica y del reciclado”.
Por su parte, Julio Longarzo, uno de los docentes que integra el equipo, sostuvo que “es importante para los alumnos materializar los conocimientos teórico-prácticos adquiridos, en prototipos que verifiquen los proyectos y permitan una crítica de replanteo”.
Este proyecto nació con la idea de relacionar dos niveles educativos, el universitario (carrera de Diseño Industrial) y el medio, Colegio Técnico, (San Vicente de Paul), de tal forma que los trabajos prácticos elaborados por alumnos en la cursada del Taller de Diseño Industrial 1 (A), fueran materializados por alumnos de aprendizaje técnico secundario con asesoramiento y dirección de los estudiantes de la carrera de Diseño, llegando a resultados que pudieran ser donados a ONGs, instituciones educativas u otras organizaciones de bajos recursos.
En esta instancia, el programa de desarrollo de actividades tuvo que ser re direccionado, por modificación en los tiempos iniciales, que no pudieron ser ajustados a los requerimientos del nivel educativo técnico.
El redireccionamiento del proyecto involucra a una entidad de bien público y sin fines de lucro llamada “La máquina de los sueños”, ubicada en el barrio periférico de “Las quintas”, que asiste con contención educativa, de recreación y aprendizaje de oficios a una comunidad de bajos recursos en la zona. Ésta proporciona el lugar y la mano de obra para la construcción de objetos diseñados por los alumnos, siendo los mismos donados a esta comunidad participante.
Veliscek explicó que “la donación como objetivo principal del proyecto y la posibilidad de generar un ámbito de aprendizaje de oficio en base a recursos sustentables, es la meta a lograr por este grupo de trabajo”.
LA RESIGNIFICACIÓN DEL DRAMA POR MEDIO DE LOS JUGUETES
Tras la trágica inundación que azotó a La Plata y a la región el 2 de abril de 2013, el equipo de investigadores enfocó las líneas de acción de su proyecto en rescatar la memoria colectiva, recuperando materiales que fueron desechados por los afectados durante el temporal y que transformados en nuevos objetos cubrirían otras necesidades sociales como el desarrollo psíquico-educativo de niños que abarcan la franja etaria de los 2 a los 6 años.
En este marco, Veliscek sostuvo que la iniciativa surgió ante la pregunta “qué hacer desde nuestro lugar”. “Con compromiso y pertenencia social podíamos aportar diseño con responsabilidad y en situaciones traumáticas como la vivida en la región proponiendo respuestas con un significado nuevo”, concluyó el docente.
El proyecto, además de ser fuente de desarrollo y conocimiento, sirvió para reflexionar sobre la vida material y cotidiana de la sociedad en su tiempo, la transformación del hábitat, tomando como eje un suceso que afectó a una porción considerable de la comunidad, que incluso tuvo como protagonistas a los propios alumnos que trabajaron en esta propuesta.