Introducción

Pensar la Universidad es imaginarla en el mundo, en el país y en su región, aportando a sus desarrollos, enseñando, produciendo, transfiriendo y compartiendo conocimientos e integrándose desde la sociedad que la compone y de la que forma parte y se nutre, contribuyendo con su pensamiento crítico y propositivo, capaz de incidir mediante la formulación de respuestas alternativas, en los cambios sociales necesarios.

Es concebirla comprometida con los paradigmas del desarrollo humano sostenible, la educación perma­nente, la cultura de la paz, el respeto a lo diferente, el ejercicio de los derechos humanos y la democracia, la formación en valores y defensa de la pluralidad, con la expectativa global de la inclusión y el acceso a derechos esenciales para la movilidad social; así como comprometida con la producción y transmisión de conocimientos capaces de contribuir a su superación.

Pensarla es reconocerla dotada de un carácter científico, tecnológico y artístico progresista que le permitió construir una identidad planificada y acorde a los tiempos y demandas de los próximos años, basada en las banderas históricas que la definen como universidad reformista, pública, gratuita, autónoma y cogobernada y desde la búsqueda permanente de consensos a partir del debate y la integración de las diferentes posiciones.

Es tener un plan que esté por encima de circunstanciales actores, objetivos que se mantengan a pesar del cambio de contextos políticos, sociales y económicos. Es definirla en el debate entre sus claustros y es gestio­narla dimensionando la importancia de la participación en cada paso de cada una de sus Facultades y Colegios.

Estos propósitos demandaron de la UNLP un proyecto institucional con objetivos claros y consensuados, y con estrategias fundamentales posibles de ser transformadas en acciones concretas. Es así que desde el año 2004 cuenta con un Plan Estratégico que revisa periódicamente convocando a un intenso proceso de partici­pación de todos los claustros. Se hizo en esos años iniciales para ponerlo en marcha para el período 2004-2007, también en su primera revisión para el período 2007-2010, en su segunda para el período 2010-2014, en su tercera para el período 2014-2018 y ahora para el período 2018-2022.

Sin embargo, la aceleración de los procesos de transformación de la sociedad como conjunto y de esta uni­versidad en particular, imponen un acortamiento de los plazos para revisar sistemáticamente los pasos dados y proponer el rumbo de los nuevos avances.

Es así que desde el año 2011 -con esta última versión del ciclo en 2017- se propuso un espacio de reflexión sobre aspectos relevantes de la vida universitaria que se denominó Pensar la Universidad y que consiste en una serie de encuentros temáticos para revisar la calidad y el rumbo de las políticas Institucionales en general, de Enseñanza, Investigación, Transferencia, Relaciones Institucionales, de Extensión, de Arte y Cultura, de los distintos aspectos de la administración, los recursos humanos, la infraestructura y los servicios de la UNLP, a la que se sumaron como capítulos transversales, los Derechos Humanos y la Discapacidad.

Estas convocatorias se caracterizaron por la amplitud de recepción y participación de la comunidad uni­versitaria. Centenares de docentes, trabajadores, estudiantes que trabajaron en talleres y comisiones después de los debates centrales y realizaron valiosos aportes que verificaron la necesidad de discusiones específicas sobre varios temas y la incorporación continua de otros.

Se analizaron aspectos específicos devenidos de esos encuentros generales, como estrategias para mejorar el ingreso, la permanencia con rendimiento y el egreso, la producción de conocimientos científicos, tecnológi­cos y artísticos, su protección y la de los recursos humanos que los producen, su aplicación y transferencia, el vínculo con nuestros graduados innovadores y emprendedores, la internacionalización de la universidad, la cooperación internacional y las redes con otras instituciones que comparten objetivos, la profundización de agendas compartidas con organizaciones de la comunidad para el abordaje de problemas públicos y en una serie de temas concernientes a la agenda propia y social en las que la UNLP decidió tomar posición.

Además, se trabajó en la renovación permanente del debate sobre una nueva Ley de Educación Superior. En la Ley Nacional 27.204 de ingreso irrestricto y de gratuidad de la enseñanza universitaria, que la UNLP gestionó intensamente y obtuvo su aprobación y puesta en vigencia en noviembre del año 2015, a pesar de las constan­tes presiones para impedirla, que aún persisten después de su promulgación e implementación. También en la Ley Provincial del Boleto Estudiantil Gratuito 14.735 –promulgada e incorporada por primera vez al presupuesto provincial en 2015 – en la que esta Universidad aportó y gestionó fuertemente, implementada en agosto / septiembre de 2016 a días del 40 aniversario de la conmemoración de La Noche de los Lápices que nos recuer­da, con la desaparición y muerte de nuestros propios estudiantes, la lucha estudiantil por el boleto gratuito3.

Estos encuentros se multiplicaron luego en todas las áreas en forma sistemática, con el fin de ordenar los aportes recogidos, sintetizar las ideas vertidas y considerar otras que puedan sumarse en forma permanente al Plan Estratégico, no sólo para ratificar el rumbo adoptado y corregir eventuales desvíos o demoras, sino para ordenar los pasos a dar en los próximos años, con la formulación definitiva de esta nueva etapa del Plan, teniéndola disponible al inicio de la nueva gestión.

En términos generales, la gestión del Plan se asienta en un conjunto de orientaciones estratégicas sinteti­zadas en seis grandes líneas de acción basadas en: 1) la enseñanza de pregrado, grado y posgrado, 2) la investi­gación y la transferencia, 3) la extensión e integración social y comunicacional, 4) la integración comunitaria a partir del arte y la cultura, 5) las relaciones institucionales con otras universidades y con el Estado, las Orga­nizaciones de la Sociedad Civil y los sectores productivos, y 6) la administración y gestión de las necesidades logísticas de todo ese conjunto, con capítulos destacados en la optimización y transparencia de la administra­ción, los servicios y beneficios estudiantiles y la infraestructura.

Estas seis grandes líneas se sustentan en un conjunto de objetivos particulares que buscan definir el rol de la Universidad en el escenario de los próximos años, como una institución intelectualmente inquieta y crítica, con bases sólidas y con una estructura dinámica, capaz de acompañar los cambios culturales, buscando nuevos horizontes de desarrollo académico, científico y social.

Muchos de los objetivos fundamentales y metas que la UNLP se propuso alcanzar cuando se implementó el Plan, hace catorce años y que eran la base de una demanda insatisfecha e indispensable para poner la uni­versidad en marcha, se saldaron, al menos en sus aspectos más críticos4.

Seguirán ocupando un lugar central en la agenda de gestión, pero no pueden seguir siendo la razón fun­damental y única de los debates.

Este es un momento en el cual esta institución debe afirmar su compromiso con el desarrollo de nuestro país desde cada una de sus diversas actividades. Desde la promoción de más y mejores graduados, asegurando calidad y pertinencia en la masividad y en la inclusión y acompañamiento de todo aquel que esté dispuesto a hacer el esfuerzo de estudiar para alcanzar un título universitario; a la producción y transferencia de conoci­mientos orientados a permitir avanzar con la mayor celeridad en los procesos sociales, económicos, ambien­tales y productivos que necesitamos para progresar, haciendo que la agenda científica, tecnológica y artística busque cada vez más coincidencias con la agenda social y del desarrollo sustentable; ayudando a empoderar a la ciudadanía en la defensa y conquista de sus derechos y multiplicar la presencia solidaria y colaborativa con aquellos habitantes que tienen las mayores necesidades.

Con esa premisa, se piensa a la Universidad con un rol protagónico con responsabilidad social y de fuerte compromiso con el proceso de desarrollo latinoamericano y en particular con el de la región, la provincia y el país, siendo un modelo de referencia obligada para la formación de grado y pregrado y una garantía de calidad en la formación de posgrado. La UNLP debe protagonizar desde un lugar de máxima jerarquía nacional, la pro­ducción de conocimientos a través de la investigación y reafirmándolo en el plano internacional, consolidando su actuación en la vinculación y transferencia de esos conocimientos al Estado, a los sectores productivos y a la Sociedad Civil, fortaleciendo a la extensión universitaria como práctica integradora y formativa con profunda vocación solidaria e impulsora del desarrollo cultural y artístico de la sociedad, y constituyéndose en una orga­nización moderna, dotada de la tecnología, la infraestructura y del capital humano adecuados para respaldar el proceso de transformación en marcha.

Todos y cada uno de estos componentes convergen en la búsqueda de reconocer lo más valioso de su identi­dad cultural en sus valores, creencias y normas, y proyectarlo hacia los desafíos y compromisos presentes y futu­ros de la Universidad Pública con la sociedad contemporánea que la conforma, y le da razón de ser y pertinencia.

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