La Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata creó el Laboratorio de Dosimetría y Protección Radiológica (LaDoPro), dependiente del Departamento de Física. El objetivo de esta nueva unidad de investigación es brindar asesoramiento sobre protección radiológica a la comunidad científica, personal de los centros de salud y público en general. Además, está habilitado para acreditar la calidad del equipamiento médico que trabaja con radiaciones ionizantes (equipos de rayos X, tomógrafos, mamógrafos, entre otros) a instituciones de salud que así lo requieran.
La exposición a la radiación ionizante tiene efectos sobre la salud humana, según advierte la Organización Mundial de la Salud. Los especialistas indican que la exposición a la radiación puede afectar el funcionamiento de órganos y tejidos. Si la dosis de radiación es baja o la exposición a ella tiene lugar durante un periodo prolongado, el riesgo es considerablemente menor. No obstante, sigue existiendo un riesgo de efectos a largo plazo, como el cáncer, que pueden tardar años, o incluso decenios, en aparecer.
Laura Damonte, una de las impulsoras de la propuesta, explica que " este laboratorio aspira no sólo a transformarse en un centro de referencia en materia de control radiológico, sin que será además un espacio de formación para alumnos y graduados de la carrera de Física Médica, impulsando la investigación en el área".
El uso de radiación ionizante en la medicina es la actividad humana responsable de la mayor contribución a la exposición artificial a las radiaciones. Durante las últimas décadas, los estudios radiológicos con fines diagnósticos se han incrementado notablemente, lo que ha dado lugar a un aumento de la dosis generada en las distintas exploraciones. Esta situación afecta en forma directa no sólo al personal involucrado por su práctica laboral, sino también a los propios pacientes y personas que concurren a los centros de salud.
Los avances científicos en relación con la protección radiológica, así como los constantes avances tecnológicos en esta materia, no han ido acompañados en nuestro país por adecuados protocolos y procedimientos tendientes a minimizar los riesgos implicados en el uso de estos equipos en el ámbito médico.
Los procedimientos de garantía de calidad y controles periódicos en el equipamiento médico aseguran un correcto desempeño del mismo lo que redunda en una optimización de la calidad de las imágenes obtenidas (mayor calidad diagnóstica con la menor dosis de radiación posible). A su vez, permite proteger -de acuerdo a normas reconocidas internacionalmente- la salud tanto de los pacientes sometidos a estudios radiológicos, como de los trabajadores expuestos. Por ello, la intervención de laboratorios especializados como el LaDoPro, resulta fundamental para garantizar el control y la capacitación.
Damonte explicó que "en los años que trabajamos en el área de las radiaciones ionizantes, detectamos una vacancia en cuanto a información y controles de calidad de equipamiento médico, por parte del sector académico, médico y del público en general. A partir de este diagnóstico docentes, graduados y alumnos relacionados a la carrera de Licenciatura en Física Médica, hemos realizado diferentes actividades en un intento de transmitir conocimientos y generar una cultura de la seguridad radiológica así como controles de calidad de equipamiento médico. Sin embargo estas intervenciones no resultaban del todo efectivas al no tener una continuidad en el tiempo ni un contexto institucional. La creación del nuevo Laboratorio –concluyó- permitirá solucionar esta problemática”.
Sobre la radiación ionizante
La Organización Mundial de la salud describe la radiación ionizante como “un tipo de energía liberada por los átomos en forma de ondas electromagnéticas (rayos gamma o rayos X) o partículas (partículas alfa y beta o neutrones). La desintegración espontánea de los átomos se denomina radiactividad, y la energía excedente emitida es una forma de radiación ionizante. Los elementos inestables que se desintegran y emiten radiación ionizante se denominan radionúclidos”.
“Las personas –describe la OMS- están expuestas a diario tanto a la radiación de origen natural o humano. La radiación natural proviene de muchas fuentes, como los más de 60 materiales radiactivos naturales presentes en el suelo, el agua y el aire. El radón es un gas natural que emana de las rocas y la tierra y es la principal fuente de radiación natural. Diariamente inhalamos e ingerimos radionúclidos presentes en el aire, los alimentos y el agua. Asimismo, estamos expuestos a la radiación natural de los rayos cósmicos, especialmente a gran altura”.
La exposición humana a la radiación proviene también de fuentes artificiales que van desde la generación de energía nuclear hasta el uso médico de la radiación para fines diagnósticos o terapéuticos. Hoy día, las fuentes artificiales más comunes de radiación ionizante son los dispositivos médicos, como los aparatos de rayos X.
Los efectos de la radiación sobre la salud
El daño que causa la radiación en los órganos y tejidos depende de la dosis recibida, o dosis absorbida, que se expresa en una unidad llamada gray (Gy). El daño que puede producir una dosis absorbida depende del tipo de radiación y de la sensibilidad de los diferentes órganos y tejidos.
Para medir la radiación ionizante en términos de su potencial para causar daños se utiliza la dosis efectiva. La unidad para medirla es el sievert (Sv), que toma en consideración el tipo de radiación y la sensibilidad de los órganos y tejidos.
Más allá de ciertos umbrales, la radiación puede afectar el funcionamiento de órganos y tejidos, y producir efectos agudos tales como enrojecimiento de la piel, caída del cabello, quemaduras por radiación o síndrome de irradiación aguda. Estos efectos son más intensos con dosis más altas y mayores tasas de dosis. Por ejemplo, la dosis liminar para el síndrome de irradiación aguda es de aproximadamente 1 Sv (1000 mSv).
Si la dosis de radiación es baja o la exposición a ella tiene lugar durante un periodo prolongado (baja tasa de dosis), el riesgo es considerablemente menor porque hay más probabilidades de que se reparen los daños. No obstante, sigue existiendo un riesgo de efectos a largo plazo, como el cáncer, que pueden tardar años, o incluso decenios, en aparecer. No siempre aparecen efectos de este tipo, pero la probabilidad de que se produzcan es proporcional a la dosis de radiación. El riesgo es mayor para los niños y adolescentes, pues son mucho más sensibles a la radiación que los adultos.