Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata y del CONICET lograron mejorar el diseño de una trampa para atraer, infectar y matar vinchucas, el insecto vector del Mal de Chagas-Mazza, la enfermedad parasitaria más importante en América Latina y que en Argentina, según el ministerio de Salud, ocasiona más de 10 muertes por semana. El invento comenzó a desarrollarse en 2008 y ahora, tras nuevos descubrimientos en el laboratorio, los científicos lograron alcanzar un poder de exterminio jamás alcanzado.
Concretamente, los investigadores identificaron cuáles son las sustancias químicas (feromonas) que funcionan como atractantes de la vinchuca y que, combinadas con hongos -enemigos naturales del insecto- permiten elevar a niveles óptimos la efectividad de la trampa. En los últimos trabajos a campo, el vinchuquicida de la UNLP erradicó la vinchuca de una población rural de Campo Largo, Salta, donde las viviendas tenías hasta 1.500 vectores en cada habitación.
Las feromonas son sustancias químicas secretadas por los seres vivos con la finalidad de provocar comportamientos específicos en otros individuos de la misma especie. En el caso de la vinchuca (Triatoma infestans), los expertos de la UNLP identificaron que se encuentran en cantidades muy pequeñas en la superficie del insecto (cutícula) y que despiertan comportamientos de cópula (feromona sexual) o de agrupamiento (feromona de agregación) al entrar en contacto con insectos de la misma especie.
Específicamente, descubrieron que algunos alcoholes grasos de larga cadena (eicosanol y docosanol) están presentes sólo en las hembras y son esenciales para activar el comportamiento de apareamiento y cópula cuando son detectados por los machos. Por otra parte, algunos ácidos grasos cuticulares funcionan como feromonas de agregación, favoreciendo el agrupamiento de las vinchucas en los nidos ubicados en huecos y grietas de paredes y techos, en los que se ocultan la mayor parte del día y sólo abandonan por las noches para alimentarse.
Algunas de estas sustancias fueron incorporadas en la trampa “vinchuquicida” y combinadas con hongos entomopatógenos (con capacidad bioinsecticida), enemigos naturales de los insectos. La presencia de las feromonas contribuyó a que las vinchucas permanezcan durante mucho más tiempo dentro de la trampa, aumentando así la posibilidad de infección con el hongo letal.
Los insectos contaminados vuelven a sus nidos donde esparcen la infección a otras vinchucas que nunca entraron en la trampa. Se favorece así un proceso conocido como diseminación horizontal del hongo que cumple un rol muy importante en la mortalidad total de las vinchucas.
La trampa de atracción- infección fue optimizada por el grupo de investigadores que la desarrolló en 2008. Pertenecen al Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata (INIBIOLP), que funciona en la Facultad de Ciencias Médicas, bajo la dirección de la doctora Patricia Juárez, con la colaboración de los investigadores Nicolás Pedrini, Sergio Mijailovsky, Juan Girotti, Gustavo Calderón Fernández, y los becarios Luciana Cocchiararo Bastías y Lucas Forlani.
Las trampas pueden ser colocadas en las viviendas infestadas, sin ningún riesgo para la población y funciona como sustituto o complemento de técnicas tradicionales que se utilizan para combatir la vinchuca, como el rociado domiciliario con insecticidas químicos. Los investigadores trabajaron con insectos resistentes a estos productos químicos. Los investigadores explicaron que el uso de las trampas se complementó con aplicaciones directas que potenciaron los resultados, logrando negativizar las viviendas infectadas.
Las trampas tienen además otras ventajas comparativas: bajo costo de producción y de aplicación; la colocación no requiere personal especializado, ni indumentaria especial (sólo guantes) y tampoco es necesario desocupar las viviendas a tratar. Se colocan en un número de 6 o más en cada una de las viviendas, en los techos, pisos y otros lugares de los ranchos.
Juárez contó que la trampa para insectos hematófagos tiene su origen luego de décadas de investigación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que afecta entre 16 y 18 millones de personas, y que cerca del 25% de la población de Latinoamérica se encontrarían en una situación de riesgo de contraer la enfermedad. En la Argentina, se calcula que hay 2 millones de infectados.
La investigadora remarcó que “el método es una alternativa efectiva para la eliminación de los vectores de la enfermedad de Chagas resistentes a insecticidas químicos. Es además ecológicamente aceptable, de bajo costo y fácil manipulación, con un alto potencial de transferencia para su aplicación inmediata en programas de control.
La solicitud de patentamiento fue presentada hace más de 3 años en el Instituto Nacional de la Propiedad Intelectual. El método ha superado todas las fases de prueba en laboratorio y campo, sólo resta su evaluación por parte de las autoridades sanitarias para ser utilizada en programas de control de vinchucas, comentaron los expertos.
La doctora Juárez concluyó que “dada la población afectada y las características socioeconómicas de esas regiones, sólo la intervención activa de la autoridad sanitaria podría definir la utilización masiva de este “vinchuquicida” desarrollado por la UNLP”.